Prólogo

22.3K 917 154
                                    

El olor a aromatizante de limón inundaba la habitación, mezclado con el aroma a tabaco y madera. La tenue luz del lugar daba un aspecto siniestro y poco alentador para alguien como él, pero sin embargo ahí estaba, sumergido en una dolorosa espera.

Observó el escritorio de madera, la estantería con libros y los sillones de cuero negro, incluso se fijó en el cuadro con la fotografía del Bosque de piedra de Lena en Rusia. Todo costoso, todo oscuro, igual que el hombre que estaba sentado frente suyo.

—Te propongo algo —comentó pensativo y con mirada calculadora.

Temió por su vida. Estaba a punto de hacer un trato, el más importante de su asquerosa existencia. Ese hombre de traje le iba a salvar el cuello si aceptaba el trato que le proponía. Hubiera querido no llegar hasta este punto pero ya lo tenían entre la espada y la pared. No quería imaginar lo que su esposa diría si se enterara por qué realmente necesitaba la ayuda de él.

Tenía su camisa negra favorita, arrugada debido a los imbéciles que lo molestaban, se habían roto las rodillas de los pantalones y su cara estaba repleta de golpes que casi le desfiguran la cara, sobre todo tras romperle el tabique.

—Lo que sea para que esos buitres no me sigan —contestó quitando el sudor de sus manos con sus pantalones. La tierra de la tela se pegó en sus manos pero no se molestó en limpiarse. Tragó saliva al ver que su único salvador pensaba en algo y se tardaba en abrir la boca. Podía sentir la energía negativa saliendo por los poros del hombre con aura oscura. Y su sudor iba en crescendo con el pasar de los segundos.

—Mantengo tu cabeza de rata intacta, si me vendes algo —le informó entornando los ojos.

El hombre estropeado dudó unos segundos. No tenía nada de valor, por eso estaba pidiendo su ayuda. Se preguntó qué podía querer él que ya no tuviera.

El misterioso hombre que estaba sentado del otro lado del escritorio, llevaba un esmoquin Armani de color negro, el moño descansaba sobre el escritorio de roble y su saco estaba estirado en el respaldo de la silla reclinable de cuero.

Observó a los otros dos hombres que estaban junto a la puerta como gorilas congelados o estatuas musculosas, dos pilares inamovibles. Ambos rapados y enormes, también iban de traje pero de color azul petroleo.

—¿Qué? —preguntó con el mentón en alto, decidido a aceptar cualquier cosa.

—A tu hija —sentenció serio, recostándose en la silla con total naturalidad.

—¿Qué? —volvió a preguntar pero esta vez, confundido.

¿Por qué un hombre como él querría a una adolescente, a una niña malaprendida y que traía más problemas que soluciones?, se preguntó aturdido.

—Cuando ella cumpla dieciocho, me la entregarás y será mi esposa —le informó y su voz grave hizo que le temblaran las piernas.

—Pero... ¿Por qué? —quiso saber, cada vez más desconcertado.

—Porque necesito una esposa y tú necesitas que te salven de todas las estupideces que cometiste —contestó con dureza.

El hombre tragó saliva, o tal vez fue su orgullo herido. Estaba haciendo esto para salvar a su familia. Si él moría, su esposa y su pequeña adolescente, quedarían en la ruina... Y su esposa estaba acostumbrada a los lujos, ni siquiera sabía cocinar.

—No lo entiendo... ¿Por qué ella? Hay millones de mujeres detrás tuyo —contestó intentando convencerlo para que cambie de parecer.

El hombre de traje apretó la mandíbula. Todos sus músculos se tensaron al recordar lo que sucedió aquella misma tarde. No quería volver a ver a esa estúpida trepadora, nunca más. Y si la veía de nuevo, era para mostrarle que ya había rehecho su vida sin ella, que no le afectó nada (aunque sabía que era mentira y que jamás iba a poder olvidarla porque le había calado muy profundo). La única maldita mujer que había amado en toda su infeliz vida. Todavía podía sentir cómo las alianzas de oro quemaban en su bolsillo izquierdo del pantalón. ¡Qué humillado se sentía!

Mi problema favorito #1 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora