Capítulo 13

9.4K 605 52
                                    

La traición es un veneno que poco a poco te va quemando por dentro. La mentira es una daga que te perfora el corazón lentamente. Pero la forma más dolorosa de morir es enamorándose. Un consejo: no te enamores nunca, inocente ave.
A todas aquellas aves, Nathaniel Proulx.

Él me mira. Yo lo miro. Hay un silencio entre nosotros y no me atrevo a decir nada. Se acerca, como si fuera un depredador y sus ojos jamás dejan de mirarme. Su proximidad me pone nerviosa, es un nerviosismo con el que no estoy familiarizada. No me aparto y no es porque no quiera, sino porque mi cuerpo se niega a moverse. Como si fuera atraída por un imán, doy un paso hacia el frente. Hechizada, hipnotizada, rendida a sus pies como si él fuera un dios a quién alabar. Pero no lo es y mi cuerpo tiene que responder a mis órdenes de una buena vez.

—¿Se te ofrece algo? —pregunto y mi voz no suena arisca, sino con un tono coqueto como si me gustara jugar un juego con él y todavía no puedo identificar cuál es.

—¿Me permitiría esta pieza señora Petrov? —pregunta estirando el brazo y ofreciéndome su mano.

Sonrío al escuchar mi nuevo apellido, no me acostumbro todavía pero la sensación que me recorre todo el cuerpo es placentera. Un cosquilleo viaja por mi espina dorsal cuando siento su mano en mi cintura, sosteniéndome con firmeza para comenzar a bailar. Todo el mundo nos mira y me agrada ser el centro de atención, no por vanidad sino porque me gusta saber que todos nos están viendo en este momento como si fuéramos una pareja a quién admirar.

—Tu madre está extasiada —comenta cerca de mi oído.

Mis ojos se dirigen a mi madre, que no para de hablar con la gente sobre la hermosa pareja que hacemos Nicholas y yo. Parece que está en su ambiente, rodeada de personas importantes que quieren alabarle el culo todo el tiempo para tener su atención.

—Consiguió lo que quería —comento concentrándome en los ojos azules de mi marido.

—¿Tener un millonario cerca? —pregunta enarcando una ceja. Me gira y quedo con la espalda pegada en su pecho, me siento cómoda con su cercanía y su calor es tan placentero. Apoya el mentón en mi hombro y seguimos bailando la melodía lenta, metidos en nuestra propia burbuja.

—Protegerme.

De repente él me tapa la boca con un pañuelo y comienzo a sentirme mareada. Lucho para que me quite el pañuelo, pero no tengo la suficiente fuerza para apartarlo. Cuando por fin logro escapar, me doy cuenta que no es Nicholas sino mi padre y me alejo de él como si fuera el mismo infierno.

—¡Ven para acá Dylan! —suelta colérico y tengo miedo que me pegue como la última vez—. Deja de ser una problema y haz lo que se te pide —me ruge colérico y sus ropas parecen trapos viejos, repletos de polvo y sangre.

Retrocedo suplicándome que me deje en paz porque ya tiene lo que quiere, pero entonces choco con algo macizo. No me atrevo a voltear, pero sin embargo mi cuerpo lo hace. Me encuentro con los ojos azules de Nicholas. Me observa sin ninguna expresión en el rostro, inmóvil y sin demostrarme algún indicio. Mi primer instinto es refugiarme entre sus brazos, como si él fuera el único que puede salvarme pero entonces mi cerebro se pone en alerta, recordándome que no lo conozco demasiado como para depositar mi confianza al cien por ciento. Me debato entre dejar que me defienda o enfrentar a mi padre. Nicholas decide por mí, tomándome de la mano y posicionándome detrás de él como un muro protector que nadie puede atravesar.

—Te prometí que te iba a cuidar y eso es lo que haré —me dice antes de enfrentar miradas con mi padre.

De repente me preocupo por lo que podría llegar a hacerle mi padre, pero cuando veo sobre su hombro en busca de mi desagradable progenitor, no lo encuentro. Sólo estamos Nicholas y yo, como si todo el mundo se hubiera esfumado por arte de magia.

Mi problema favorito #1 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora