CAP. 32 (Maratón 2/3)

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Subí a mi auto, no me molestaba en lo absoluto pasar el día con Angie y Gabriel, después de todo si no lo hiciera me la pasaría totalmente aburrida en mi casa.

Conduje hasta el colegio de Angie, batallé un poco para recordar el camino ya que la vez que había ido con Joel me la había pasado observándolo a él.

— ¡(tn) viniste!— alargó con felicidad al verme

— ¡Sí!— le contesté igual de entusiasmada —Y no solo eso — sonreí ampliamente —Hoy yo los cuidaré— le conté y un alegre 'Wiii' salió de sus labios.

Se sentó en el asiento del copiloto y sola abrochó el cinturón de seguridad. Partimos ahora con rumbo al colegio de Gabriel quien al igual que su hermana se emocionó al verme ¿Por qué Joel no podía ser así?

— ¿Qué se les antoja de comer?

—Espagueti— dijo Angie

—Tiras de Pollo— segundos después dijo Gabriel

— ¿Ambos?— pregunté y claramente no se negaron

Según los pequeños había pollo en su casa así que solo habría que comprar los ingredientes para el espagueti, así que llegamos a un supermercado para comprar las cosas.

— (tn) ¿podemos llevar este?— preguntó Angie agitando una caja.

— ¿Qué es?— pregunté y me entregó la caja —Angie pero yo no sé hacer pasteles— le advertí cuando me di cuenta de lo que era.

—Detrás vienen las instrucciones— señalo Gabriel.

—Está bien— como negarle algo a ese par — ¿Pero ustedes me ayudaran ok?— ambos asintieron y yo deje caer la caja en la canasta junto con las demás cosas.

Llegamos a la casa, hicimos de comer, comimos, los ayudé con sus tareas así el sábado y domingo los tenían libres, jugamos, vimos televisión y justo a las siete con treinta minutos comenzamos con el pastel.

Gabriel leía las instrucciones y Angie mezclaba los ingredientes, solo con algunas cosas con las que ella no podía yo la ayudaba. Vaciamos la mezcla de chocolate en un recipiente especial para pasteles, de ahí yo me encargué de meterlo al horno.

Ocho cuarenta, Joel aun no llegaba y el pastel tampoco estaba listo.

—Por qué no suben, se dan una ducha, se cambian y así bajan y el pastel ya está listo— ambos obedecieron y subieron a sus respectivas habitaciones.

Saqué el pastel del horno y comencé a ponerle la cubierta, al igual de chocolate. No demoré ni cinco minutos en hacerlo. Una vez terminado lo dejé sobre la barra, mientras que me llevaba todos los artefactos con los que lo hicimos al lavabo.

—Llegué— era la voz de Joel que se escuchaba en la sala. Hace una hora que debió haber llegado pensé y continúe limpiando las cosas que habíamos usado para el pastel. Ya casi terminaba solo faltaba guardarlo todo en su lugar — ¿Y los niños?— escuché ahora más cerca. Me di la media vuelta para poder verlo.

—Arriba— giré nuevamente hacia el lavabo —Se fueron a darse una ducha y cambiarse— sequé mis manos con una pequeña toalla blanca y caminé hacia la barra.

—Wow— dijo sentándose a un lado de la barra — A Nick le tomó semanas lograr que lo obedecieran. — enfocó su mirada en el pastel que aun estaba en la mesa — ¿Y eso? — preguntó volteando a verme.

—Angie y Gabriel lo hicieron.

—No te creo— negó con la cabeza

— ¡De verdad!— reí —Yo solo los ayudé a meterlo y sacarlo del horno— era cierto.

—Sigo sin creerte— rio. Su risa era hermosa no sé por qué no lo hacía más seguido. Acercó su mano al pastel y tomó un trozo.

— ¡No!— alargué en tono de reproche —Toma un plato y cubiertos— me di la vuelta para tomarlos pero cuando se los entregué ya tenía la boca llena. —Joel...— le dije riendo

—Disculpa mis malos modales, no soy como Vera— tomó otro pedazo y lo llevó a su boca.

— ¿Y qué tiene que ver Johann en esto?— solo se estaba descubriendo —No me digas que...— dije sorprendida acercándome más a él — No me digas que estás celoso— sonreí mordiendo mi labio inferior.

—No te lo digo porque no es cierto— otro pedazo de pastel fue llevado a su boca para ser masticado de la manera más sensual que había visto.

—Tienes chocolate aquí— le dije señalando en mis labios mientras comenzaba a reír

—No me importa— articuló y siguió comiendo

— ¡Basta!— dije con desespero —Deja de comer con las manos— tomé el tenedor y la servilleta que había dejado en la mesa y se los acerqué.

—Me niego a usarlos— ¿Qué no podía parar de comer?

—Eres un maleducado— le dije riendo al mismo tiempo que alejaba el pastel

—Dame— exigió

—No— le respondí —Déjale algo a tus hermanos— rodó los ojos y cruzó los brazos recargándose en la mesa. —Ven— tomé la servilleta y me acerqué a él tomándolo del brazo para hacer que junto con la silla girara hacia mí. Su mirada vagaba por el techo mientas que yo por dentro me debatía por limpiar ese chocolate con la servilleta o con mis labios. Tenía que hacerlo a pesar de ya haberle dicho que lo dejaría en paz.

Puse mi mano suavemente en su mejilla para luego cortar la poca distancia que había entre nuestros labios.

No era precisamente un beso, puse mis labios cerca de los suyos y deslice lentamente mi lengua llevándome todo rastro de chocolate. Era delicioso el sabor del dulce, pero no tanto como el de sus labios. Algo apenada me alejé.

—Y-ya no tienes ma-más chocolate— limpié con la servilleta tratando de ignorar su mirada fija—Creo que será mejor que me vaya— acomodé mi cabello y le saqué la vuelta para salir de la cocina pero frustró mi huida tomándome de la muñeca. —Lo siento, dije que no molestaría más pero...— comencé a hablar aceleradamente. Voltee a verlo y estaba de pie nuevamente con esa intimidante mirada, dio los dos pasos que había de distancia entre nosotros. Puso decisivamente su mano en mi cintura y sin perder el contacto visual soltó mi muñeca para tomarme de la nuca y atraerme a sus labios.

~•Pensando solo en mi•~ Joel Pimentel (CNCO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora