CAP. 26

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Cerré los ojos fuertemente como preparándome para el impacto pero Joel aceleró a fondo haciendo chillar las llantas para quitarse del camino del deportivo rojo, el cual volvió a su carril. Parecía totalmente intencional.

Joel frenó de golpe, alineándose en la acera y gracias al cinturón de seguridad no nos impactamos contra el vidrio. No tardó ni un segundo en desabrochar el cinturón y bajar para ir hacia la puerta trasera y asegurarse de que los pequeños estuvieran bien.

Yo solo me giré en el asiento para poder ver. Los ojos de Gabriel estaban abiertos a tope, y Angie quien parecía tranquila, de un momento a otro explotó en llanto.

— ¿Estás bien? ¿Qué te sucede? — le preguntaba Joel con desespero ante el incesante llanto de Angie.

—Mi vestido— dijo entrecortadamente mientras volteaba hacia abajo mirando su vestido totalmente manchado de pastel. Me fue imposible no reír.

—Pequeña no llores— le dije con ternura —Angie se limpia.

—Pero...— alargó con un sentimiento enorme

—Mira— me bajé del auto — ¿Te cambio de lugar Gabriel?— le pregunté y este de inmediato accedió —Yo te ayudo— subí y tomé un par de servilletas que traía y la ayudé a sacar el pastel de su ropa.

— ¿Todos bien?— preguntó Joel y ambos niños asintieron con la cabeza –No todos- pensé en mi interior, Johann morirá por esto.

—Gracias. — dije bajando del auto

— (tn) — me llamó Angie

—¿Qué pasa?— le pregunté sonriente

— ¿Mañana vendrás con nosotros?

—Eso no lo decido yo— le contesté mirando a Joel

—No— contestó seriamente —Mañana descanso de ella, además tengo trabajo— le explicó a Angie quien lo miraba con cara de cachorro abandonado en plena lluvia.

—Por favor— insistió

— (tn) es divertida— agregó Gabriel

—No— se negó nuevamente —Tienen colegio y tienen que hacer tarea.

—Mañana es viernes.

—Niños— los interrumpí —Obedezcan a su hermano, les prometo que luego iré a visitarlos. Pimentel abre la maletera— le dije para después caminar hacia atrás del auto.

— ¿Para qué?— preguntó bajando del auto

—Dejé unas cuantas bolsas ahí— abrió la cajuela y efectivamente ahí había alrededor de diez bolsas.

—No es normal tu obsesión con las compras— dijo mientras yo me sacaba un tenis cambiándolo por los zapatos de tacón que anteriormente traía

—Si tú tampoco eres normal— quité el otro tenis, me di la vuelta y las lancé a un basurero que estaba en la acera.

— ¿Por qué los tiras?— preguntó extrañado

—Los detestaste, así que no me sirven de nada— le dije riendo. Tomé todas mis bolsas —Nos vemos luego— besé su mejilla para después caminar hacia mi casa.

— ¿En dónde?— escuché la voz de mi madre cuando subía las escaleras

—Estaba en casa de...

—Está bien, yo mando a alguien para que recoja el pedido— era su celular con el que hablaba. Qué raro. —Perdón hija ¿qué decías? — tapó la bocina del celular para que no se escuchara de lo que 'hablábamos'

—Nada, no decía nada.

---Subí a mi habitación y mi celular sonó----

'Paso por ti mañana ¿sí?' leí el mensaje que había llegado a mi celular

'Eso ni lo preguntes, dalo por hecho' lo respondí

Continúe cambiándome, estaba cansada. Más bien fastidiada. Habíamos pasado todo el día contestando esa tediosa guía, lo único que quería es dormir.

'Muy bien, y ¿entonces? ¿Qué tal te fue?' me dejé caer en la cama con el celular en las manos y comencé a teclear.

'Excelente, tanto que puedo asegurar que has perdido la apuesta. No te sorprendas cuando Pimentel admita que esta locamente enamorado de mi' enviado.

Dejé mi celular en la mesa de noche y apagué las luces. En menos de cinco minutos había caído en un profundo sueño.

-Al día siguiente como de costumbre me vestí, pero esta vez esperé que Chris pasara por mí ya que sino recuerdan él me había pedido prestado mi auto. Cuando llegamos a la escuela estábamos afuera del salón de clases—

— ¿Y cómo te fue a ti?— pregunté divertida

—Genial— contestó Chris con esa perfecta sonrisa —Ya somos novios.

—Felicidades— dije sonriente, me gustaba verlo así de feliz y aunque la tal Ana, no fuera cien por ciento de mi agrado si lo hacía feliz, todo estaba bien. — ¿Después me contarás?— pregunté esperando un sí como respuesta

—Claro.

La campana que avisaba el inicio de la primera clase hizo que entráramos al salón.

Me senté en mi lugar de siempre, abrí mi bolso y me di cuenta de que no traía mi libro – Rayos- pensé molesta, ahora tendría que regresar a mi casillero.

Me puse de pie y salí del salón aprovechando que el profesor aun no había llegado y justo cuando salía Joel venía entrando.

—Hola lindo...— dije en un susurro solo audible para nosotros dos. Negó con la cabeza sin dejar de caminar. Sin duda 'Amargado' le queda corto.

El pasillo ya estaba vacío, giré hacia la derecha para caminar por el pasillo donde estaba mi casillero y fue ahí cuando lo vi.

— ¡Eres un idiota!— le dije a unos cuantos pasos de él

— ¿Qué?— soltó una carcajada

—Como que ¿Qué?— fingí una voz grave

—Ah, no me digas que Pimentel te contó el susto que le di.

— ¿El susto que le diste?— me había confirmado que él había sido el que casi nos pasa por encima con el auto. —No, no me lo contó— le contesté ahora más que molesta —Yo iba en el auto con otros dos NIÑOS— le grité

— ¿Tu ibas con él?— frunció el ceño. Señoras y señores Johann Vera se moría de celos. — ¿Por qué?— dio dos pasos quedando peligrosamente cerca.

—Que te importa— le contesté de mala gana —Solo deja de hacer estupideces que relacionen a Joel y a mi— me di la media vuelta pero me tomó rápidamente de la muñeca y de un solo tirón me regresó hacia él.

—Que bajo caíste— se refería a Joel. Me pegó en uno de los tantos casilleros, haciendo casi nula la distancia entre nosotros.

~•Pensando solo en mi•~ Joel Pimentel (CNCO)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt