Deja Vú

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-Puedo ayudarte...

Me dijo el policía, acercándose a mi, queriendo encontrar mi lado flaco, mi debilidad.

-No tengo... No tengo en qué.

Contesté, intentando safarme de su agarre, estabamos en un estúpido cuarto de intendencia y el espacio era muy reducido, podía sentir la respiración caliente del contrario.

-¿Que no?

Dijo, sacando de su uniforme azul una foto de aquél hombre, "mi amo".

-Sé que te tiene secuestrado, y sé...

-¿Qué sabes?

Ataqué, sin duda alguna no era bueno para los dos el estar ahí, en cualquier momento alguien nos podría encontrar, y cabía la posibilidad de que esa persona que lo hiciera fuese él, acto seguido el uniformado me soltó un poco las muñecas, mirando al suelo, como pudiendo no soltar aquello.

-Sé todo lo que te hace, aunque tu piel solamente refleje golpes casuales, sé que él te los hace, y que estos pocos que tienes, son porque estás sanando.

Dijo, continuando.

-También sé que te hace vestirte así, y que, abusa de tí, y que, es culpable de tres homicidios.

Este sujeto sabía mucho, lo cual no era bueno, ni para el, ni para mí.

Intentando dar por terminada la repentina charla, logré soltarme, y puse marcha a la puerta, y antes de salir, agregué.

-Amigo, estás alucinan-.

Me interrumpió, no había ni siquiera tomado el picaporte de la puerta y el me atrajo hacia su persona, tapando mi boca, podía ver por el cristal opaco de la puerta una figura, muy bien parecida, obviamente de quién menos quería que perteneciese.

-Shhh~

Siseó el oficial, mi corazón y el de él latian como locos, pensé que ambos moririamos, y si no lo hacíamos de un paro cardíaco, seguramente lo haríamos en manos del hombre que estaba del otro lado de la puerta, y en completo silencio, logré poner seguro a la puerta, estirando una de mis manos.

Ambos temblabamos, estábamos en completo silencio, apenas y era perceptible el ruido rutinario del otro lado y sudando frío, rogabamos porque el hombre se fuera y poder dar por terminada la conversación.

Dios, por favor haz que se vaya.

Imploré, el hombre ha había mantenido su presencia del otro lado un buen rato.

¿Y si nos descubrió? Voy a morir, o mejor dicho, vamos a morir.

Entonces, repentinamente y seguramente pagando por mis pecados, el hombre se acercó a la puerta, podía ver cómo su figura cobraba cada vez más obscuridad por la opacidad del cristal, y de repente, solamente se escuchaba el intento de abrir la puerta, cosa que impedía el seguro que había puesto, pero cada vez que el hombre de fuera lo intentaba, sentía que iba a ceder, y al vernos, nos mataría.

A este punto tanto el policía y yo estábamos abrazados, o bueno, el me abrazaba, y yo buscaba consuelo en su pecho.

Pasaron varios minutos de intentos en vano, antes de que el hombre decidiera marcharse, dejando por detrás el ruido que hacían sus pasos por el pasillo.

Suspiré pesado, al parecer lo peor había pasado, y ambos podíamos percibirlo.
Terminamos con el abrazo, había dejado algo de lágrimas en el uniforme del contrario, podía verse reflejado en aquellos puntos de un tono más obscuros.

-Por favor, eres pieza clave para hundirlo en prisión, sol-.

No le dejé terminar, salí de ese cuarto, sabía que cada minuto que causaba mi tardanza, era una docena de golpes y azotes que la impaciencia que había causado en el hombre se cobraría en mi.

★★★

Recién llegado, recién secuestrado y próximamente torturado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora