Un baño tibio ayuda a relajar la mente... y los músculos.

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Abrí el grifo de la bañera, dejando salir agua caliente, la llené hasta la mitad, luego de eso abrí el agua fría y llené hasta la mitad, haciendo agua tibia.
Abrí un frasco, era polvo para hacer espuma y burbujas, preparé todo y sin más me dejé llevar por el agua tibia, aquellas burbujas que se habían hecho me hacían sentir como un niño, cuando mamá me bañaba y yo jugaba con las burbujas.

Tomé la esponja y comencé a tallarme,mi cuerpo estaba lleno de ligeras costras, marcas de mordidas y moretones, además de un poco de sangre, diría que al entrar al agua esta se puso color rojo, por la sangre que estaba retirando.

Llegué hasta mi trasero, dolía de sólo pasar los dedos, tenía moretones y costras que emanaban poca pus.

—Nhg~

Gemí ligeramente al pasar mis dedos por mi entrada, aquel orificio rosado estaba tan lastimado, me daban ganas de llorar tan sólo de recordar lo que el otro me había hecho.

Limpié toda esa área con delicadeza, sólo usando las manos, luego seguí con lo demás del cuerpo; los muslos, las piernas, los brazos, el torso desnudo lleno de mordidas, marcas del horrible latiguillo y moretones negros y morados.

Luego de todo eso me quedé ahí en el agua, relajandome, tratando de recordar aquella escena que había sido plasmada en una foto.

Pero luego de tanto tratar y tratar no encontré nada, mi mente había bloqueado los recuerdos, o simplemente no existían.

Tomé la toalla y cuidadosamente me sequé, salí de la bañera no sin antes dejar ir por el drenaje el Agus color rojo, luego de eso con la toalla cubrí mis caderas y salí del cuarto de baño hacia la cama, en donde había dejado la ropa que el otro me dio.

—No creo que los llene...

Dije al ver el bóxer, era muy grande, digno de su dueño, pasé mi nariz por ellos para comprobar si estaban sucios o no, y no lo estaban olían a detergente de lavanda con toques frutales, me los hubiera comido de no ser que eran ropa, y la ropa no se come, sería capaz de comerme la esponja de la silla que estaba en el escritorio, pero comer cosas que no son comida me haría mal.

Sin más ni menos me puse el bóxer, era obvio que no los llenaría, había un gran bulto vacío en la parte de la intimidad, y mis glúteos apenas se marcaban en ellos, se hubieran caído, pero el resorte los mantenía en su lugar.

Luego seguí con la camisa, era bonita y todo, pero me quedaba grande, era como veinte tallas más que la mía, yo era pequeño en todo, me haría pasar por una chica y nadie sospecharía nada, mi cuerpo embonaba con el de una joven mujer a la perfección.

Ya vestido miré en el espejo del ropero, era un asco, mi piel se había vuelto blanca porcelana, porcelana manchada de golpes.

Lloré un poco, luego de eso me acosté en la cama, en la amplia cama en la que me hundia, caí dormido en un profundo sueño, estaba cansado de todo, cansado de llorar, cansado de los maltratos, y sobre todo... cansado de aquel hombre que tenía que ver algo con mi pasado ¿Tal vez es por eso que me sentí seguro en el momento en el que me compró?

Recién llegado, recién secuestrado y próximamente torturado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora