2920, Amanecer I, II, III, IV, VI, VIII

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Por

Carlovac Townway


I.

1 de Estrella del alba de 2920, El Duelo, Morrowind.

Almalexia estaba tumbada en su cama de pieles, soñando. No abrió los ojos hasta que el sol entró por la ventana, infundiendo un brillo lechoso a los tonos carne y madera clara de su habitación. Todo estaba tranquilo y sereno, al contrario que el contenido de sus sueños, tan sangrientos y repletos de celebraciones. Durante unos instantes, simplemente se limitó a mirar al techo, tratando de repasar mentalmente sus visiones.

En el patio de su palacio se encontraba una charca de agua hirviendo que humeaba en aquella fría mañana de invierno. Con el movimiento de su mano, despejó el vaho y pudo ver el rostro y la silueta de su amante, Vivec, en su estudio situado al norte. No quería hablar en ese mismo momento: estaba tan guapo con sus vestiduras de color rojo oscuro, mientras escribía poesía, como cada mañana.

"Vivec", dijo, y él levantó la cabeza sonriente al ver su rostro a través de miles de kilómetros, "he tenido una visión del final de la guerra".

"Tras ocho años, no creía que nadie pudiera imaginarse el final", comentó Vivec con una sonrisa, aunque se puso serio confiando en las profecías de Almalexia. "¿Quién saldrá victorioso? ¿Morrowind o el Imperio cyrodílico?"

"Sin Sotha Sil en Morrowind, nos vencerán", respondió.

"Mi intuición me dice que el Imperio nos atacará por el norte a principios de la primavera, por Primera semilla a más tardar. ¿Podrías viajar a Arteum y convencerlo de que vuelva?"

"Partiré hoy mismo", afirmó ella simplemente.

4 de Estrella del alba de 2920, Gideon, Ciénaga Negra.

La emperatriz deambulaba por su celda. El invierno le proporcionaba una derrochadora energía, mientras que en verano se pasaba sentada casi todo el tiempo al lado de la ventana, agradeciendo cada soplido del rancio viento de la ciénaga que entraba para refrescarla. Al otro lado de la habitación se encontraba su tapiz sin terminar acerca de un baile en la corte imperial, y parecía que se estaba riendo de ella. Lo desgarró separándolo del marco, para después hacerlo pedazos, que se amontonaron en el suelo.

Después, se rio de su propio gesto inservible de rebeldía. Dispondría de tiempo de sobra como para arreglarlo y tejer cien más. El emperador la había encerrado en el castillo Giovesse hacía siete años y probablemente la mantendría allí hasta que uno de los dos muriese.

Con un suspiro, tiró del cordel para llamar a su caballero, Zuuk. Apareció en la puerta en cuestión de minutos, completamente uniformado como corresponde a un guardia imperial. La mayoría de los nativos kothringi, los miembros de las tribus de la Ciénaga Negra, preferían ir desnudos, aunque Kuuz había desarrollado un gusto refinado por la moda. Su plateada y reflectante piel casi no se podía ver, más que en su cara, cuello y manos.

"Alteza Imperial", dijo haciendo una reverencia.

"Zuuk", comenzó la emperatriz Tavia. "me aburro. Hoy, vamos a discutir las formas de asesinar a mi marido".

La Biblioteca de Tamriel: OBLIVIONWhere stories live. Discover now