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Las extremidades de SeokJin temblaban como si fuera un ternero recién nacido, las piernas no le respondían de la manera en la que le hubiera gustado y su cuerpo estaba tan desconectado de su cerebro que fácilmente podría dividirse y ser dos personas diferentes.

Su bebe

Su pequeño niño, siendo un alfa y emparejado.

Sabía que no debía enloquecer, era lo que debía pasar. Había tenido largos ochos años para asimilarlo y realmente creyó haberlo hecho. Pero ahora, en medio de todo, se sentía como en una tormenta en medio de la bahía y grandes olas golpeando sin piedad contra su pequeña casa de seguridad, amenazando cruelmente con derribarla y arrastrarla hasta el mar de la locura paterna sin ninguna posibilidad de regresar.

¡Ni siquiera podía tomar las llaves con sus dedos sin que se le resbalaran!

- ¿Papá? - la dulce voz de su pequeña Lisa lo obliga parpadear una y otra vez hasta que un cortocircuito lo obliga a reaccionar, incluso parpadea y se da cuenta que, su sobrecargado cerebro, ni siquiera registrada dónde está.

-Si nena, papá está aquí contigo - Le sonríe, pero la pequeña recibe el gesto como una amenazante mueca de terror

-Estas sudando, papi ¿Estas bien? - Pregunta acercándose lentamente hasta el mayor, mira por sobre su flequillo recto hasta que los pulmones del omega sueltan todo el aire y se relaja ante esos ojos achocolatados que lo anclan a la tierra con un simple parpadeo.

-Si amor - Sonríe relajado - Papi esta mejor ahora que me sonríes - Agachándose hasta llegar a su altura, expone su mejilla, esperando un beso en ella, que la niña no se niega a regalar - Esa es mi pequeña - exclama abrazándola hasta su cuerpo.

SeokJin no tenía ni idea de lo que iba a pasar con ellos cuando supo que estaba esperando a una niña. Él siempre había estado rodeado de niños, él mismo era un hombre y muy pocas veces había interactuado con mujercitas, incluso con Yoona había sido algo menos forzoso, pero esta vez se trataba de su hija.

Yugyeom y Namjoon eran salvajes veinticuatro horas al día, si no estaban rompiéndose un hueso, estaban rompiendo sus preciados adornos y otros objetos de la casa (Y hasta la casa misma). Ellos siempre estaban llamando al plomero porque al cachorro se le fue un juguete por el excusado o a algún obrero para que tape algún hueco que hicieron tratando de colgar un cuadro que finalmente terminó traspasando el cemento hasta el otro lado. Con esos dos nunca podía saber, por las dudas guardaba el número de todo tipo de trabajadores. Y luego de eso, iba a tener que soportarlos a ambos gruñéndoles a los desconocidos hasta que salieran de su "territorio".

Pero... ¡una niña! Ellos iban a dejarla caer del segundo piso mientras intentaban hacerla volar o algo por el estilo.

Incluso él mismo tenía miedo de no saber sostenerla y acunarla cuando la tuviera entre sus brazos, pero Lisa siempre había hecho todo más fácil, desde el principio fue impactante e increíblemente tranquila, risueña e independiente. En ella había encontrado su pequeño minuto de paz cada vez que la miraba. Lo era también para los alfas.

-Ven, cariño, le haremos una visita a Kookie - Le sonrió invitándola a tomar su abrigo del perchero

Lisa rió entusiasmada y corrió en sus pequeñas zapatillas de ballet y el brillante tutú perlado que usaba para sus clases hasta que llegó al lugar, tomó la más rosa de sus prendas y lo colocó rápidamente para esperar a su progenitor que había dejado de temblar desde que su alma fue absorbida por los orbes marrones de su hija.

Quizás era una buena cosa tener a Lisa cantando canciones de Michael Jackson mientras conducía hasta el departamento del omega podía sentir su mala energía drenar mientras el vehículo se llenaba de Smooth Criminal, un pequeño gusto heredado de su padre alfa.

¡No soy un bebé! × YugKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora