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Jungkook caminaba apresurado por el interior del establecimiento, entró a dos salones pero no tuvo éxito en su búsqueda. Debía apurarse, tenia el presentimiento de que debía que llegar antes de que algo pasara. Entonces divisó el último salón al final del corredor, esa era su única esperanza. Se detuvo firme frente a la puerta y la observó cerrada.

–Estas en problemas, cachorro – Musitó antes de empujar suavemente la entrada al lugar

No había nadie. Suspiró dejando salir la frustración de su cuerpo y cuando inspiró, el leve aroma a alfa le acaricio las fauces sutilmente. Allí estaba.

Abrió los ojos con una imperceptible sonrisa, observó con detenimiento todo el interior del salón y finalmente se detuvo al final de este, donde el armario se ubicaba. Jungkook no quería ser malo, pero el día no había ido demasiado bien en la universidad y tenía trabajos por realizar al volver a casa, así que caminó lo más silenciosamente que el piso de madera chirriante se lo permitió y cuando estuvo frente al mueble hizo todo lo posible para concentrarse.

El ambiente comenzó a llenarse de un fuerte y sensual perfume a canela y naranjas silvestres, el omega estaba expeliendo su aroma a través de sus poros en busca de su alfa, llamándolo. Solo era cuestión de segundos para...

–Grrr –El gruñido molesto del chico resonó a través del metal y llegó a sus oídos llenándolo de satisfacción, esa estrategia nunca fallaba

–Sé que estás ahí Yugyeom, sal por favor. Hay que ir a casa – Solo pudo escucharlo refunfuñar pero no había ninguna señal de que fuera a obedecerlo. En momentos como este es cuando deseaba poder tener alguna voz comando para obligarlo, como solían hacer los alfas con sus omegas.

Volvió a expeler las notas aromáticas de su aroma, pero esta vez con más potencia. Solo debía tener cuidado de no enviar un mensaje equivocado a cualquier otro alfa que pasara por allí, no quería generar confusiones entre los adolescentes de un instituto donde todos parecían tener el instinto y las hormonas a flor de piel. Quizás no tenía una voz comando pero tenía sus propias técnicas para convencer a su alfa.

Un golpe fuerte rompió el silencio, el ruido provenía desde adentro del armario y supo que el pequeño debía estar volviéndose loco.

–Sal o se pondrá peor – Murmuró y no dudaría en hacerlo si fuese necesario para sacarlo de su infantil encierro

Iba a potenciar solo un poco más el aroma cuando la puerta de entrada resonó por el impacto de alguien abriéndola ferozmente.

Un no tan pequeño alfa lo miraba como si fuese un cordero indefenso y él un lobo feroz y hambriento, podía notar la oscuridad de sus ojos, al parecer no fue tan cuidadoso como pensaba y había logrado alterar a quien no debía.

–Umh, lo siento. Yo... ¿Podrías retirarte? Estoy en algo en este momento – No iba a actuar indefenso cuando el que lo estaba intimidando -o al menos intentaba- era un chico de quince o dieciséis años con menos de un metro setenta. Él no tenía ya sus veintidós años para dejarse amedrentar por un puberto.

Pero este chico al parecer no pensaba como él, cuando cerró la puerta a su espalda y giró el pestillo del seguro para encerrarlos con una sonrisa bastante macabra. De pronto, ese metro sesenta y tanto parecían ser dos metros.

–No lo creo, bonito. Siento que el cielo envió esto para mi en mi cumpleaños – Murmuró entre dientes mientras avanzaba hacia Jungkook

–Bien. No creo que te guste lo que provocarás si sigues acercándote a mi de ese modo – Jungkook hizo un paso al costado y pronto tuvo al chico frente a sus narices. Podía oler el claro llamado de apareamiento en su aroma.

¡No soy un bebé! × YugKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora