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Jungkook caminó a través del lugar sin ninguna expresión en el rostro, salió de The Sun y emprendió sin rumbo mientras su omega aullaba en su interior.

¿Cómo había dejado que todo eso pasara? No había una respuesta a esa incógnita, pero podía entender que la diferencia de edades se hacía cada vez más y más notoria entre ellos. Se cuestionó a si mismo sobre qué tan fuerte era el amor que decía sentir por Yugyeom y se sorprendió cuando la respuesta fue una sola: Lo amaba demasiado.

Le había entregado sus cortos años a cuidarlo sin saber que estaba destruyendo su verdadera relación con el chico. Ahora Yugyeom estaba tomando sus propias decisiones y, para bien o para mal, él no iba a ignorarlas.

Yugyeom acababa de terminar lo que sea que hayan tenido.

Lo había dejado incluso antes de presentarse.

Antes de tomarlo.

Existía algo sobre las relaciones humanas que aún era incomprensible para su mentalidad. Cuando alguien quería a otra persona, de alguna manera terminaba haciéndole daño, así sea intencional o no. Cuando hay amor, también existe el dolor. Prácticamente van de la mano.

–Jungkook – El omega se detuvo al oír su nombre, giró lentamente para encontrarse a su padre corriendo hacia él – Hijo ¿A dónde vas? – Las manos tibias de su padre omega tocaron su frente con preocupación, buscando algún rastro de fiebre o el motivo de su palidez – Bebé ¿Qué está pasando? Saliste de la cafetería sin decirnos nada, ni siquiera respondiste cuando Tae te llamó –

Jungkook se perdió en el infinito de los ojos de su padre. ¿Alguna vez podría ser como Jimin? ¿Iba a poder darse entero a si mismo aun a costa de terminar destrozado? ¿Él podía, acaso, ser merecedor de un gran amor como el que su mismo progenitor disfrutaba? Contempló el ceño fruncido de quien sostenía su rostro con devoción y entonces un fuerte ardor se alojó en su garganta y sus ojos estallaron llanto puro y profundo.

Cayó de rodillas sobre el pavimento, arrastrando a Jimin con él quien lo mantenía abrazado junto a su pecho mientras se desahogaba.

Nunca es fácil para un padre ver llorar a sus hijos y Jimin no era la excepción. Su corazón se contrajo y retuvo las lágrimas dando grandes bocanadas de aire, lo consoló en su pecho como cuando era un pequeño cachorro en busca de su alimento, podía sentir el dolor de su pequeño en su corazón como si fuera el suyo.

–Ya, Kookie... calma mi niño – Arrulló como si se tratara de un niño pequeño, ocultando su rostro en su cuello, rogando que su aroma familiar lograra consolar aunque sea un poco de su sufrimiento.

Jungkook lloró por todo lo que había perdido: el tiempo, la juventud, el amor... en los brazos de Jimin, en medio de la calle y con el corazón roto por un chiquillo que había despreciado todos sus esfuerzos por mantenerlo a salvo en todos los sentidos. Si, quizás había fallado pero nunca tuvo intenciones de herirlo.

Cuando el llanto ceso y su pecho se contraía por los espasmos de estos, pudo relajarse, sintiendo el calor paternal de Jimin aferrándolo a su cuerpo.

– ¿Estas mejor? –

Jungkook asintió levemente

–Lo siento, papá –Susurró apretándose más en su cariño, nunca se era lo suficientemente grande como no necesitar de Jimin.

–No lo sientas, bebé. Siempre tendrás a papá para ti ¿Bien? Ahora vamos adentro, necesito asegurarme de que realmente te sientes bien. – Comenzó a ponerlos de pie cuando Jungkook tiró de su camisa con la exaltación pintada en su rostro

–No –

Jimin lo observó, confundido por su reacción pero entendió a la perfección las emociones de sus ojos. Entonces le sonrió.

¡No soy un bebé! × YugKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora