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Bambam siguió al extraño chico que insistía en tirar de él, estaban corriendo por las calles y aun no sabía el destino, estaba confiando completamente en un desconocido. Uno de los pocos consejos que su madre le había dado era exactamente lo contrario a lo que estaba haciendo. Pero una persona que te alimenta no puede ser mala ¿Verdad? Además, la sensación de afecto que sentía al ir de su mano era algo totalmente nuevo pero no por eso menos satisfactorio. Desde que tenía memoria se había valido por su cuenta, no conocía lo que era recibir un buen trato o la magnífica sensación de sentirse a salvo.

¿Eso era lo que sentían esos niños que corrían a los brazos de sus padres a salir de esos lugares a los que llamaban escuela? Bueno, no podía decir que era precisamente malo.

Antes de que pudiera reaccionar, el chico se detuvo abruptamente, haciéndolo chocar contra su espalda. Bien, ahora le dolía la nariz después de chocar con esa montaña de músculos. ¡Rayos, el tipo parecía una pared!

– ¿Yefestrom? – Preguntó curioso, no conocía esa zona pero estar parado al frente de una... ¿Cafetería? Bueno, no era muy cuerdo teniendo en cuenta de que el lugar aun permanecía cerrado. Pero la sonrisa en el rostro del mayor era autentica así que se permitió confiar – ¿Es que vamos a seguir comiendo? Porque si es así, no me desagrada la idea ¿Eh? –

Yugyeom rió ante la ocurrencia de Bambam, miró la hora en su teléfono celular, ignorando las llamadas que tenia de Jungkook y lo volvió a guardar. Ya casi era hora de su tío Jimin y su padre llegaran, mientras tanto se encargó de hacerlo entrar por la puerta trasera hasta el viejo cuarto de juegos.

Se deleitó en la mirada de asombro que se dibujó en Bambam y la posterior sonrisa que le regaló. Sintió como, poco a poco, sus manos unidas perdían el contacto mientras el menor recorría el cuarto estupefacto.

– ¿Estamos asaltando el lugar? Porque no me molestaría ser atrapado por jugar un rato con esta consola – Explicó con la sonrisa brillante dirigiéndose hacia el lugar donde estaban los juegos.

–No, aquí crecí. Es la cafetería de tío Jimin, mi papá administra otra un poco más en el centro – Explicó – ¿Sabes jugar? – Tiró de su mochila a un costado sentándose en un puff donde se hundió.

La ternura en la mirada de Bambam lo conmovió por completo ¿Cuántas cosas se había perdido por tener que vivir una vida de adulto? Quería saberlo todo acerca del otro y darle las oportunidades que no había tenido antes. Ahora se sentía un completo afortunado, a pesar de los problemas típicos de la edad que tenía con sus padres, podía ver claramente que había tenido la suerte que no muchos poseen.

El menor negó, pero estaba tan entusiasmado por aprender, que olvidó completamente el hecho de que estaba en la tarea de buscar un empleo para no ser una carga en casa de su tía. Vio cómo el mayor le ofrecía el control del juego y sin pensarlo dos veces dejó sus cosas para sentarse en el lugar disponible.

Yugyeom esperaba que Bambam se sentara a su lado, en el otro lugar disponible, ciertamente no se imaginó que el chico se ubicaría entre sus piernas, con el trasero en el piso y la espalda apoyada en su pecho. Pero no se quejaba, estaban cómodos y eso le facilitaría las explicaciones sobre como jugar.

La cercanía le produjo cierta satisfacción, podía percibir el aroma a shampoo de manzana de su cabello. Se tomó el tiempo de explicarle el funcionamiento de cada parte y el objetivo del juego, perdiéndose totalmente en las dimensiones de su diversión.

Sin notarlo, ya había personas deambulando en el local mientras ambos estaban perdidos en su mundo virtual. Cuando Bambam logró, con una maniobra inigualable, derrotar al personaje del mayor una estruendosa carcajada les advirtió a todos de su presencia.

¡No soy un bebé! × YugKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora