La última oportunidad

Enamorado

Narra Dorian

Era obvio que no iba a esperar hasta el día de mañana para verla, así que muy decidido tomé las llaves de mi lamborgini para dirigirme directo al hotel Sheraton en donde me dijo se encontraba.

Tenía los nervios a flor de piel, aún no podía creer que la había visto. Me sentía demasiado feliz y emocionado, a pesar de que estaba consciente de que quizás ya era tarde para intentar recuperarla pero no estaba dispuesto a darme por vencido fácilmente.

Eran las 8 pm cuando estacione mi auto frente al gran hotel en donde se hospedaba Sofía.

No me bajé del carro, solo me quedé ahí pensado en una y mil cosas al mismo tiempo.

¿Estaba casada?

¿Esa pequeña niña era su hija?

¿Me había olvidado?

No podía parar de atormentarme con cada una de las interrogantes que venían a mi mente.

¿Qué debía hacer?

¿Debía entrar al hotel y preguntar por ella?

---Piensa Dorian...piensa...

¿Y si la suerte estaba de mi lado y la veía saliendo o entrando del hotel?

---Seguro pensará que soy un idiota o que estoy desesperado y en el peor de los casos que la estoy acosando.

¿Y si la secuestro?

Al final decidí quedarme ahí, dentro de mi auto esperando tener la suerte de verla. Después de que pasará más de una hora, sin darme cuenta me quedé dormido.

(...)

Me desperté asustado.

¡Rayos!

Miré mi reloj y este marcaba las 10 pm, decidí irme porque me di cuenta que no tendría el valor para ir a buscarla, así que no tenía caso permanecer ahí.

Justo antes de arrancar, vi una escena que me dejó estupefacto.

Observé como Sofía y la niña que vi hoy junto a ella, bajaban de un auto en compañía de un hombre que parecía un tanto anciano. Los tres reían amenamente mientras se adentraba en el hotel.

Mi mirada se cruzó con la de ella un par de segundos, me había visto.

Me sentí mal y también muy molesto para cuando noté que se despidió de sus dos acompañantes. Su mirada seguía fija en mi.

Se veía demasiado hermosa caminando hasta donde yo me encontraba.

---¿Qué se supone que haces aquí?

Cuestionó asomándose desde la ventana del copiloto.

---Sube.

Ordené mirándola fijamente.

Ella no dijo nada, solo subió al auto pareciendo estar fastidiada.

---¿Ese hombre es tu marido?

Cuestione mientras arrancaba el carro.

---¿A dónde vamos?

Acelere sin responder su pregunta.

---Responde primero lo que yo te pregunte.

La miré de reojo.

---¿Por qué te comportas de esta manera?

Me estacione en un parque que se encontraba a la vuelta, una vez ahí, me quité el cinturón de seguridad y me giré para poder quedar frente a ella.