Capítulo LVI

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(Foto: Astrid)

Las puertas del castillo se abren a los invitados. Hace años que no se celebraba ninguna fiesta ya que no había ninguna razón. Hoy Astrid regresa al castillo y en la corte rusa vuelve la felicidad.

Estoy ansiosa de conocerla pero también tengo miedo que no sea lo suficientemente buena para ella. Astrid se merece lo mejor.

Me pruebo miles de vestidos pero no siento que ninguno sea el indicado. Me miro una y otra vez en el espejo, cambio el peinado, me cambio de vestido y repito todo de nuevo. Llevo haciendo esto toda la mañana y es cuestión de minutos para que mi hija llegue.

-Te ves hermosa con todos –dice Fernando abrazándome por la cintura.

-Gracias, pero es mentira. –le respondo viéndome de pies a cabeza en el espejo.

-No te ha visto en 7 años, no se va a fijar en el vestido, eres su mamá. Te va a adorar te pongas lo que te pongas.

-Tiene 9 años ¿lo puedes creer? –le pregunto y niega con la cabeza repetidas veces.

-Ni siquiera me la puedo imaginar... -dice y después besa mi cuello.

-Fernando –le digo con voz temblorosa- Astrid no tarda en llegar.

-Tenemos tiempo. –dice y sigue besando mi cuello.

Me doy vuelta y beso sus labios con desesperación todo parece estar en orden hasta que...

-¡Alexandra! –escucho un grito emocionado y se abre la puerta tomándonos por sorpresa.

-¡Ups! ¿Mal momento? –dice Leonor poniéndose roja de las mejillas.

Isabel y Cristy asoman sus cabezas por la puerta con una sonrisa gigantesca.

-¿Por qué siente que esto ya pasó? –dice Fernando riendo.

-En el barco... -río recordando.

-Siempre tan oportunas –bromea Fernando.

Corro a abrazarlas y siento que eso que me hacía falta desde hace años vuelve a mí. La felicidad emana de mi cuerpo y no puedo recordar hace cuanto estuve asi de contenta.

-¡Las extrañé demasiado! –les digo sin soltarlas.

-Y nosotras a ti –dice Isabel.

-Te tengo que poner al corriente –dice Cristy con una sonrisa coqueta.

-Yo también. –la secunda Leonor.

-Y yo. –dice Isabel haciendo que todas riamos como antes.

-Bueno chicas, las dejo, esperaré a mi hija en la sala de tronos.

-Adiós. –dicen todas al mismo tiempo.

Minutos después tocan a la puerta interrumpiendo la historia de Cristy y sus aventuras con George.

-Reina Alexandra, la princesa ha llegado. –dice una dama rusa y se aleja de prisa después.

-¿Cómo me veo? –les pregunto nerviosa.

-Como toda una reina... -me responden al mismo tiempo. Ya hemos pasado por esto, tantas veces.

Salimos corriendo de la habitación hacia la sala de tronos. Mi corazón late con rapidez y no solo es porque corrimos de un lado del castillo al otro, estoy emocionada, por fin veré a mi hija.

Al llegar a la sala de tronos me detengo en seco. Frente a mí está una hermosa niña con cabello rizado y castaño con los mismos ojos azules de cuando era una bebé y al verme simplemente sonríe.

Me toma unos segundos procesarlo pero después corro a abrazarla y ella me recibe con los brazos abiertos.

-¡Oh por Dios! ¡Mira cuanto has crecido! –le digo sin dejar de abrazarla.

-¡Astrid! –grita Fernando emocionado al ver a su hija y se une al abrazo.

Soñé con este día durante tantos años y hoy por fin se hace realidad. Mi hija esta parada frente a mí y es simplemente perfecta.

-¿Qué le paso a tu cabello lacio? –le pregunto viendo sus rizos perfectos.

-Cambió cuando tenía como 5 años... -responde con una voz dulce.

Su vestido es azul cielo y lleva sobre sus hombros una capa roja por el frío invernal. Me quedo un momento simplemente viéndola, conociéndola, grabando su rostro en mi memoria.

-¡Que viva la Princesa Astrid! –grita Louis desde la multitud que vino a conocerla.

-¡Viva! –se escuchan cientos de voces en coro.

-¡Larga vida a la Reina! –grita entusiasmado George.

-¡Viva! –gritan todos.

-¡Larga vida al Rey! –grita Christopher en entre las personas.

-¡Viva! –gritan todos festejando.

Astrid mira asombrada cada detalle del castillo, la admiración de las personas y finalmente se queda con la mirada fija en los tronos.

-Son tres... -dice atónita.

-Así es, nosotros somos los reyes pero tu... tú mi niña, eres la próxima reina. –dice Fernando tomándola de la mano y la dirige hacia su trono.

Todos guardan silencio viendo a Astrid subir las escaleras hasta los tronos y prevalece el silencio hasta que sienta en uno de ellos, todos gritan y festejan la llegada de mi hija y simplemente es el mejor día que he tenido en todos estos años.

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Días después Astrid, Fernando y yo hemos ido a cabalgar, hemos bailado, cantado, teniendo una fiesta tras otra por cualquier motivo.

Ojala mi madre estuviera aquí con nosotros.

Ella murió hace varios años pero sus últimas palabras fueron "Larga vida a la reina"

Dejaré el pasado atrás y disfrutaré cada segundoque tenga a mi hija a mi lado, por fin tengo una razón de vivir.

La Próxima ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora