Capítulo VIII

4.4K 297 8
                                    


(Foto: Alexandra 10 años)

Veo el bosque a través de la ventana del carruaje. El viaje en barco se sintió más largo que la primera vez, ya no estaban los hermanos para hacernos reír por todas esas cosas sin sentido.

Ahora, como hace dos años, el carruaje se mueve de un lado al otro al pasar por encima de las piedras en el camino. El cambio se sintió en el momento en el que nos adentramos en el bosque. La humedad y el olor a agua salada se habían ido, convirtiéndose en el aroma a tierra mojada, el fresco del viento y el singular aroma a pino.

Llegamos justo en la temporada de lluvias, pero unas cuantas gotas no nos iban a impedir regresar al castillo. Además es una temporada dónde las hojas de los árboles se vuelven más verdes, las flores de todos los colores y tamaños, crecen y los pequeños animales del bosque cuidan de sus crías. Se puede decir que es la segunda estación de año que más me gusta, pero nada me hará cambiar de opinión cuando digo que el invierno es mi favorita.

-No puedo creer que en serio estemos aquí. –les confieso y dejo de ver el paisaje para verlas a ellas.

-Estamos en Suecia. –dice Isabel suspirando.

Entramos al pueblo, lo que significa que dentro de 20 minutos estaremos en el castillo. Dentro de 20 minutos veré a mi madre y a mi padre por primera vez después de dos años.

Algunas partes del pueblo se ven pequeñas casas que fueron quemadas, escombros, algunas personas heridas pero vivas, heridas pero sobrevivieron. Cuando mi madre me escribió la carta diciendo que podíamos regresar me advirtió sobre esto, se acabó una guerra, nada bueno queda después de una guerra.

La verdad me imaginaba cosas mucho peores cuando me dijo que me mentalizara y que estuviera preparada para lo que iba a ver. Creo que no se ha dado cuenta que han pasado dos años y por poco que sea he madurado.

Ya no soy una niña inocente. De hecho nunca lo fui.

Crecí muy rápido y he madurado mucho más después de la muerte de David. El aceptar que nunca más iba a hablar con él implicaba que debía saber cómo manejar una situación así. Solo me quedaba hacer una cosa, madurar.

-¡Llegamos! –grita Leonor emocionada sacándome de mis pensamientos.

El carruaje se detiene justo en la entrada. El chofer abre la puerta y mi corazón empieza a latir más rápido. Sostengo a Duquesa en mis brazos y se la paso a Isabel.

-¿Listas? –les digo con una gran sonrisa y todas asienten rápidamente.

Bajo del carruaje. Mis zapatillas tocan la tierra húmeda y al levantar la vista los veo.

Mi madre se ve más hermosa que antes, lleva un vestido morado representando realeza, sus preciosos ojos azules grisáceos me miran fijamente y puedo apreciar que una lágrima se resbala por su mejilla.

-¡Alexandra! –mi madre grita y corre a mí y yo a ella.

La abrazo como todos estos años quise hacerlo toma mi mejilla con cariño y sus ojos se llenan de lágrimas.

Leonor baja apresurada del carruaje y se une al abrazo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Leonor baja apresurada del carruaje y se une al abrazo.

-Mis pequeñas princesas... -nos dice mientras se aleja un poco.

-Te extrañamos muchísimo. –le digo secando las lágrimas de mis mejillas.

-Miren cuánto han crecido. Mis niñas... -mi padre se acerca a nosotras y corro a abrazarlo seguida por Leonor.

Nos abraza con fuerza y siento que todos estos años valieron la pena. Hemos vuelto a nuestro hogar. Estamos de regreso a Suecia y no me pienso ir hasta que sea Reina.

-Tienes mucho que contarme acerca del Príncipe Fernando. –me dice mi madre con una sonrisa.

-Empezando, me regalo un cachorro, se llama Duquesa. –le digo riendo mientras Isabel me devuelve a mi perrita.

-Bueno, creo que si te quiere después de todo. –dice mi padre con tono celoso.

-Enrique... -mi madre lo asesina con la mirada.

-Está bien, mejor hay que entrar, no tarda en llover. –dice mi padre entrando al castillo.

-Por allá hay unas personas que se mueren por verlas. –dice mi madre señalando el fondo del pasillo y mis damas miran hacia esa dirección.

-¡Madre! –Cristy corre a los brazos de una de las damas de mi madre.

-¿Isabel? –dice la otra dama a lado.

-¡Mamá! –Isabel corre a los brazos de su madre con lágrimas en los ojos. Al verlas felices a lado de sus madres me hace sentir aliviada, llegaron a salvo.

Mis amigas son idénticas a sus madres y a pesar de todos estos años nunca las había notado. En estos momentos me doy cuenta de los mal que me había portado con las que siempre han estado a nuestro lado, ni siquiera se los nombres de sus madres...

La Reina nos toma de las manos y nos dirige a la mesa principal, la misma que usábamos cuando había invitados importantes, solo que ahora es por nosotras.

Nos sentamos Leonor y yo de un lado para quedar frente a mis padres. Cientos de platillos decoran toda la mesa aunque todos sabemos que nunca se acaba toda esa comida.

Pongo a Duquesa en el piso y se acuesta a lado de mi silla.

-¿Cómo han estado? No puedo creerlo, no sé por dónde empezar. –dice mi madre apresurada y sonrío.

-Cuando llegamos en serio estaba muy nerviosa de conocer al Príncipe Fernando pero pasaron los días, meses, años, y llegó el momento en que nos convertimos en amigos. Jugábamos juntos, salíamos a cabalgar y en el atardecer íbamos a la playa y mirábamos cómo el sol se escondía en el horizonte.

-¿Te trató bien? –pregunta rudamente mi padre y sonrío ante su reacción.

-Sí padre, me trato bien.

-Cuéntame cómo es... -me pide mi padre mientras toma otro bocado del corte frente a él.

-Fernando es amable, caballeroso, gracioso, tiene unos preciosos ojos azules y un cabello rizado color café claro.

-En una palabra quiere decir que es guapo. –dice mi hermana riendo a mi lado.

-Sí lo es, pero platícales sobre Carlos, su hermano menor. –le digo con una mirada coqueta y me asesina con la mirada.

-¿El Príncipe Carlos? Pensé que era mayor que Fernando... -dice mi madre.

-No lo es, tiene 8 años, solo un año mayor que yo. En realidad se parece mucho a Fernando solo que Carlos es rubio y con el cabello chino pero tiene los mismos ojos azules que su padre.

-Después de todo parece que se la pasaron bien estos últimos años. –dice mi madre riendo y todos reímos con ella.

Había olvidado lo que se sentía platicar con mis padres.

Estamos de regreso.

La Próxima ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora