Capítulo XVI

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(Foto: Leonor 17 años)

Isabel y Cristy están a mi lado en todo momento. Todas con nuestros vestidos negros puestos, listas para el entierro de mi padre. Leonor por otro lado no se separa de mi madre ni del inerte cuerpo de mi padre.

Suben el ataúd a uno de los carruajes, ahora el castillo parece vacío, sin vida, a pesar de las cientos de personas que nos acompañan en su funeral.

Nos subimos a los carruajes atrás del ataúd hasta llevarnos al terreno dónde enterrarán a mi padre. Las gotas de lluvia caen una tras otra escuchándose como una lenta y triste melodía. El carruaje pasa por encima del lodo y lo único que se escucha son las gotas de lluvia al caer y el fresco viento cuando pasa entre las hojas de los árboles.

Entonces la pesadilla se hizo realidad. Ese día lluvioso, dónde el sonido de las espadas chocando unas contra otras se escuchaba por todas partes, el terrible llanto de mi madre al ver al Rey moribundo y ahora frente a mí el ataúd...

Hasta este momento me doy cuenta de todo lo que hemos crecido

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Hasta este momento me doy cuenta de todo lo que hemos crecido. Cristy, ahora es una mujer de 21 años con su hermoso cabello color oro y sus profundos ojos cafés. Isabel, tiene 19 años con su cabello en una trenza rubia, cambió bastante desde que la conocí, pero sus hermosos ojos verdes son los mismos. Leonor, mi hermana menor, con 17 años recién cumplidos, ya es toda una mujer.

Tantos años han pasado y por más que cambiamos seguimos unidas, como en un principio. Los vestidos de colores pastel han sido remplazados por colores fuertes e intimidantes. Esperé nunca vestirme de negro, mucho menos para el funeral de mi padre.

-¿Alexandra? –mi madre me llama sacándome de mis pensamientos.

-Perdón. –el cardenal sigue su sermón y me pide decir unas palabras.

Me da miedo que el nudo de mi garganta no me deje hablar con claridad. Gran parte del pueblo están aquí para dar su pésame ante la caída de su Rey.

Lentamente me acerco al ataúd de mi padre dentro de la fosa que han hecho en la tierra. Cientos de flores están alrededor, una flor por cada persona del pueblo. Mis manos comienzan a temblar pero trato de disimular ante todos.

-Mi padre fue el mejor Rey que Suecia ha tenido. Ahora, él me deja una gran responsabilidad, pero haré todo lo posible por que Suecia siga adelante y prosperando. Mis padres cuidaron de nosotras y nos educaron para ser grandes personas y es lo mejor que mi padre me deja. No las tierras ni el castillo, mucho menos el dinero, lo mejor que mi padre nos dejó fue su amor y el gran recuerdo de que su reinado triunfó. Ahora, él ya no se encuentra con nosotros, pero sé que está en un lugar mejor y ya no está sufriendo...

Digo tratando de motivar al pueblo con mi voz firme y decidida pero en el fondo, el nudo en mi garganta me impide continuar hablando y el dolor de mi corazón es insoportable. Mis manos no dejan de temblar así que tomo mi vestido con ambas manos para tratar de disimular.

Lo único que se escucha es el llanto de algunas personas y las pisadas de algunos pueblerinos que se retiran a sus casas para impedir que la tristeza los invada. No puedo creer que algunos nunca conocieron a mi padre, pero aun así las lágrimas no dejan de caer por sus mejillas.

Leonor no para de llorar en el hombro de mi madre, mientras ella trata de consolarla. Acaricia suavemente su cabello como cuando éramos niñas mientras no podíamos dormir nos arrullaba cantando una canción de cuna.

Las gotas de agua caen sobre nosotras así que las lágrimas se confunden con pequeñas gotas de agua. Los guardias rápidamente nos cubren de la lluvia con pueden pero no es suficiente. A pesar de todo nadie se queja de las frías gotas sobre ellos, no puedo poner atención a esos pequeños e insignificantes detalles cuando el ataúd de mi padre esta frete a mí.

Nuestros vestidos están completamente mojados al igual que nuestro cabello. Al principio eran unas cuantas gotas pero ahora caen repetidamente mojando todo a su alcance.

-Alexandra, vamos al carruaje... -me dice dulcemente Isabel tomándome de la mano.

-No, vayan ustedes. –les digo zafándome de su agarre- Tengo que ver cuando lo entierren por completo.

-Vamos Alexandra, te vas a resfriar. Lo puedes ver desde la ventana. –Cristy me mira a los ojos con ternura y me extiende su mano.

Su cabello mojado se pega a su rostro. Se escucha un trueno a lo lejos haciéndome dar un pequeño brinco. Tomo su mano y las tres nos subimos al carruaje, resguardadas de la lluvia.

-¿Qué hay de Leonor? –les pregunto mirando por la ventana a mi destrozada familia.

-Van a estar bien, tu madre y Leonor son fuertes, solo necesitan tiempo. –dice Isabel tratando de sonar segura.

-¿Estas lista? –me pregunta Cristy.

-¿Para qué?

-Convertirte en la Reina de Suecia y Rusia...

-La verdad ahora no puedo pensar en eso, me aterra, pero estaré lista... -les digo mientras veo por la ventana como echan lodo sobre el ataúd de mi padre. Leonor y mi madre caminan hacia el carruaje frente a nosotras y suben en él.

-¿Estas bien? –Cristy me toma de la mano y asiento con la cabeza.

-He pasado por esto, estaré bien. A veces solo tenemos que dejarlos ir...

-Aquí estamos para ti, siempre. –Isabel dice dulcemente.

-Lo sé. Gracias. –el carruaje comienza a andar haciendo que mi padre quede atrás.

Tengo miles de sentimientos encontrados, miedo, tristeza, angustia, dolor. Dentro de poco tendré que encontrar de nuevo con Fernando Romanov. Han pasado tantos años que no puedo creer que algún día viví allá. Las imágenes son tan claras, el mar, el aroma del agua salada, la suave y fina arena, el trotar de los caballos, sus ojos...

Llegamos al castillo. El camino pareció interminable. A pesar de que Leonor está encerrada en su habitación puedo escuchar sus sollozos.

-¿Te parece bien? –Cristy me pregunta levantando la ceja.

-¿Perdón?

-¿Escuchaste algo de lo que dijimos? –Isabel pregunta y miro al piso apenada.

-Tu madre quiere que regreses a Rusia para que te coronen, le pedimos tiempo para poder hablar contigo.

-¡¿Acaba de morir mi padre y ya me quiere hacer Reina?! –sollozo y mis piernas no me pueden más.

Me siento débil. Mis piernas me fallan poniéndome de rodillas en el piso. Cristy e Isabel se ponen de pie de inmediato y me ayudan a levantar acostándome en la cama dónde ellas estaban sentadas.

-Tenemos que volver Alexandra... -Isabel dice sentándose en un extremo de la cama.

-¿Te parece bien un mes? Para que proceses todo esto. –me apoya Cristy tomando mi mano sentándose a la altura de mi cintura.

-Creo que está bien. Un mes y regresamos a Rusia. –una lágrima cae por mi mejilla.

Cristy seca la pequeña gota que resbala por mi mejilla con delicadeza y me dedica una sonrisa.

-Vas a estar bien, sé que parece que nunca vas a poder superarlo pero sé que lo harás. Siempre lo haces. –Cristy se acuesta a mi lado y la abrazo.

-Dolor convertido en poder... -susurro sentándome.

-Siempre. –Cristy se sienta después de mí y no puedo evitar llorar. No puedo resistirlo más.

Me abraza con fuerza y siento su apoyo incondicional como siempre. Al menos estoy segura de que cuando reine no lo haré sola. Mis amigas estarán ahí para mí al igual que yo para ellas.

Leonor estará bien al igual que todas.

Después de todo yo soy la próxima reina.

La Próxima ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora