Capítulo XXIV

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Christopher, Duquesa y yo caminos por los oscuros jardines del palacio con solo una vela que alumbra el suave pasto cubierto por una fina capa de nieve. Después del caos que Duquesa hizo en la fiesta decidimos que era mejor que corriera libremente fuera del castillo y fuera del alcance de los sabrosos bocadillos.

-¿Siempre se comporta así? –me pregunta el Príncipe Christopher sin dejar de caminar.

-No, suele ser más calmada. Seguro algo la asustó, dicen muchas leyendas sobre este castillo, fantasmas y de más...

-Me refería a ti. ¿Siempre eres tan callada? –me interrumpe deteniéndose haciendo que yo haga lo mismo.

Gracias a la pequeña flama de la vela lo único que puedo apreciar es su rostro, ha dejado de nevar pero el frío permanece, el cielo se tiñó de negro y las estrellas se escondieron detrás de él, así que la vela es lo único que nos alumbra por el momento.

-No soy callada. –le respondo a la defensiva.

-Claro que sí, yo he estado platicando todo el rato. ¡Sabes toda mi vida! –dice riendo ocasionando una sonrisa en mis labios.

-Si es así has tenido una vida muy corta...

-Soy joven, me faltan muchos sueños por cumplir y aventuras que vivir. ¿Puedes decir que ya has hecho todo lo que deseas? –me mira a los ojos y da un paso hacia mí. Estamos tan cerca que puedo sentir su agitada respiración.

-Para nada, mi vida apenas comienza. –digo dando un paso hacia atrás y continuo caminando.

-Ya te he contado lo más interésate de mi vida. Tu turno.

-Bien. ¿Qué deseas saber?

-No lo sé. Cuéntame de tu familia.

-Bien empecemos por lo más difícil de explicar... Tengo una hermana menor, se llama Leonor y tiene 17 años, antes tenía un hermano mayor, David, pero murió cuanto era muy pequeña, mi padre murió hace meses y mi madre perdió la noción del tiempo, los doctores dicen que tiene demencia. –termino de decir con un suspiro y siento un nudo en el fondo de mi garganta.

-Perdón, en serio no quería incomodarte.

-No importa, no te disculpes, no es tu culpa. Nunca lo he entendido...

-No me disculpo porque yo fuera el causante, me disculpo porque eso no debería haberte pasado.

-No es como si hubieras podido hacer algo.

-¡Reina Alexandra! ¡Majestad! –un chico corre hacia nosotros y a juzgar por su rostro no son buenas noticias.

-¿Qué ocurre? –le pregunto una vez que esta frente a mí.

-Tenemos noticias urgentes de Suecia. –termina de decir y de inmediato siento que mi corazón se acelera y mis manos se congelan.

****

Termino que leer la carta que me envían desde Suecia, lo que no logro entender por qué dejaron que creciera el problema, ahora es más difícil resolverlo. Pude haber hecho algo antes. 

Niños.

Mujeres.

Hombres.

Ancianos.

Todos muriendo de hambre.

Las cosechas se han muerto por las heladas haciendo que solo las personas con altos recursos puedan comprar lo que sobrevive. Todo lo han subido de precio y ahora por no avisarme antes gente inocente e indefensa está muriendo.

-¿Qué propone, Majestad? –dice el mensajero Sueco.

-Lleva ésta carta a mis concejales, dígales que yo me haré cargo.

El mensajero hace una reverencia ante mí antes de salir a toda prisa de la sala de conferencias.

Christopher fue con su hermana al saber que yo estaría ocupada arreglando los asuntos pendientes de Suecia. Desde que nací tengo en la sangre hacerme cargo de toda una nación, pero es más fácil decirlo que hacerlo...

Me dirijo con Fernando para platicarle lo sucedido. Siendo aliados de Rusia, ellos debería apoyarnos en problemas como estos, por algo son las alianzas.

-Fernando... -le digo haciendo que deje de hablar con unas personas y se dirija hacia mí.

-¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

-Necesito de su apoyo. Las heladas han matado las cosechas y Suecia tiene un problema de hambruna. Cientos de personas están muriendo.

-No te preocupes, hablaré con mi padre... -dice dándome un abrazo.

-Estoy bien. –le digo separándome de él- Tengo que salvar a mi pueblo, tarde o temprano algo pasaría. Después de todo, soy la Reina.

-Lo sé. –dice mirándome a los ojos y una sonrisa de oreja a oreja- Buscaré a mi padre. –dice alejándose a paso rápido.

-¡Alexandra! –me grita una voz detrás de mí.

-Cristy...

-¿Qué pasa? Vi salir a un mensajero Sueco. ¿Todo está bien?

-Todo va a estar bien. Las cosechas murieron y ahora no tienen nada que comer...

-Dios mío. –dice cubriendo su boca con una mano.

-Sus familias están bien. Sirven a la realeza y todos los días hay comida en el palacio. Pueden mandar una carta para asegurarse que todo este bien.

-Gracias... Le avisaré a Isabel.  –dice alejándose.

-¡Cristy! –la llamo antes de que se vaya, ella me mira confundida- No le vayan a decir nada a Leonor... -asiente y sigue su camino.

La Próxima ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora