¿A quién engaño? Mi omega interno estaba completamente alborotado. Vitally generaba en mí un sentimiento extraño. Una mezcla de nervios, emoción, timidez; todo junto.

Era extraño.

Era un desconocido, que generaba cosas desconocidas en mí, se me hacía extraño.

Y me asustaba.

Me asustaba, porque una parte de mi subconsciente me advertía lo que podía suceder.

Y yo no quería que eso sucediese.

Pero... ¿Quién puede evitar lo inevitable?

- ¡Voy a pasar! - dijo Pichit sacándome de mis pensamientos - Ten esto - me ofreció una taza color verde oliva que desprendía un olor suave.

- Gracias - me limité a decir antes de tomar un sorbo de la infusión.

Nos mantuvimos en silencio unos momentos, pero no fue un silencio incómodo. Mi mánager no decía nada, pero tampoco mantenía su mirada en mí solamente, más bien estaba esperando a que acabase la bebida para decir algo.

Cuando dejé la taza en el azafate que me había traído, tomé un poco de aire antes de abrir la boca para hablar.

- Ya elegí la ropa para la cita - se adelantó a decir Pichit - No tienes que preocuparte por eso.

Debí abrir mucho los ojos y la boca en ese momento, ya que Pichit se empezó a reír luego de ver mi rostro.

- No me mires así Katsuki - dijo llevando sus brazos cruzados a su abdomen - Ay Dios, no soy tan cruel como para malograrte una cita. Solo déjame medirte la temperatura por última vez, luego de eso haremos tu ritual de ducha y esas cosas.

Moví mi cabeza hacia adelante como gesto de aceptación. Pichit me colocó un termómetro en la boca y posó su mano sobre mi frente.

- Yo diría que solo tienes un poco de calentura, ni se te ocurra pedirte cosas heladas por favor.

Intenté hablar, sin embargo, él apretó mi brazo para impedir que el aparato se moviese.

Dos minutos más tarde, el termómetro marcó mi temperatura, 36,5° nada mal, incluso diría que era una temperatura promedio.

- Bien, de pie, vamos a ducharte.

- ¡Sí! - dije canturreando.

En el baño, entré a la bañera mientras mi amigo colocaba las sales en el agua. Se sentían deliciosas, y olían demasiado bien: margaritas, rosas, miel, chocolate, menta fresca, una tremenda explosión de olores.

Luego de eso, seguía el acondicionamiento del cabello, era divertido jugar con las pequeñas burbujas de espuma que salían de mi cabellera mojada.

Finalmente, las cremas hidratantes.

¿Qué si era demasiado? Tal vez sí.

¿Qué si me molestaba? ¡Para nada!

Además, solo así mantenía mi piel de bebé. Algunos modelos envidiosos piensan que me hice operaciones, ilusos.

- ¿Qué elegiste Pichit? - le dije a mi mánager mientras él cepillaba mi cabello con cuidado.

- Un conjunto perfecto para una primera cita - respondió él jugueteando con mis cabellos rebeldes, poniéndolos como pinchos - Ni muy casual, ni tan formal, no es monótono, pero tampoco explota de colores. Es sencillo, adecuado para la ocasión y hará que te mezcles entre las personas si caminas por las calles. Obviamente que resaltarás por tu guapura, pero al menos no será por lo que llevarás puesto... ¡Acabé! - dejó el peine a un lado y procedió a esparcir un poco de un producto de secado rápido que favorecía al brillo y bajaba el frizz.

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