Ella no me había comentado que se tenía que ir, pero supuse que se le olvidó y luego se acordó, por eso se tuvo que ir de inmediato, pensé que quizás eso también le pasaba a Mateo.

Una hora después ya me encontraba cocinando algo para mí cuándo escuché la puerta abrirse y supuse que había llegado mi mamá, y así fue, en pocos segundos ya la tenía en la cocina, sirviéndose un poco de agua.

—Hola, mami, llamó papá para saber sí ya había llegado el cheque y te mando saludos —hice una pausa, y me armé de valor para preguntarle—. ¿Puedo acompañarte a...?

—No, ni siquiera lo pienses —me cortó de inmediato y dejé caer mis hombros derrotada—, sigues castigada por perder mis cosas... tal vez así aprendes a cuidar las cosas.

—Está bien, pero al menos dame la nueva clave del wifi —intenté negociar porque ya me estaba aburriendo.

—Briana Maria Aguilar López —dijo mi madre alzando la voz, y supe que no era nada bueno para mí—, ¿Dónde está el cheque?

—Sobre la mesa, Susana Esther López —dije bromeando, tratando de alivianar el ambiente como lo hacía usualmente David.

—No estoy bromeando —aclaró, ahí fué cuándo me preocupé aún más—, no está aquí, dámelo María.

—Pero yo no lo tengo —dije un poco molesta—, puedo ser un poquito mentirosa, pero nunca una ladrona, madre.

—Estás cavando tu propia tumba, María —dijo molesta, yo me crucé de brazos, desafiandola hasta con la mirada—. ¿Quién más aparte de nosotras dos vive en esta casa?, ¿o vino alguien más mientras yo no estaba?

—Pues, sí —dije un poco exaltada, pero fue entonces cuando pensé bien las cosas.

Recordé que la cartera de Gabi estaba en el sillón... la iba a llamar con el celular de mi madre para avisarle...

—¿Quién vino? —preguntó mi madre al ver que no iba a continuar, y sí, le había dicho que Gabi iba a venir, pero al parecer no me prestó atención...

—Mami, no me dejas terminar... te iba a decir que, de que... pues si de pura casualidad se cayó por allí por culpa del aire o algo así.

—Mira, Mary, me iré un rato, pero cuando vuelva quiero ese cheque en esa mesa, ¿Entendiste?

—Pero yo no lo tengo —le volví a reclamar pero ella comenzó a salir de la cocina—, sí, ajá, yo también te amo, madre tan compresiva y divina.

Cerró la puerta principal con mucho enojo, ah, ¿Pero si hubiese sido yo la que cierra la puerta así?

Apagué la estufa y me fuí a la sala, me quedé parada, inmóvil, viendo la cartera de Gabi.

Yo era la peor amiga del mundo, ¿cómo podía pensar que mi amiga, la que se ha preocupado por mí para que sea una verdadera cristiana, la que me ha enseñado a orar, la que me ha acercado a Moisés, cómo podía pesar que ella...?

No, ni siquiera podía pensarlo, pero quizás...

Decidí acercarme y cuándo tomé la cartera sonó mi celular, que ahora sí lo tenía conmigo y contesté sin dejar de ver la cartera:

—¿Hola?

—Hola, Mary —saludó Gabi desde la otra línea—, creo que dejé mi cartera en tu casa...

—Sí, aquí está.

—Bueno, porfa, no la revises, es que tengo algo ahí que no puedes ver, ¿está bien?

—Claro, amiga, no te preocupes, no husmearé, bueno, ya es tarde, me iré a bañar —mentí para que ella pensara que estaría en el baño, pero en realidad revisaría su cartera.

¡Rayos!... Me Enamoré De Un Cristiano [Parte 1]Where stories live. Discover now