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La porcelana rota

Querido Diario:

—Mierda...

Sí, querido Diario, esa fué mi primera palabra después de dejar caer mi bolso dramáticamente, ¡Pero no es mi culpa!, ¿Quién le dice a su hija que tiene un novio desde hace unos meses y se lo dice justo cuando ya van a pasar por ella?

—¡María! —me reprendió mi madre con algo de angustia en su voz y su mirada reflejaba lo asustada que estaba.

—Perdón, perdón...pero, ¿Porque rayos no me lo dijiste antes? sí no tenemos confianza, ¿Qué nos queda?

Dije citando sus propias palabras antes de comenzar a reír, de verdad me sentía sorprendida, ¿Por eso pasaba más tiempo afuera? ¿Por eso tanto tiempo con el celular? Ella no río conmigo, pero no pude detenerme, creo que eran las emociones acumuladas en mí al escuchar tal cosa.

—Tenía miedo de cómo reaccionarías, tú solo me has visto con tu padre y no sabía que pensarías al saber que tengo novio —dijo una vez terminé de reir.

Yo me acerqué a ella y puse mis manos en sus hombros, dedicándole la sonrisa más sincera que pude, aún no terminaba de procesar todo, pero no podía dejarla con la incertidumbre, pronto Noemí, la mamá biológica de Izar, llegaría a recogerme.

—Mamá, yo te amo, y quiero que seas feliz, de verdad, sí, no sé cómo tomarlo, no puedo creer que me hayas ocultado algo así, y me lo digas así de golpe, pero, yo también te oculté cosas en el pasado, así que, si él te hace feliz, yo... yo lo acepto.

Dije acariciando su mejilla, limpiando una lágrima que caía silenciosamente, mi madre era una mujer de 38 años, muy bella tanto por fuera como por dentro, y sí, temía que alguien le hiciera daño, además de que a mis 18 años no recordaba ni una sola vez que ella haya tenido otra relación a parte de mi padre, así que imagino que ésto es nuevo para ambas...

—De verdad significa mucho para mí, hija... prometo que lo conocerás pronto.

Aseguró y en ese momento comenzamos a escuchar el claxon de un auto, ya era hora de irme, me acerqué más y le dejé un beso en su mejilla.

—Ya debo de irme, pero no creas que hemos terminado de hablar señorita.

Le reproché mientras levantaba mi bolso del suelo y lo dejaba en mi espalda.

—Cuídate, hija, te espero mañana.

Le escuché decir cuando cerré la puerta, y allí estaba, el auto de la mamá de Izar, cuándo salí ella bajo su ventana y me saludó animadamente moviendo su mano.

—María, querida, ven al asiento del copiloto.

Pidió y obedecí, pero cuando entré no pude evitar notar el porqué de su petición, la parte trasera estaba llena de cajas sujetada por cinta adhesiva o algo así.

—Hola, Noemí —dije dirigiendo mi vista hacía ella y dejaba mi bolso en mis pies.

—Lo siento por esas cajas, son un encargo que tengo que llevar mañana temprano, así que no tuve más remedio.

¡Rayos!... Me Enamoré De Un Cristiano [Parte 1]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum