25- Cumpleaños de un presidente

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La casa del señor y la señora Grimes es grande y acogedora, y se veía a metros que la señora Grimes había sido quien la había decorado. Casi en cada pared de la casa había fotografías familiares, desde un Stephen bebé en brazos de sus padres hasta un Stephen más grande dando lo que parecía ser un discurso en una ceremonia de entrada. Mi pared favorita era la de la escalera. La señora Grimes había acomodado seis fotos que ascendían junto con la escalera; en la primera estaba un pequeño bebé con cabello tan claro que parecía rubio en una cuna durmiendo, en la segunda un niño de entre uno y dos años con una sonrisa enorme mientras su papá lo cargaba en sus hombros y su madre le tomaba de la mano, en la tercera había un Stephen de entre cinco a seis años sentado en un tapete navideño mientras abría un regalo, en la cuarta había un chico de entre diez y doce años aprendiendo a usar un estetoscopio con su papá, en la quinta había un Stephen adolescente posando su certificado de preparatoria en sus manos y con sus papás sonriendo orgullosamente a sus lados, y en la sexta había una bonita foto de toda la familia celebrando con un pastel lleno de velas su cumpleaños anterior.

Sonrío ante la foto del niño abriendo regalos de navidad y con un "Ah... Me gustaría hacerte tan feliz como te ves en esa foto" rondando por mi cabeza, subo las escaleras tan rápido como puedo y entro a su habitación listo para comenzar lo que esperaba fuera el mejor cumpleaños que haya tenido hasta ahora.

Stephen:

La voz de Aaron llamándome por "cariño", "bebé" y "cielo" me hacen despertar con un rostro ardiendo y un corazón acelerado. Aún me avergüenza escucharlo llamarme de esa manera, pero me hace sentir tan feliz que lo haga que extiendo mis manos por la cama para encontrarlo y abrazarlo. ¿Dónde estás?
Tanteo la cama con los ojos cerrados en su búsqueda, no es hasta que él toma mi mano que me doy cuenta que no está en la cama conmigo, sino que está parado. ¿Por qué? Acuéstate conmigo. Quiero recostar mi cabeza en tu pecho y dormir un poco más.

Le jalo suavemente la mano hacia mi dirección, pero él se resiste. Escucho el sonido de su risa ronca a la distancia y abro los ojos con enfurruñamiento.

—Ah... —suelta como si se hubiera quedado sin aire— esos ojos verdes.

Le suelto una sonrisa antes de volver a cerrar mis ojos unos segundos y comenzar a parpadear para acostumbrarme a la luz y poder ver sus preciosos ojos azabache e imitarle.

—Ah... —suspiro cautivado — esos ojos negros.

Él me sonríe como un niño pequeño. Se sienta en el borde de la cama y se gira hacia mi hasta apoyar un brazo en mi almohada y dejar a nuestras narices rozándose por la punta.
Me pierdo en sus ojos como un tonto. Es sólo a esta corta distancia que soy capaz de distinguir su pupila de su iris y por alguna razón eso me hace sentir excitado. Pierdo el control de mi respiración y busco besarlo, pero el retrocede con una sonrisa traviesa en el rostro que me deja la mente en blanco.

—Antes del beso tienes que apagar las velas —murmura sólo para mi.

Lo miro atónito.

—Feliz cumpleaños, Stephen —dice y antes de que pueda responder o reaccionar, me planta un profundo beso en los labios y me levanta la espalda con sus manos hasta tenerme sentado.

Mueve sus labios contra los míos deliciosamente lento, me besa como si intentara tentarme a querer más y luego se aleja. Estoy desarmado completamente. Mi cara y mis labios se sienten calientes después de su contacto y él aprovecha ese momento de aturdimiento para tomar un pastel blanco con un par de velas que forman un "19" en el centro de éste hasta mi.

Miro el pastel por unos segundos —sin entender que es lo que está pasando— y luego me hecho a reír cuando empieza a cantar "Cumpleaños Feliz" a todo su volumen. Soplo las velas en cuanto acaba y tomo mis lentes de la mesita de noche para poder apreciar mejor el pastel antes de meter un dedo al merengue para probarlo.

Nuestro AmorWhere stories live. Discover now