¿Y ahora que?

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  Mi cabeza dolía, volvía a ver el resplandor blanco en el techo. 

- Oye chico, estas bien... -Dijo una voz algo grabe.-

  Esa voz... Sera... 

- ¿Papá? -Dije abriendo los ojos.- 

- Eh... 

- ¡PAPÁ! Que sueño tan loco eh tenido. Soñé que nadie me conocía, y hasta que tu y mamá también... 

- Chico, no te conozco realmente. Te desmayaste enfrente de mi casa ya hace unas horas... 

- Deja de joder papá... -Dije mientras me sentaba en la camilla.-

- No soy tu padre... Ni se como te llamas... 

  Ahora la cosa se ponía un poco rara, pues realmente ese sentimiento de soledad y vació volvía a mi... 

- Vamos, como me llamo... -Pregunte con una sonrisa que se caía.-

- No lo sé... ¿Juan tal vez?

  Mi padre no era tan serio cuando me veía derrumbarme así frente a el. Así que realmente seguía aquí o allá, como se diga...

- Vamos, di mi nombre papá... -Dije mientras unas pequeñas lagrimas empezaban a rodar por mi mejilla.- 

- No lo se chico, olé. No llores...

- Lo ves, dices lo mismo que recuerdo. Dices olé en vez de oye... 

- Pues... ¿Como sabes eso?

- Se muchas cosas. Como que tu y mamá se conocieron en el colegio a los diecisiete. Se casaron a los treinta años y me tuvieron a mi a los treinta y seis...

- ... 

- ¿Que, por qué esa cara señor Alberto?

- Todo eso es cierto, pero tu no eres Adrian... Mi hijo esta afuera cuidando el coche. No eres ni parecido a el... 

- Sabe. Debo estar solo... Por favor... -Ya mis lagrimas no se detenían.-

- Bueno, lo siento... -Dijo aquel hombre que ahora pasaba de ser una gran parte de mi vida a tan solo ser un extraño mas...-

  La puerta se serró y mi llanto se rompió, me di la vuelta y juntando las almohadas grite los mas fuerte que podía. Un dolor desprendía mi alma a pedazos. ¿Como un tonto juego de moda me podía haber echo esto? ¿Que paso? ¿Por qué a mi?  

  La cosa se ponía cada vez mas seria, ¿que haré ahora? Muchas preguntas entraban a mi mente, y lo único que me quedaba era confiar en las grandes amistades que había recolectado por largos años...

- Hola, soy la doctora Yelsi, me puedes decir tu nombre y dirección para registrarte...

  Y ahora, ¿mentir nuevamente?

- ¿Me escuchaste?

  Eso es... 

- ¿Que haces? Uh...

  Eres doctora y no entiendes por dios... 

- Oh, eres sordo. Déjame buscarte unos audífonos...

Funciono... 

- Mierda, ahora como salgo de aquí... ¿Y mi ropa? -Me pregunte en voz alta-

  A mi derecha en una silla habían algunas prendas de ropa, y una carta que decía "para ti" en letras rojas. Tenia que leerla, pero la ropa era mas necesaria ahora.

  Un Jean negro, una camiseta negra y unas calcetas negras complementaban todo. Aunque debajo estaban mis tenis. Ya todo me quedaba bien, pero no me podía detener a leer, así que guarde la carta en un bolsillo trasero y corrí por todo el pasillo hasta llegar a las escaleras y empezar a bajar... 

  Mientras corría me daba cuenta de lo rápido que era yo y lo lenta que era aquella doctora, pero menos mal y conocía bien este hospital, no era igual al anterior. Así que se me hizo fácil salir. Ya afuera solo me bastaba con tomar un bus o un taxi que me llevara a casa de Arturo o Brandon. 

  Miraba a todos lados, pero no veía a un taxi o siquiera un bus que me llevase. 

- ¡Oye chico! -De repente grito alguien.-

  Al voltear me di cuenta que era el padre de Wendy, el cual me hacia señales desde el otro lado de la calle. 

- ¿Vas a tu casa? -Dijo mientras las demás personas lo veían raro- 

- Sí... -Grite.-

- Bueno, ¿esperas la alfombra roja? 

  Cruze la calle corriendo, y me subí del lado del copiloto nuevamente, solo que esta ves la chica no estaba.

- Bueno, acompaña a ser mis diligencias, luego te llevo a casa. ¿Estas de acuerdo? -Exclamo el mientras cambia de marcha.-

- Sí, no importa... 

En otra dimensión.Where stories live. Discover now