Kushel entendía que Levi comenzaba a mostrar algunos patrones psicológicos muy preocupantes a su tierna edad, y claro que no los pasó por alto, ella se encargó de que Levi aprendiese a soportar a los demás aunque estos tuvieran mil defectos que a él le parecían grotescos y asquerosos, pues él también poseía defectos que a otros no les agradaban y de esa manera, poco a poco, logró que Levi contuviera el deseo de querer bañar a todos y de hacerlos un poco más limpios.

Hacer que Levi asistiera al ballet, fue una estrategia para que sociabilizara con niños muy pulcros y disciplinados, algo que funcionó a la perfección, aunque alentarlo a participar en obras de teatro, más que por su propia satisfacción personal, pareció no ser la mejor de sus ideas, pues comenzaba a darse cuenta de que su niño en verdad disfrutaba del silencio y de los espacios con armonía, paz y sin suciedad, entendiendo así que no obligaría a su hijo a ser quien no era y con prudencia aprendió a entender el ritmo que Levi pautaba para acercarse a los demás y las condiciones que planteaba para sociabilizar libremente mientras crecía y poco a poco pulía aún más su natural y extraña forma de ser.

Pero luego nació la pequeña Isabel y con ello, la tranquilidad en la casa desapareció. La hermana menor de Levi era completamente diferente a él, risueña, divertida, parlanchina y una aventurera nata. Isabel era la única que tenía el permiso de comportarse como quisiera con Levi. Si la pequeña bebé de ojos esmeralda llenaba de leche y cereal cada rincón de su hogar, su hermano mayor siempre estaba detrás de ella con toallitas húmedas limpiando todo mientras se aseguraba de que ella no se hiciera daño.
Si Isabel correteaba por todo el parque detrás de las ardillas que para Levi eran portadoras de rabia, él siempre se encargaba de cuidarla y protegerla, y ni hablar de si acaso se hacía una herida al caer de la bicicleta, Levi siempre estaba ahí con banditas de Hello Kitty y alcohol con olor a Rosita fresita para curarla.

Fue demasiado extraño que fragmentos de la infancia de Levi fuesen recordados a velocidad luz por Kushel cuando vio a aquella preciosa chica de ojos ámbar que sonreía tan dulce para ella, tanto que no soportó la impresión y cerró la puerta para intentar procesar lo que acababa de ocurrir.

-Es totalmente hermosa... es preciosa, ella es ¿Ella es Petra?- Kushel mantenía la mano derecha en su pecho como si estuviese sosteniendo su corazón, observaba como todos se le quedaban viendo estupefactos por su extraño actuar y cuando comprendió lo que había hecho, llevó ambas manos a su rostro y comenzó a sollozar mientras le explicaba a Isabel que le había cerrado la puerta en la cara a la preciosa madre de sus nietos.

-¿¡Mamá que has hecho!?- Nadie entendió las palabras expresadas en el chillido que Isabel dejó escapar mientras corría hacia el recibidor, Kushel comenzó a respirar hondo mientras intentaba mantener la compostura frente a Farlan y Levi, quienes poco o nada entendían de lo que aquellas mujeres se habían dicho entre sí, pero para Levi que acostumbrado a las gracias nada divertidas que su madre y hermana solían hacer en este tipo de ocasiones, logró formular la hipótesis de que quizá el primer encuentro con Petra se había ido por el caño de la manera más particular y bizarra posible.

Pero quizá Kushel solo estaba muy impactada y algo sensible... pues su bebito estaba creciendo a pasos agigantados y jamás creyó que un día como ese podría llegar tan rápido, su Levi ya era todo un hombrecito que salió al mundo a sociabilizar amorosamente con señoritas tan bonitas y eso en verdad la llenó de ternura haciendo florecer más de lo normal su delicada maternidad.

Petra sorbía su naricita mientras escuchaba a Isabel sin poder entender las explicaciones de lo que minutos atrás había sucedido, para la peli naranja todo se había derrumbado y ya no tenía motivos para estar ahí, orgullosa como era intentó irse antes de que sus lágrimas ganasen la batalla y comenzaran a mojar sus mejillas, pero fueron las propias y confusas palabras de Isabel las que la alentaron a seguir adelante, mientras Reiner se guardaba sus opiniones sobre el cruel desplante a su señorita y soltaba uno que otro insulto mental para la familia Ackerman en general.

La pervertida de ojos color miel.Where stories live. Discover now