Capítulo 46

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 Capítulo 46.

-Skylar-:

Deslicé mi vieja camiseta del viejo equipo de fútbol de la escuela, mientras en mi mente se repetían todos los sucesos de la tarde anterior en mi cabeza. Tenía que anotarlo en alguna parte, aunque fuera en lo más recóndito de mi cuaderno de Física viejo, que había acabado dos semanas después de comenzar clases gracias a las anotaciones de Alison y Danny.

Sí, era bastante infantil, pero, según él, yo todavía seguía siendo una "pequeña".

-Flashback-:

-Te amo -musitó contra mi mejilla. Sentí sus labios estampar un beso y sus dedos levantar mi muñeca, acariciando mi herida.

-Realidad-:

Miré mi muñeca con desdén, y a continuación, esbocé una sonrisa lánguida, al tiempo que sorbía las lágrimas dentro de mis ojos. La cubrí con el suéter gris de siempre, y abrí la puerta de mi habitación con torpeza, maldiciendo haberme golpeado el brazo.

Bajé las escaleras contando los peldaños porque en realidad no quería llegar a la escuela, y mis ojos subieron lentamente su objetivo, arrancando mi atención de mis zapatillas Converse que se movían lenta y apesadumbradamente encima de las escaleras de madera pulida. Las manos huesudas y delicadas de mi madre recorrían su cabellera mañanera con desesperación, mientras se movía de un lado a otro como una mariposilla atolondrada, gritando obscenidades y órdenes de desalojo a mi padre, quien apretaba sus puños contra la mesa y le respondía a gritos. Los observé en estado de shock, debido a que nunca los había visto pelear de esa manera. La única discusión a voz alta que pudieron haber tenido durante el transcurso de mis años de vida, podría haber sido cuando mi padre compró leche completa en vez de la descremada, lo que le revolvió las tripas a Amanda y la tuvo encerrada en el cuarto de baño durante más de cuarenta y cinco minutos. Y había sido cuando yo tenía once años.

-Mamá... -musité. Ella volteó hacia mí agitando sus cabellos, y me echó un grito agudo.

-¡Vete a la escuela, Skylar! -gritó. Con el corazón en la garganta y sin ganas de rechistar, terminé de bajar las escaleras, y salí de la casa, con el corazón en la boca, y en estado de shock, que de seguro me llevaría a un fuerte estado de estupor zombi. El viento penetró directamente en mi rostro, aguando mis ojos claros y haciéndome perder el equilibrio. Sacudí la cabeza, y me colgué bien la mochila en el hombro, mientras daba tumbos por la calle.

Caminaba en silencio, apretando los puños contra mis costillas para protegerme de un frío inexistente que yo misma me había inventado, aunque lo único que quería era golpear a alguien. No me cabía en la cabeza que mis padres estuviesen peleando tan abruptamente frente a mí, y que mi madre hubiese sido tan cara dura como para pagarla conmigo. Aunque, de todos modos, era eso lo que hacía siempre, ¿no?

Jake pasó a mi lado tropezándome del hombro. Rodé los ojos y le dirigí una mirada furtiva. Sus labios formaron una leve sonrisa de medio lado, y se dio la media vuelta con paso danzante, y se dirigió al bulto de gente hacinada en una flamante camioneta roja, que de seguro debía pertenecer a alguno de los de natación. Tragué saliva y di zancadas que resonaron en la grava seca del estacionamiento, hasta dar con Danny, quien tiró su patineta al suelo, dándole la vuelta.

-Ah, vaya, hola -sonrió, alborotándome los cabellos con una de sus manos. Lo miré, y levanté el mentón. Desvié la mirada.

-Lindo humor -masculló con picardía, mirándome a través de sus ojos azules -. ¿Qué ha pasado?

-No importa -me estremecí, y me retiré la chaqueta gris de encima -. En verdad, da igual.

-Vale, seguro que te castigaron otra vez -frunció los labios.

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