Capítulo 20

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Capítulo 20.

Le había dado solamente dos semanas a Danny Edge para dignarse a pararse frente a mí y exponer su despectivo punto de vista acerca de mí y de mi relación con Jake Montgomery. Pero su discurso había constado de un cortante y oscuro silencio, y ni siquiera se me había aparecido por delante. Ya era suficiente.

-¡Danny! –grité detrás de él, mientras luchaba por abrirme paso entre la mult...itud. Fingió que me ignoraba, pero no pudo evitar mirar de reojo, para luego seguir caminando. Suspiré, impaciente, y continué, acelerando un poco más el paso, convirtiendo mi lenta carrera en una caminata veloz y desesperada. Danny lo valía.

-¡Oye! –lo tomé de la mano, dándole la vuelta para poder mirarlo a los ojos. Su rostro enfebrecido sólo demostraba que la última persona con la que podría querer hablar en lo más remoto de los confines del Universo era conmigo -. Oye, escúchame –supliqué, agitada.

-Tengo clases –sacudió la cabeza, mirando hacia otro lado -. ¿Qué quieres? –volvió a posar su mirada en mí. Tragué saliva. “Mierda, ¿por dónde empiezo?”. Me lamí los labios para humedecerlos, sentía cómo las cejas se me inclinaban, cosa que sólo sucedía cuando el nerviosismo se apoderaba de mí. Era una especie de tic nervioso. Además, yo no esperaba que él… ya saben, se hubiese volteado para escucharme. Mucho menos ahí, mucho menos luego de todo lo ocurrido.

-Lo siento –escupí. No fue lo más inteligente de mi parte, pero era básicamente el resumen de todo lo que necesitaba decirle.

-Te mira como si quisiera hacerte daño –musitó, escupiendo las palabras al igual que yo -. Como si fueses una lujuria. Es ése mi problema. No quiero que te haga daño y luego verte por ahí lamentándote o lastimada, sintiendo el dolor en alguna de sus mil maneras, o por lo menos en la mitad de ellas –resopló. Podía palpar la furia en su voz.

-Escucha… -continuó -. No me importa haber recibido esos veintiún golpes. Sí, soy el único idiota que cuenta los golpes que le dan durante una pelea –rodó los ojos -. No me importa tener que ponerme hielo y carne en el ojo todas las noches para bajar la hinchazón, no me importa haber arruinado la poca reputación que me quedaba al agarrarme con Jake Montgomery. ¿Sabes por qué? Porque podría hacer cualquier cosa para no verte herida, Skylar Dayne. Porque sé que lo único que hará ese tipo es lastimarte, herirte, dañarte –gruñó, señalándome con furia mientras escupía cada palabra, llenas de despecho y resentimiento. Era inevitable que me recordara a Harry, aún cuando a éste nunca se le cristalizaran los ojos de lágrimas de furia -. Y no quiero. Así como tampoco quiero sentirme como el pobre idiota que siempre está esperándote aquí mientras tú te diviertes escondiéndome cosas. Porque es obvio que me ocultas demasiadas cosas, porque lo sé.

Suspiré.

-Yo… -arqueé las cejas, buscando alguna respuesta, mientras hablaba conmigo misma. “¿Es enserio, Skylar? ¿Vas a pelear por un tipo del que ni siquiera estás segura de si quieres o no?”. Mi obsesión seguía latente, no podía echar todo por la borda. No ahora. “Eres una gilipollas. Tú no sientes nada por Jake, es sólo un jugador de fútbol americano que no tiene nada de especial”, mascullaba el lado idiota de mi subconsciente, ése que manejaba Harry desde algún lugar de los confines del Universo.

Y luego estaba mi lado cuerdo; el que manejaba sólo yo y mi gastado sentido común. “No seas idiota. Lucha por lo que quieres”. ¡Joder! ¡Déjenme en paz!

-Yo no miento… No escondo nada –titubeé, aterrada. Me era prácticamente imposible tocar el tema, porque podía sentir un cuchillo deslizándose por mi estómago, de las manos perfectas de Harry. Me estremecí.

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