Capítulo 45

160 5 0
                                    

*Tiene contenido fuerte*.

Capítulo 45....

No pude evitar ver su erección con los ojos abiertos como platos, sin poder apartar mi mirada, y ni siquiera obligarme a hacerlo. Tragué saliva, avergonzada, mientras sentía las gotas de agua caerme por el rostro y las piernas. Con la respiración entrecortada, él sostuvo mi mentón con sus dedos, elevando mi rostro para mirarlo a la cara. A su dulce y húmeda cara angelical.

-¿Qué pretendes con esto? -titubeé rápidamente, e inmediatamente pensé que no había entendido ni una sola palabra. Pero, contrario a esto, esbozó su clásica sonrisa de medio lado, y se mordió el labio inferior con sus dientes blancos y perfectos.

-Quiero comprobar que esa boquita es para esto tan hábil, como lo es diciendo imprudencias -respondió dulcemente, pero con mirada amenazante. Volví a tragar saliva, y soltó mi mentón, el cual bajé automáticamente y parpadeé rápidamente al encontrarme aún más cerca de él. Pensé que mi yo de hacía ocho meses, nunca se hubiese imaginado a ella misma haciendo algo como esto, y mucho menos el hecho de que nadie me estaba obligando. Yo quería hacerlo.

Con el pulso acelerado y la sangre subiendo a mi cabeza y mis mejillas, introduje su miembro a mi boca, apretando los párpados. Sus dedos aferraron mis largos y castaños cabellos con fuerza, provocando un estruendoso gemido que nunca imaginé que pudiese salir de mi boca. Continué haciéndolo sin medir el tamaño de mis acciones, que usualmente podrían observarse en cualquier chica, menos en mí.

-Oh, nena... Bien, lo estás haciendo bien... -masculló apenas, con voz ronca. Seguí en mi asunto, intentando acostumbrarme a la textura que poblaba el interior de mi boca, y él apretó más mis cabellos, gimiendo roncamente. Mordisqueé con fuerza, y él gruñó fuerte. Me levantó de golpe cuando su erección se endureció aún más, y lo miré a los ojos lujuriosos.

-Todavía no -me guiñó un ojo con picardía, sosteniéndome de los hombros con fuerza -. Oh, nena... ¿Fue la primera vez que tú... haces algo como esto?

-Ajá... -musité, con el ferviente orgullo ardiéndome en lo más profundo de mi diosa interior. Sonrió, mordiéndose el labio inferior, y bajando la tira de mi sostén, dejándome al descubierto.

-Te estoy corrompiendo -ronroneó en mi oreja, mientras yo acariciaba su abdomen, hasta llegar a su espalda, donde preparé mis uñas casi largas. Me empujó contra la pared mojada de cerámica de la ducha, y bajó su rostro lentamente hasta mis pechos desnudos, y mordisqueó mis pezones levemente. Arqueé mi espalda sobre la pared, cerrando los ojos. Su lengua caliente y mojada cubrió mis senos y mi cuello, mordisqueando y jugueteando. Apreté mis uñas en su espalda, provocando un gruñido fuerte en él, y un mordisqueo en mi pezón izquierdo que hizo que yo gritara con furia. Bajó mis bragas de sopetón, y se ocupó de comerme los labios, acariciando mi espalda. Rodeé su torso con mis piernas al tiempo que él me cargaba en sus brazos fuertes y pálidos, que me inspiraban seguridad.

Recorrió la totalidad de mi espalda con sus manos fervientes y suaves, y a continuación plantó besos cálidos sobre la piel de mi cuello, mordiéndome y devorándome.

-Harry... -jadeé, jalando sus cabellos castaños y mojados.

-¿Mhm? -respondió dulcemente, mientras sus dientes se apoderaban de mi cuello, succionando con fuerza. Gemí una vez más, arqueándome nuevamente sobre la pared y apretando más mis piernas en su torso desnudo. El agua seguía cayendo, pero se estaba volviendo más fría, y sus acciones se intensificaron aún más. Apretó mi trasero con fuerza.

-Oh, Dios... -gemí, y clavé mis uñas de nuevo en su espalda contorneada.

-No tengas miedo -ronroneó -. Haz lo que quieras conmigo, nena...

-Harry-:

-No puedo -musitó, ajetreada.

-Sí puedes, nena -acaricié de nuevo su espalda arqueada hacia mí -. Bésame con el atrevimiento de saber que soy sólo tuyo.

Bajó su rostro y su mirada, para encontrarme con su frente pálida y sus preciosos ojos mirándome fijamente, comprendiendo así que no era lujuria lo que los poblaba, sino, más bien, ternura y deseo en su máxima expresión. Tomó mi rostro entre sus manos y se ocupó salvajemente de su boca, yo abrí mis ojos como platos al no reconocer las acciones de Skylar por un momento, para luego apretarlos con fuerza, y dejar mis labios a su merced, sabiendo que allí estarían seguros. Ella jugueteó con mis rulos deshechos por el agua cristalina que caía en gotas finas y abundantes de la regadera del baño... Sí. No era el lugar más perfecto, pero al menos ella lo hacía parecer así.

Saqué mi mano por fuera de las cortinas de la ducha, y entonces retiré parte de mi fuerza para ponerme la protección. Giró mi rostro con un dedo, y continuó apoderándose de mis labios entreabiertos por el placer; apreté sus caderas con mis manos enormes en comparación con las suyas, hundiendo mi rostro en el hueco pálido de su cuello fino y delgado. Estaba sufriendo lentamente.

-Hazlo... si quieres -musitó con inseguridad, aferrando mi cabello con sus dedos delgaditos. Me plantó un sutil beso en la mejilla, continuando hacia arriba, haciéndome cerrar los ojos al besarlos también, haciendo que mi corazón se acelerara. Nadie, nunca, me había tratado como ella antes, y quién sabe a cuántas prostitutas yo podría haber lastimado con mis rudas acciones... Pero esto, esto no era sólo sexo; era sólo la entrega de dos personas que realmente se aman, y que no temen mostrar sus más íntimas inseguridades.

Giré la vista hacia una de sus manos que jugueteaba con picardía sobre mi cabellera mojada, despeinándome. Una profunda y violenta marca estaba estacada en el interior de su muñeca; parpadeé rápidamente y volví mi mirada hacia ella.

-Skylar... -murmuré.

-¿Mhm?

-Tu brazo -apunté al mismo con la mirada. Ella bajó los ojos, apartando sus manos de mi cabello con rapidez, y escondió su mano al acariciar mi espalda con nerviosismo.

-¿Qué pasa? -casi gimió. Sus músculos estaban tensos.

-Hay una marca ahí -comenté. Ella me miró con los ojos bien abiertos. Su rostro iluminado por la tenue luz que se filtraba por las ventanas cerradas. El agua fría cayendo por encima de nosotros, empapándonos... Ella lucía como un ángel. Sonrió tristemente, y bajó la mirada con timidez.

-Tenía quince años -apretó los labios y sonrió, aguantando las lágrimas en sus ojos verdes. Sacudió la cabeza, riendo con tristeza -. Tenía ataques de depresión y actitudes suicidas, pero ellos nunca se daban cuenta de nada... Tomé un cuchillo e hice una raja que penetró casi directamente en mi vena. Terminé sufriendo en el hospital.

La tensión se apoderó del ambiente, esfumando el deseo ferviente de sus ojos claros, mientras derramaba una fina lágrima por su rostro.

-Sky...

-No es tu culpa -sonrió lánguidamente. Sus labios soltaron un suspiro repentino.

-Eres mi única felicidad ahora -dijo, con voz ronca -. No quiero que me la quiten, como todo lo demás.

Dirigí mi mirada hacia su mano, donde la marca había comenzado a resaltar como si fuera fluorescente.

-Es preciosa -comenté con sinceridad. Ella sonrió, y entonces rodeó sus pequeños brazos alrededor de mi cuello, apoyando su barbilla en mi hombro. Entonces, embestí dentro de ella, haciéndola soltar un profundo y débil chillido; el último que dejó salir de su boca por ese día.

-Te amo -musité contra su mejilla, apretando los párpados y, a continuación, le di un beso allí mismo.

LostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora