Capítulo 17

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Capítulo 17.

Me había metido en un lío del tamaño de América, ¿cómo iba a salirme de ésta, ahora? ¿Con qué cara miraría a mi madre cuando regresara a casa si ya no sería virgen? ¿Con qué cara miraría a mis amigos y a Jake? ¿Y Danny? Joder, en un segundo todo se iba a la mierda.

-Harry, por favor para –apreté los párpados, para no llorar. Yo sabía que Harry quería torturarme, más de una vez en el ...pasado me lo había advertido, pero consideraba que era demasiado pronto.

-No voy a hacerte daño –masculló dulcemente en mi oído. Me ponía tan caliente.

-No es el momento –continué, suspirando. Estaba a punto de explotar en llanto.

-Sí lo es –replicó, plantándome besos en las mejillas. Joder, era tan dulce, no podría resistirme por mucho tiempo más.

-¡Suéltame! –lloriqueé, pataleando. Mis músculos se contrajeron aún más cuando Harry mordió una tira de la piel de mi espalda con fuerza, haciéndome gemir.

-Nadie puede oírte, nena. Sólo yo –gruñó, deslizando sus manos por mi espalda, hasta llegar a mi trasero, donde apretó ferozmente, llevando un impulso eléctrico y delicioso por toda mi espina, llevándome a lo más oscuro de mis límites. Grité, deseando desatarme.

-Bastardo –gruñí, respirando entrecortadamente. Me llevaba a la excitación más rápido de lo que yo quería, cerraba mis piernas a propósito para expulsar las sensaciones de placer, retorciéndome, carcomiéndome por dentro al encerrar el placer y mantenerlo dentro. Harry soltó una risita aniñada, divirtiéndose con mi excitación y resistencia.

Rápidamente se deshizo de mis Converse y de las medias, tirándolas al suelo. Escuchaba cómo caían lejos, e incluso un zapato voló hasta golpear contra la puerta. Me excité aún más, la fuerza punzante de Harry era indescriptible, alucinante. Me encontré descalza pidiendo por más silenciosamente. Ahogándome en un orgasmo que estaba por estallar.

Harry me bajó los pantalones de un tirón, dejándome sólo en mis bragas de encaje negro. Sentí mi propio líquido humedecer mis muslos y la vergüenza apoderarse de mí por completo.

-Me estás violando, maldito –mascullé, balbuceando -. Haré que te metan en la cárcel, te lo juro.

-No vas a pensar lo mismo mañana por la mañana, pequeña –respondió -. Voy a follarte. Duro. Tanto que no vas a poder sentarte por una semana, te lo prometo.

Sus explícitas palabras me sonrojaron, y apreté ambas manos hasta convertirlas en un puño, no podía desatarme por más que lo intentaba. Y ahora era seguro, que iba a ser violada por Harry Styles. Su corbata alrededor de mis manos, mis bragas siendo arrastradas por mis piernas hasta llegar abajo, el sonido leve del sostén siendo desabrochado. Mierda.

-¡Me humillas! –chillé, una vez que me encontré completamente desnuda. No estaba viéndolo, pero supe que me estaba sonriendo. Se incorporó encima de mí, sosteniendo su peso en sus manos, acorralándome de nuevo.

-Oh, Skylar, mi fugitiva –murmuró contra mi mejilla izquierda, muy cerca de mi oído. Skylar significa fugitiva -. Eres preciosa, cada centímetro de tu cuerpo es perfecto, cariño.

-Me estás depravando, Harry, y haré que pagues por eso –lloriqueé, amenazándolo en vano.

-Hazme pagar, nena –suplicó -. Hazme pagar esta noche, no tengas piedad conmigo.

Gemí y gruñí contra las sábanas, apretando mis párpados fuertemente, mientras algunas lágrimas rozaban mi rostro. Estaba a punto de explotar, necesitaba que Harry me penetrara lo más pronto posible. Lo necesitaba, lo quería, lo deseaba.

-Sé que también quieres esto, nena –susurró -. Sé mía esta noche, por favor.

-Esto no es lo que yo quiero –repliqué, jadeando, mintiéndome a mí misma en lo más profundo. Harry sonrió contra mi mejilla, acariciando mi feminidad con sus dedos calientes, lo cual me produjo otra chispa eléctrica que me recorrió el cuerpo entero. Gemí.

-¿Estás segura? –rió, mostrándome mi propia humedad.

-He… dicho… que me sueltes –gruñí.

-Me encantan los juegos difíciles.

Harry soltó una carcajada, y me dio la vuelta hasta quedar de frente a él, mirando al techo. Crucé las piernas, retorciéndome, no pudiendo aguantar más las lágrimas de miedo y vergüenza. Tomó mi rostro entre sus manos y me besó, comiéndome los labios con sus dientes, mientras su lengua se apropiaba de mi garganta. Forcejeé debajo de él, intentando darle golpes en su parte baja, pero se escabullía en cuanto descubría mis intenciones, aún con los ojos cerrados, y se apegaba más a mí, uniendo su cuerpo con el mío, para mantener mis manos quietas. Gemí durante el beso voraz, que me devoraba por dentro y por fuera, quemándome y desgarrándome por completo. Le propiné un pellizco en el pecho. Gruñó guturalmente. Me sentí triunfante, hasta que me di cuenta de que lo había excitado aún más.

-Eres una chica valiente –masculló -. Enfréntate a mí, nena, vamos.

Se separó levemente para sacarse la camiseta, la cual arrojó hacia algún lugar de la habitación, y continuó despojándose de sus prendas. Levanté mi torso de la cama para morderle el labio inferior, uniéndome a su juego erótico y excitante.

-¿Ves? Me he depravado también –bromeó. Separó sus labios de los míos y me llevó más al fondo del colchón, agarrándome por las caderas, mordiéndome el abdomen. Arqueé mi espalda debido al placer, y de pronto volví a darme de cuenta de lo que estaba haciéndome. Sacudí la cabeza, negando. Como imponiendo un “NO” a sus acciones rápidas.

-Pienso que lo estás haciendo bastante bien –sonrió, haciendo trazos en la piel de mi pecho.

-Y yo pienso que estás loco –lo insulté, removiéndome para que me soltara.

-¿Sí? Pues ahora mismo voy a mostrarte cuán chiflado estoy.

Tras varios minutos de forcejear, los segundos comenzaban a hacerse eternos. Me dolía el vientre y los músculos contraídos, no podía aguantarlo más, estaba forzando mi límite y mi cabeza. Ya no podía seguir teniendo el mismo autocontrol. Los ojos fervientes en deseo de Harry me comían viva.

-Esto… no es justo… -jadeé, respirando entrecortadamente. Harry chupó detrás de mi oreja. Chillé de nuevo, arqueando la espalda.

-¿Y qué tal si no quiero ser justo contigo? –ronroneó en mi oreja, mordiéndola. Apreté los dientes.

Acarició mi costado desde el muslo, tomando mis caderas entre sus manos. Sollocé.

-Te pido que te detengas –casi susurré -. No quiero hacerlo contigo.

Casi sentía cómo su respiración se detuvo por un momento.

-¿Por qué? –alejó sus manos de mi cuerpo, ¿acaso estaba gruñendo?

Tragué saliva.

-No voy a perderla así –mascullé, con mis ojos verdosos brillando con la luz que se filtraba a través de las persianas. Él sabía a qué me refería.

-Nena, yo… -bajó la mirada.

-Llévame a casa –le pedí, ahogando el llanto. Él despegó su rostro del mío, y luego su mano.

-Está bien –masculló, levantándose de la cama. Y entre suspiros, yo hice lo mismo. Lo había cortado rápido, ya lo sé. Pero necesitaba estar sola. Harry salió de la habitación y se dirigió a no sé dónde, cerrando la puerta detrás de sí. Miré mi camisa destrozada en el suelo, así que tomé la que Harry había dejado encima de la cama con no sabía si con esa intención. Me vestí con rapidez, ignorando las lágrimas que me nublaban la vista, me dejaría eso para casa, y me concentré en asegurarme que todo estaba en orden, aunque bien sabía que no.    

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