Encuentros

1.4K 157 64
                                    

Suspiro una vez consigo que Rafa duerma su siesta. Desde que finalmente ha echado a andar está imposible. Tiene todo el piso a su alcance y tan pronto creo que se dónde está como ha desaparecido y me vuelvo loco intentando aunque sea escucharlo para tenerlo localizado. Magnus bromea constantemente sobre colocarle un GPS, pero amargamente solo soy capaz de recordar el chip de rastreo que yo mismo llevo activo en mi cuerpo, fruto de mi estancia en la granja Cleaver. No quiero jamás algo así para mi pequeño. 

Camino hasta la cocina, pensando ya en que preparar para cenar. Observo la pequeña ecografía pegada en la puerta del frigorífico, un pequeño bebé apenas visible pero existente ahí bien marcado, dentro de mi. Desde luego es inesperado, pero después de haberlo pasado ya una vez, afronto este embarazo con mas ilusión que el primero. Los miedos ya no están, ahora es solo una dulce espera hasta que otro bebé tan amado como Rafa llegue a estar con nosotros. 

Lo único raro es que últimamente Magnus está muy ausente, retrasándose con bastante frecuencia. Creo que al principio se asustó, ninguno de los dos esperábamos un nuevo embarazo tan pronto. Rafa está a punto de cumplir su primer año de vida y ya estamos en camino de darle un hermano. No estaba planeado, pero no me disgusta la idea de que vayan a llevarse menos de dos años. Serán compañeros de juegos, buenos hermanos.

Acaricio con un dedo la pequeña mancha que es nuestro bebé y cierro los ojos, negando con media sonrisa cuando se me escapa una lágrima traicionera. Llevo una mano a mi estómago, todavía plano. -Mira lo que me haces, bebé... todo sensible. 

Decido que será mejor aprovechar la siesta de Rafa para descansar un poco. Es un buen día para pedir comida china a domicilio, no tengo ganas de cocinar y mi espalda empieza a resentirse aunque apenas esté de diez semanas. Supongo que es por cargar a Rafa todo el día de un lado para otro. 

Cuando despierta de su breve siesta, preparo el carrito, listos para salir a disfrutar del sol. Habíamos quedado con Charles, pero uno de sus pequeños tiene algo de fiebre y parece que alguno de los demás empieza a mostrar síntomas de contagio, así que es mejor si se quedan en casa hasta que estén todos en plena forma.

Disfruto con los chillidos de Rafa mientras paseamos por central park. Le gusta correr detrás de las ardillas y a mi me encanta verlo tan entusiasmado. Que Presidente Miau siempre esté huyendo de él hacia las zonas altas de la casa hace que no se frustre ahora cuando las ardillas hacen lo mismo. Además, todo le llama la atención, así que cuando una ardilla desaparece de su vista siempre hay otra, o un pájaro, o insecto que lo mantiene curioso y entretenido. 

-¿Alec? - En un primer momento no reacciono, pero oír mi nombre una segunda vez me hace girarme, viendo un rostro conocido cambiar de la expectación a la sorpresa. -¡Eres tu!¿Cómo es posible? - Es imposible no reconocerlo. Fue mi mejor amigo durante años, hasta que fui vendido. 

-Jace... oh dios mio... - instintivamente nuestros brazos se abren al mismo tiempo y ambos reímos, abrazándonos con fuerza. -Oh joder... ¿tienes un niño?¡Pensábamos que habías muerto! Incluso hubo un entierro... Si hubiese sabido... -Veo la comprensión en su mirada. No pensé que mi padre me hubiese dado por muerto, pero ahora que lo pienso, es lógico que no admitiese haber vendido a su único hijo vivo por unas monedas. Con lo que cobró, bien pudo costearse un entierro fingido. 

-Ese cabrón te vendió... que hijo de puta... oh Alec... si hubiese sabido... -niego, frenando sus palabras agarrándole fuerte de los hombros, una sonrisa adornando mi rostro. No pensé que volvería a ver a este idiota jamás. - No ha sido fácil, pero soy feliz, Jace. -Noto el tirón de Rafa en mi pantalón y me agacho, alzándolo en brazos, cargándolo contra mi cadera. -Este es Rafa... y -llevo mi mano libre a mi vientre- estoy esperando mi segundo... -la boca de Jace se abre varias veces y contrariamente a lo que habría pensado, Rafa se tira a sus brazos y enseguida parece haber una conexión entre mi hijo y mi mejor amigo.

-Hola colega... así que eres cómo mi pequeño sobrino, ¿eh? -sonrío levemente, todo mi cuerpo relajándose. Esta claro que Jace es un amo, igual que yo debería haberlo sido de no tener el padre que tuve... pero se que estoy completamente a salvo con él. -Te llevarías bien con Ethan... -le dice a Rafa. Yo sólo lo miro alzando una ceja, divertido. - Si, bueno... conocí a alguien. Ethan es un poco mas mayor que Rafa, pero seguro que se llevarían bien... tenéis que venir un día a casa. 

Esa misma noche, cuando vuelvo a entrar en casa es con la dirección de Jace en mi memoria y una enorme sonrisa que no me abandona y sólo se hace mas grande cuando Magnus nos recibe con un beso. 

Finalmente pedimos comida china y, pese a que he conseguido que Magnus siga unas normas básicas para una buena convivencia... terminamos cenando en el sofá, Rafa pasando de uno al otro intentando probar todos los platos que sus padres estamos comiendo hasta que se queda dormido apoyado contra mi brazo.

Es Magnus quien se encarga de recoger los restos de la cena y el cansancio del embarazo y el día puede conmigo, estirándome en el sofá, Rafa tumbado sobre mi pecho, su respiración haciendo cosquillas en mi clavícula.

Estoy casi dormido cuando siento un cuerpo cálido pegarse a mi lado, una mano sobre mi vientre. -He conseguido anular tu chip de rastreo, mi ángel... un paso mas cerca de tu libertad. - Sonrío ya medio en sueños. Se que Magnus jamás usaría el chip de rastreo conmigo, pero saber que ya no es mas que un trozo inútil de electrónica en mi cuerpo, me tranquiliza.


I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora