Tres años antes, parte 2

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El señor Lloyd me miró, esta vez mas directa y apreciativamente que el día que nos conocimos. Es un hombre pequeño, un par de palmos mas bajito que yo, bastante delgado. Sería fácil, y más ahora con el entrenamiento, poder con él. Sin embargo hay algo, no se cómo describirlo, que me impide hacerlo. Como si parte de mi hubiese asimilado mi sino.

-Goyle ha hecho bien su trabajo, chico... - Cierra la puerta con llave tras de si y noto el sudor frío descender por mi nuca, mientras mi mente a toda prisa evalúa las posibilidades. No pienses, Alec. No pienses.

-Te llamas Alec, ¿cierto? - asiento, manteniendome en silencio hecho un manojo de nervios - quítate la camiseta, ¿quieres? Y ve al banco, ejercitate un poco aquí... esa máquina es mejor que las del gimnasio que has estado usando.

Le miro confuso, pero definitivamente prefiero ir hacia el banco de pesas que hacia la cama. Dudo un poco pero termino quitandome la camiseta, usándola de toalla para la máquina. Me siento en la postura idónea para esa clase de máquinas, Goyle ha sido muy estricto enseñandome a usar cada máquina correctamente.

Empiezo a ejercitarme, centrandome únicamente en lo que hago hasta que un sonido nada habitual llega a mis oidos y abro los ojos. Sentado al borde de la cama se encuentra el señor Lloyd, la bata abierta, su mano acariciando firmemente su pene mientras su mirada no se despega de mi cuerpo. -No te detengas, Alec... no te he dicho que puedas parar. - Su voz suena enfadada, casi como una amenaza y no es hasta que la oigo que me percato de que, de la impresión, me he detenido.

Sigo haciendo ejercicio, la visión del hombre frente a mi desagradandome por completo. El nudo de mi estómago se hace mas grande y siento ganas de vomitar. Mi corazón se salta un latido cuando lo veo ponerse en pie y caminar hacia mi, su pene bamboleandose erecto frente a mi cara.

Los nervios me traicionan y dejo ir mi agarre sobre la máquina, que cae a mis espaldas con un golpe sordo. Miro fijamente a los ojos de aquel hombre y parece que eso es suficiente para que su semen acabe desperdigado por mi rostro y mi pecho. Su vieja mano acaricia mi mejilla, haciendose con parte del líquido que al momento se lleva a la boca. - Eres un buen chico, Alec... espero que sigas así.

Se acerca a la puerta que da al exterior y abre la cerradura antes de abrocharse la bata de nuevo e irse por la puerta que da al interior de la mansión.

Antes de que pueda siquiera darme cuenta estoy fuera de la casa, vomitando sobre el césped, limpiando mi cara y mi pecho en el agua del riego.

El siguiente día el señor Lloyd no me hace llamar, pero el tercero vuelvo a ser llevado al sótano, donde, tras repetir la operación de la otra vez, el señor Lloyd me ordena chupar su pene. Cuando me niego a hacerlo siento una pequeña descarga en mi costado. Bajo la mirada, viendo un taser contra mi piel. -He dicho que te comas mi polla, chico. - Y no me queda otra que obedecer cuando la segunda descarga hace que me duelan hasta las uñas.

Poco a poco se va estableciendo una rutina. Un día bajo al sótano y un día puedo quedarme en mi habitación, asqueado y temblando sin poder pegar ojo. Al siguiente día, vuelvo a bajar al sótano.

Un día, después de haber chupado al señor Lloyd al menos una docena de veces, aceptando su semen en mi garganta y sus dedos manoseando mi cuerpo, una pareja aparecen en la puerta de mi habitación. Tendrán alrededor de 40 años y mas músculo que cerebro. -¿Alec Lightwood? - Asiento, poniendome en pie cerca de la ventana abierta, por si acaso. - Ha sido reclamado por los laboratorios New Life. Su pertenencia al señor Lloyd ha sido revocada por incumplimiento de contrato.

Veo a Goyle al salir. También a Benoit en la puerta de la mansión. Ni rastro del señor Lloyd en mi último vistazo a los terrenos de mi primer dueño.




I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora