Birthday boy

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Han pasado algo mas de cinco semanas desde que Rafa sabe que Alexander es su padre. La recuperación de su relación ha sido tan buena que a veces me sorprendo a mi mismo cargado de envidia por no poder hacer lo mismo con Max. Incluso si quisiera, Max y yo no tenemos un lazo que recuperar. No hay nada, mas que los recuerdos que estamos creando ahora. Alexander y Rafa tenían una conexión, una que se perdió y está volviendo a ser... pero Max y yo éramos completos desconocidos hace menos de tres meses.

Rafa todavía no termina de comprender por qué no puede decirle a Max que son hermanos, pero ha estado llevando bien el mantener el secreto. No decirle que son hermanos, no decirle tampoco que Alexander es su padre. Quizá eso haya ayudado un poco a la complicidad que se está creando entre el adulto y él.

No voy a negar que al principio fue complicado. Pese a que Rafael aceptó a Alexander aquella noche en su apartamento, las dudas siguen apareciendo en su mente constantemente. Y Alexander tiene la parte divertida y despreocupada, la parte de Rafa que quiere disfrutar de tener un nuevo padre; uno al que adora y que lo adora a él. Sin embargo yo he sufrido el cambio de un niño feliz y generalmente despreocupado a uno que frunce el ceño mas de lo que debería hacerlo cualquier chico de casi siete años. 

Me veo obligado a hacer de tripas corazón desde esa noche y darle a mi hijo consejos que yo mismo soy incapaz de seguir. Enseñarle que lo correcto es dar otra oportunidad cuando se ha errado sin mala intención. Que es mejor disfrutar de lo que pueda venir en lugar de estar resentido por un pasado que ya no se puede cambiar. Intentar hacerle entender que alejar a alguien que amas por miedo a que pueda herirte es golpearte a ti mismo antes de que la otra persona tenga oportunidad... y quizá ninguno tendría que haber salido lastimado.

Y yo mientras tanto soy tan hipócrita que no puedo perdonar que nos abandonase. Que, en lugar de mirar hacia delante y dejar mi imaginación soñar con la maravillosa familia de cuatro que podríamos ser, sólo pienso en todo el tiempo que hemos estado solos y dolidos. Que no soy capaz de besar esos labios que tanto tiempo después siguen retorciéndome el cuerpo por dentro cada vez que sonríen por puro miedo a salir herido.

-Papá, vamos a llegar tarde si sigues pensando en las musarañas. - Alzo una ceja, observando a mi hijo mayor ya vestido y calzado, una gorra que pertenece a Max sobre su cabeza. 

-Perdona señorito, pero yo ya estoy listo hace rato. ¿Quién es el que se ha entretenido en la televisión mas tiempo de la cuenta, eh? - Le hago un cariño en la mejilla y cojo las llaves y mi cartera. 

La fiesta del quinto cumpleaños de Max es en el jardín de la casa familiar de los Herondale y cuando llegamos todos los compañeros de escuela de Max están ya allí, correteando como locos tras un balón.

-¡Rafa!¡Magnus!¡Habéis venido!- Veo como mis hijos se abrazan fuerte el uno al otro, como siempre que se ven. Cada vez que veo la relación tan natural que se está forjando entre ellos tengo esperanzas de que un lazo pueda crearse todavía entre Max y yo. Algún día. Que quizá pueda considerarme un pilar en su vida. 

Unos brazos alrededor de mis piernas me sacan de mis cavilaciones y sonrío cargando al niño en mis brazos, achuchándolo como si me fuese la vida en ello. En cierto modo, así es. -Feliz cumpleaños, Max... - deposito un sonoro beso en su mejilla y lo bajo de nuevo al suelo para que pueda seguir corriendo, sonriendo al ver como Rafa va con él como si lo hubiesen hecho toda la vida. 

Noto una presencia a mi lado y se incluso sin echar un vistazo que se trata de Alexander. Mi cuerpo sigue reaccionando a él, como si fuese un maldito adolescente. 

-Está realmente feliz de teneros aquí... ha estado toda la mañana preguntando por vosotros. -Sonrío levemente, aunque en realidad se que probablemente haya estado interesado en Rafa. Esos dos se vuelven cada día mas inseparables.- He estado... tanteando el terreno. Para contarselo.

Giro la cabeza hacia él, sorprendido. No he querido insistir en el tema, yo decidí cuando era buen momento para Rafael sin consultarle, y decidí respetar que él pudiese hacer lo mismo con Max. Pero empezaba a inquietarme no ver intenciones. Al final lo que nos interesa a ambos es el bienestar de los chicos y por mucho que me pese, él conoce a Max mejor que yo. 

-¿Crees que lo aceptará?- a fin de cuentas, Rafa tenía que lidiar con el miedo al rechazo y la decepción, pero siempre tuvo preguntas y anhelos. Siempre supo que había otro padre, que su familia era mas que sólo él y yo... pero Max no ha tenido nunca esa clase de inquietudes. Quizá porque todavía es muy pequeño para tener esa clase de pensamientos... o quizá porque nunca ha tenido otra cosa. Rafa tuvo a Alexander prácticamente los dos primeros años de su vida y cuando lo perdió, quedó un hueco vacío. Pero para Max nunca he estado ahí. No hay un sitio en el que encaje, un lugar que llenar.

Puedo ver en Alexander esa mirada tan suya que parece decir 'estás siendo un completo idiota' pero en su lugar, su voz sale suave y moderada. -Max te adora... eres algo así como su ejemplo a seguir, con todos esos trucos de magia y las cosas divertidas que planeas para ellos. No ha dejado de hablar en toda la semana de la acampada que le prometiste. -Alza un dedo justo antes de que vaya a decir algo sobre el tema. -Todavía no he decidido que vayamos a ir, Magnus. 

Suspira y niega con la cabeza, una pequeña risa llegando a mis oídos, sorprendiéndome. No me había dado cuenta hasta ahora lo mucho que la había echado de menos. Lo mucho que algo tan simple me hacía sentir. -¿A quien intento engañar? No puedo negarles nada a esos dos, ni aunque quisiera... y a ti tampoco. -se encoge de hombros, sus mejillas ligeramente enrojecidas. ¿Qué me estás haciendo, Lightwood?





I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora