Confesión (día 2267)

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Tomo una respiración profunda al sacar la caja de lo mas alto del armario que guardamos en el trastero. Hay una gruesa capa de polvo sobre la tapa y, en lugar de limpiarla, simplemente la saco y la dejo en el suelo, cargando con la caja y su contenido hasta el piso, donde Rafa sigue embobado en su libro de acertijos. 

Dejo la caja sobre la isla de la cocina, echando un ligero vistazo dentro. Dos pares de ojos azules me devuelven la mirada, intensa y abrumadora. Es la última foto que hice de Alec con Rafa, embarazadísimo ya de Max. Fue dos días antes de que se fuera, dejándonos atrás. Nada parecía ir mal en aquel entonces. La sonrisa de Alec es amplia, aunque hay unas pequeñas ojeras en su rostro por estar en las últimas semanas de un embarazo que no le permitía dormir bien. Rafa está sentado sobre una de sus rodillas, sus dos manos atrapando una de las de su padre sobre su abdomen, su rostro mirando a cámara con curiosidad. Había costado varios intentos que ambos mirasen a cámara. Rafa siempre fue un pequeño curioso y despistado.

Suspiro y saco la foto de la caja, dejándola a un lado. Debajo aparece una carpeta con el papeleo de Alec, los archivos que lo hacían un hombre libre. Bajo esta, aparece una gran sudadera gris que siempre llevaba puesta. Decía que era cálida y cómoda. Instintivamente la llevo a mi nariz, aspirando con fuerza. Aún huele a él, después de tanto tiempo. Niego y la dejo sobre la isla con el resto de las cosas, cubriendo la foto. 

Echo un rápido vistazo al resto de la caja, con las pertenencias que Alec dejó atrás. Hay varias cajas mas con ropa, pero esta es la mas personal. 

Paso mis dedos por el lomo del álbum de fotos familiar que habíamos iniciado. Empecé otro con Rafa cuando me di cuenta de que no volvería. El rencor me podía y una vez pensé incluso en ocultarle a Rafa que tenía otro padre, fingir que nunca existió... pero con el tiempo los buenos recuerdos pesaron mas y con el niño tan curioso que tengo, era inevitable que preguntase por su otro padre. Sin embargo, a su edad, todavía no ha preguntado nunca tanto como para que llegase a buscar las fotos.

Desbloqueo mi teléfono sólo para observar la foto que tengo de fondo de pantalla. Mis dos pequeños me devuelven la mirada, sonriendo desde la pantalla, Max colgado del cuello de Rafa que lo carga en su espalda y lo sujeta por las piernas, ambos mirando a la cámara con una sonrisa de oreja a oreja. Hace varias semanas que Alec y yo sacamos tiempo para que los niños estén juntos, y no me arrepiento de hacerlo. Son cada día mas unidos, mas amigos.

A mi mente llega el recuerdo de hace un par de días, cuando aprovechamos un día libre de Alec mientras los niños estaban en la escuela para ir al registro civil y registrarme en el acta de nacimiento de Max como su padre biológico. Lo habíamos intentado unas semanas antes, pero nos lo habían denegado por no haber una prueba de ADN que lo demostrase. Como si el niño no fuese un calco a mi. 

Y ahora, al fin, legalmente y ante ojos de todos, Max es mi hijo. 

Bueno, a ojos de todos... menos del propio Max, y de Rafa.

-Rafael, ven un segundo por favor. Tengo que contarte algo importante. - Debe oír la seriedad suficiente en mi voz para que ponga rápidamente su punto de libro entre las páginas que está leyendo y se acerque a mi, sus pies descalzos por el suelo cálido. Normalmente habría protestado por acabar el capítulo.

Lo cargo para sentarlo sobre la isla de la cocina, acariciando sus mejillas y su pelo con una sonrisa, besando su frente. -Necesito que me escuches con atención, ¿vale? Y como siempre, puedes preguntar lo que quieras si no entiendes algo o si quieres saber. -Asiente y me muerdo la lengua unos segundos, sin saber exactamente como empezar esta conversación.

-Cariño, ¿recuerdas lo que te expliqué sobre tu otro papá? - Mueve los pies que cuelgan desde donde está sentado, asintiendo sin mas. -Dijiste que se fue porque estaba triste, pero que él nos quería mucho, sobretodo a mi. -Asiento, cogiendo sus manos entre las mías, frotando mis pulgares contra el dorso de sus manos. -Bueno, cuando él se fue... iba a tener un bebé, uno pequeñito. Ibas a tener un hermanito, ¿te acuerdas de eso? Te gustaba mucho hablarle a la tripa de papá, tenías muchas ganas de ser hermano mayor... 

Su mirada se alza de golpe, sonriendo de medio lado. -¿Los has encontrado, papá?¿Sabes donde están?¿Tengo un hermano?- No puedo contener una pequeña risa, abrazando a mi niño pequeño, cargándolo contra mi cadera y yendo con él de nuevo hacia el sofá. -Tienes un hermano, Rafa. Y si, los he encontrado... a tu hermano y a tu papá.

-¿Y dónde están?¿Los has traído aquí?- suspiro, acariciando su pelo una vez nos hemos sentado ambos de vuelta en el sofá, manteniéndolo en mi regazo. -No amor. No los he traído, pero no están lejos. ¿Quieres ver una foto que he encontrado de cuando eras pequeño?¿Con tu otro papá?

Espero a que asienta, porque se que lo va a hacer y dejo que apoye su espalda en mi pecho, sacando la foto que admiraba antes de mi bolsillo, tendiéndosela mientras cierro los ojos y rezo interiormente porque salga lo mejor posible. 

Pasan unos segundos sin que ocurra nada, pero entonces... -¿Alec?¿Alec es mi papá? -Lo siento girarse hacia mi, todo su rostro interrogante. -Alec es tu papá, amor... y Max... él es tu hermano. Es mi hijo también. 

Alza la foto aún entre sus manos, observándola con detenimiento durante unos segundos que se me hacen eternos. -Quiero ir a verlos, papá. Quiero ir a verlos ahora. Por favor. - Suspiro pero asiento, apartándole el flequillo de los ojos. No me importa que sea casi la hora de dormir, ni que Alec y Max vivan en la otra punta de la ciudad. Si hay algo que nunca le he negado a Rafa, son respuestas. Y las que quiere ahora, no puedo dárselas yo. 

-Ve a por tu abrigo y tus zapatos.- Espero a que salga por el pasillo y voy a por mi móvil, enviando un mensaje rápido.

<<Rafa lo sabe todo. Vamos para allá. Tiene preguntas.>>

I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora