CAPÍTULO 17: Situaciones.

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El fuerte ruido de la puerta abriéndose sobresalto a todos los presentes en la casa

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El fuerte ruido de la puerta abriéndose sobresalto a todos los presentes en la casa. Alagi se acomodó una vez más y se froto las manos, pensando en lo que iba a decir y si todo se iba a arreglar, cosecho un largo suspiro levantando la mirada y vio como Suleyman aceleraba su paso hacia su habitación hasta perderle de vista por la puerta. El chico, rápidamente agarro el pomo de la puerta y la abrió con rapidez para no toparse con su padre.

Suaibo: Salamaleikum –Le dijo a su hijo que se detuvo al instante.

Suleyman: Waleikum salam –Volteo la la cara y se dispuso a entrar de nuevo.

Suaibo: ¿Has rezado? –Preguntó cerrando la puerta y obligando a su hijo a detenerse de nuevo.

Suleyman: No –Contestó con cierto pudor.

Suaibo: ¿Entonces a que esperas? –Preguntó con una voz amenazadora.

Suleyman: Es que la tía Aliyah está en el baño.

La chica desde el lavabo se levantó rápidamente al oír su nombre, se secó las lágrimas que llevaban varios minutos adueñándose de su rostro. empapo su rostro con agua y levanto la cadena para simular que hacia sus necesidades.

Suaibo: Pues cuando salga reza, ya mismo –Se dio la vuelta y se dirigió hacia el comedor.

Esos pocos segundos se hicieron eternos para Alagi quien se mantenía sentado en la silla que daba esquina a la puerta y que evitaba que Suaibo le viera de primeras, miró hacia la puerta y contemplo como el hombre entraba sin haberse percatado de su presencia, dejó de frotar sus manos y suspiro profundamente.

Alagi: ¡Hombre! –Exclamó.

El otro se giró repentinamente por el susto que le había causado esa voz que había surgido de la nada, le miró y volvió a desviar la vista al darse cuenta de que se trataba de Alagi, volvió a mirarle y percibió como las emociones de traición y rencor volvían a florecer en su interior, como si todo hubiese ocurrido el día anterior, frunció el ceño tratando de disimular su descontento y se detuvo.

Suaibo: Hombre, me has asustado –Dijo con una voz pasiva e indiferente.

Alagi: Lo siento –Dejó florecer una sonrisa forzada.

Ambos empezaron a saludarse cordialmente, tratando de evitar hablar sobre el motivo principal, viéndose forzado a hablar sobre temas de las que casi nunca solían hablar cuando todo estaba bien entre ellos, se podía notar la tensión en sus gestos, y en lo poco seguido que fluyan sus conversaciones, saltando de un tema para otro acompañado de silencios largos que rellenaban las voces que salían de la tele. En una de esas conversaciones sin sentido se oyó la puerta principal abrirse, que instantáneamente hizo que Suaibo intentara asomarse para ver quien salía.

DOS PAÍSES Y UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora