CAPÍTULO 4: Ira.

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Narrador

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Narrador

Dos tardes después, en la que no hacía ni mucha calor ni mucho frío. Parecía como si los dioses del olimpo hubiesen puesto fin a la titano maquia, y con eso se lograba estabilizar un poco el clima, permitiendo así que la gente gozase temporalmente de ese día. Alagi despertaba después de una pequeña siesta, resultado del cansancio acumulado que le hacía moverse lentamente, tambaleándose de un lado para otro hasta llegar al pasillo, que estaba repleta de un humo que provenía de un incienso de origen africano. El incienso desprendía un olor muy aromático, pero a la vez difícil de respirar por la cantidad de humo que despojaba. Se cruzo con  Fátima que se encaminaba hacia el salón.

- Fátima, ¿y tu hermano? –Preguntó el hombre con los ojos entreabiertos. 

- No sé, desde que he vuelto del cole no le he visto -Contesto sin voltear a verle.

- Vale, pues vamos a rezar que ya es la hora –Dijo Alagi mientras se iba hacia el baño. 

 - !Voy! espera, tengo que ayudar a mama a instalar el Facebook en su móvil.

 - ¡Fátima venga, rápido! –Dijo la madre desde el salón, impaciente por ya tener el Facebook instalado.

Alagi negó con la cabeza y se rio.


Narrador

La PlayStation era la encargada de captar la atención de Ibra y sus amigos. Se habían quedado a hacerle compañía a esa pequeña maquina durante toda la tarde. De vez en cuando subían a casa de Omar que estaba a una calle de la de Ibra, a un portal de Mamadu y a una esquina de la de Carlos para matar el tiempo y conversar sobre sus cosas. Hoy le tocaba a Omar, pero otro día podría ser uno de los otros cuatro. Carlos se puso en pie indignado luego de perder una partida y se dirigió hacia el lavabo, provocando las risas de Ibra que le miraba y desviaba su mirada hacia la ventana, desde donde podrías ver a los niños jugando y pasándoselo bien. Una mezcla interracial y de diversidad cultural. En uno de los bancos estaban los africanos de diferentes países que se reunían para criticar a otros, mirando hacia el otro lado de la plaza, donde unas ancianas daban de comer a unas palomas. 

- Joder Omar, se nota que tus padres no están, si no te estarían llamando a cada rato–  Dijo Carlos, observando a este que no separaba su vista de la pantalla.

- Wollahi, mi padre se ha ido a la mezquita a rezar y mi madre no sé dónde está –Contesto Omar.

- Hablando de eso, ¿Habéis rezado en todo el día? –Preguntó mientras se sentaba y le tocaba el hombro a Mamadu.

- ¿Carlos, te has limpiado las manos antes de tocarme? -Se aparto con rostro asqueado y encendió su cigarrillo. 

- Yo ya he rezado –Le recordó Omar.

- ¿Y tu que, Ibrahim? – Pregunto Carlos y fijándose en como sus manos tecleaban con fuerza los botones del mando. 

 - Mi pregunta es ¿A caso no nos has visto rezar en el comedor? –Soltó una risa forzada y le miro de reojo sin entender a que venia esa pregunta.

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