2.- El día en que todo empezó

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Fue justo en honor a ese amigo caído que le pusieron Luc a su primer hijo, que también siempre fue muy amigo mío y de Bernie. Luego nacieron Josep y Valentine. A diferencia del señor Arnald, la señora Mireille sí sobrevivió a la matanza. Ella estaba en el castillo vizcondal y huyó cuando empezó todo, solo Dios sabe cómo se salvaron de morir violadas y quemadas por los francos. Ella huyó junto a Luc de Béziers, y la señora de la villa en aquel tiempo. Bruna.

Es aquí que quiero hablar de ella. Bruna es la gran ausente en la historia de Saissac, pero siempre presente en las conversaciones y en la vida de todos. Me enteré a los cinco años que Bruna es la verdadera madre de Bernie, y que fue la dama en la finn' amor del señor Guillaume. Que ellos se amaron mucho, que aún lo hacen, pero no pueden estar juntos, pues la señora Bruna no debe quedarse en Saissac. Al principio pensé que era porque Sybille, la esposa, no la quería cerca de su marido. Pero había más, algo que en ese entonces no podía entender.

Todos adoraban a Bruna, bueno, todos lo siguen haciendo. Ella tiene algo que nos fascina, algo que nos es imposible resistir. Es hermosa, una dama encantadora y perfecta. Todos en Saissac decían que Bruna no tenía comparación en el mundo, y yo no entendía qué podía de tener especial esa mujer.

Ahora lo sé. Bruna es divina. Bruna es una diosa. Bruna es encantadora. Bruna es inmortal.

Yo no lo supe hasta el día en que la conocí. Tenía seis años, era muy pequeña, pero ese día ha quedado por siempre guardado en mi memoria. Apenas hacía unos meses habíamos recuperado Cabaret, recuerdo eso. Mamá Guillenma me puso un bonito vestido de dama pequeña, no se cansaba de decirme lo linda que me veía, aunque yo lo único que quería era correr e ir a jugar.

En el camino, papá me pidió que me portara bien porque habría una fiesta importante que daría el señor Guillaume, y yo tenía que actuar como una dama de mi clase. Y de verdad que lo intenté al inicio. Pero después, aprovechando que mi madre estaba distraída, me fui corriendo en busca de Bernie.

Corría por el castillo de los señores de Saissac, iba hacia el salón principal. Iba tan rápido y distraída que no me di cuenta de que había alguien frente a mí, terminé chocando con ella. Caí al piso y me senté, pronto levanté la mirada. Era una dama joven, llevaba un fino vestido color verde, sus cabellos marrones sueltos. No estaba muy arreglada, pero aún así me pareció muy hermosa, al punto que sentí mi pequeño corazón latir acelerado y me sonrojé. Cuando la dama me sonrió, yo devolví la sonrisa en el acto.

—Ven acá, preciosa —ella se agachó y me levantó en sus brazos. Recuerdo mis sensaciones en ese momento, estaba feliz de que ella me tratara tan bien, aunque no sabía ni quién era—. ¿Cómo te llamas?

—Jehane de Cabaret —respondí despacio, la noté sorprendida.

—¿Tus padres son Peyre Roger y Guillenma? —asentí.

—¿Y tus padres quiénes son? —pregunté yo. 

—Bernard de Béziers y Marquesia de Montpellier.

—Qué bonitos nombres —le dije, y la noté sonreír.

—¿Sabes quién soy?

—¡Hija! —Era mi mamá. Llegaba corriendo junto a mi padre, de seguro que estuvieron buscándome para evitar que hiciera alguna travesura—. ¿Qué hemos dicho de correr sin control?

—Lo siento, mami.

Apenas dije eso, Bruna me bajó al piso y yo caminé para encontrarme con mamá. Pero algo de mí quería correr donde ella, quería estar de nuevo con Bruna. Miré atrás y le sonreí, ella también lo hizo.

Los diarios de Jehane de CabaretWhere stories live. Discover now