3-Muy pequeña

384 39 17
                                    

Entre a la ducha despojándome del pijama, entre a la ducho cuando sangré se empezó a escurrí desde mi muslo a lo largo de mis piernas.

Sabía lo que significaba eso, pero aun así entre en pánico.

-Mama -grite asustada, de seguro se encontraría en la cocina con rosa o cerca de los establos con mi padre.

- ¿Qué pasa, Cariño? -Grito desde abajo inmediatamente, porque no simplemente no podía subir, esto sería aún más vergonzoso si mis hermanos se enteraban. Pero la casa normalmente estaba libre de chicos en esta hora de la mañana.

-estoy sangrando

- ¿que? ¿Donde? ¿Te Cortaste? - subió las escaleras agitada por el pánico de que a su hija pequeña le hubiera ocurrido algo grave.

-no -chillo a través de la puerta del baño- abajo, mama

- ¿Dónde abajo?

- ¿qué pasa? ¿porque los gritos? - empujaron la puerta del baño haciéndola caer, encontrando a una pequeña Faraih envuelta en apunto de abrir la puerta.

- pero... ¿qué hacen? - grito cubriéndose más con la gran toalla- salgan, no puedo tener privacidad, son unos brutos -les siguió reclamando a sus hermanos que habían entrado como energúmenos al baño - solo quiero a mama, largo.

Su madre los saco del baño con varios bufidos de sus hermanos, la saco su baño con la puerta destrozada y la llevo al baño principal de la habitación donde dormía con su padre -es normal hija, tienes 13 años, tu cuerpo comenzara a cambiar

-No quiero, tendré dolores, estaré de mal humor -su madre se rio de ella ganándose una mirada de recriminación- sufriré mucho por el resto de mi vida -dramatizo llevando ambos brazos a la frente, cayendo en la tina salpicando agua al suelo.

-eso es algo que no podemos decidir.

-que horrible ser mujer.

-tiene sus ventajas y desventajas -beso mi frente y salió del baño después de dejarme un pequeño estuche con varias cosas y explicarme sobre cada cosa.

Utilice todas y cada una de las cosas que mi madre me había dejado, Salí de la tina secándome el cuerpo con una toalla y con otra el cabello, las guinde en los calentadores y agarre los vaqueros que estaban sobre la poceta, termine de secarme el cuerpo y me los puse, agarre mi desodorante y lo aplique debajo de mis axilas para tirar sobre mi cabeza una camisa de algodón de color azul.

Las niñas aun me seguían molestando por la ropa o el cabello, pero este era mi último año de primeria, Jay cumplió su promesa y me enseño técnicas para defenderme cuando alguna tratara de agredirme.

Desde aquella vez en que le fracture el brazo a Nicole, la niña que constantemente se metía conmigo, sus amiguitas no me fastidiaron más, además que este último año había hecho una fuerte amistad con Jussara y otros niños que ya no se dejaban mandar por aquella malvada morena, al fin dejaría esa escuela a las a fueras de la ciudad y volverá a estudiar algo cerca de casa, tal vez con Jay.

"-Tu pelo es tan horrible como el de tu madre -giraba a mi alrededor jalándome fuerte los mechones de cabello.

-no te metas con mi madre - la empuje por los hombros logrando que se tambaleara, pero no cayera.

- ¿qué vas hacer, pegarme, pelo de paja? -me dio la espalda sintiéndose superior con todos los que estaban alabándola. Apreté los puños y respiré, había jurado no usar las clases de Jay para lastimar a otra persona a menos que me estuvieran lastimando a mí. - no puedes ni defenderte, o necesita a tu amiguito Jay para que te defienda, que por cierto es muy bello-se relamió los labios provocándome de alguna manera, pero si Jay ni siquiera me gusta- de seguro es tu amigo porque le das lastima, que más podría ser, nadie te quiere, él tampoco se fijaría en un macho como tú.

Primer amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora