V e i n t i c u a t r o

82.2K 11.3K 7.8K
                                    

Olvídalo, probablemente tú no tienes idea de lo que harás

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Olvídalo, probablemente tú no tienes idea de lo que harás...

Claro, recién tienes este diario en tus manos. He de suponer que tendrás tus motivos para hacerlo, como dije antes: tú no eres una aliada precisamente, estás jugando por tu cuenta. No conozco tus intenciones, pero de alguna forma confío en ti, de lo contrario no te pediría que me busques.

Supuse que mi existencia era imperativa para algún ser dentro del mundo. No podía sospechar de ti, en ese instante donde el gélido día se acoplaba a mis huesos, sentada en el patio trasero de la casa, jamás pasó por mi cabeza que tú lo habías hecho. ¿Y sabes una cosa? Sigo creyendo que solo es una conjetura mía.

Creé muchas hipótesis en el desolado patio, hasta que la puerta corrediza tras de mí dejó que mis pensamientos se marcharan. La sonrisa me volvió a los labios de manera instantánea en cuanto vi saliendo.

—Hola.

Papá frunció el ceño, confundido. Creo que tía Bernardi no tenía el tipo de relación fraternal con él, más bien el tipo de relación de odio entre hermanos. Dubitativa, la idea de actuar como alguien de carácter fuerte pasó por mi cabeza, mas cuando papá se sentó a mi lado, mi amor de hija derrotó todo.

—Estás algo extraña —dijo.

Yo que necesitaba indicios de cómo actuaba mi tía en su adolescencia, evité mirarlo. Una mirada podía delatarme.

—¿Por qué lo dices?

—No sé... Puede ser porque estás sentada en el patio en pleno invierno.

Me dio un golpe con su brazo que dio en mi hombro, moviéndome a un lado. Tuve que colocar mi mano en el frío suelo para no caerme. Papá sonrió y yo le regresé la sonrisa pensando que, a lo largo de los años, no había cambiado mucho.

Su mirada confusa y analítica volvió, así que evité todo contacto visual.

Un silencio murió en cuanto hablé observando un grupo de tallos largos y secos:

—¿Qué son?

—Girasoles —respondió—, tú misma las plantaste con mamá.

—Ah, es que... estoy algo aturdida.

Se me hacia bastante incómodo no poder hablar con normalidad sobre cosas que papá y yo hablábamos. Su suspicacia podía ser mi desgracia, y no tenía idea de cuánto tiempo estaría atrapada en el cuerpo de tía Bernardi. Entonces pensé que, si no sabía por cuánto tiempo me quedaría allí, lo mejor sería aprovecharlo al máximo.

—Oye... uhm, Alan... —lo llamé tirando de su chaqueta. Me sentí como de pequeña, viéndolo desde abajo, con su aspecto tranquilo—. ¿Puedes abrazarme?

—Tú de verdad estás enferma —declaró con sorpresa y me apretujó con fuerza.

Cerré los ojos y me permití perder cada una de mis preocupaciones en sus brazos, inspirando el aroma que tanta falta me hacía. Una vez que abrí mis ojos, ya no estaba en el patio trasero, estaba en mi casa, siendo abrazada por mamá.

Díselo a la Luna ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora