Capítulo 24

442 46 6
                                    


¿Quién es? ¿Diga?

La voz de un hombre al otro lado de la línea hace que pierda toda gana de pronunciar si quiera su nombre, enseguida corto la llamada y siento como mi pulso tiembla sin control alguno. Inhalo profundamente antes de soltarme a llorar, ahí en medio de aquel enorme parque, abrigada por la oscuridad de la noche, me desahogue. 

Mi piernas se sienten pesadas como mi alma, aquel salado y conocido líquido emerge de mis ojos como si fueran una fuente, y siento mi pecho arder como si de una fogata se tratara. Ella estaba con él. Ella se iba a casar con él, sin que tuviese la mínima oportunidad de impedir aquello. ¿Cómo le decía a mi corazón que la olvidase? Esa era la pregunta del millón. Una que comenzaba a desarmarme de a poco. Perdí la noción del tiempo, de las calles, del espacio que me rodeaba. Aquella madrugada me recorrí calles y calles llena de gente en busca de noches de diversión o simplemente de alguna compañía, en completo silencio, desgarrada emocionalmente y sola. 


**

¡Anna! ¿Estás bien? -Saltó Bella desde su asiento en la mesada de aquella cocina

El sol tenía horas de haber aparecido entre nubarrones cubriendo New York, mi baja energía debía reflejarse en mi rostro por la forma en que ambos me veían.

Nos tenías preocupados, te busque y te llame . Estaba angustiado por ti -Flynn se notaba aliviado y molesto a la vez-

¡Lo siento chicos! Necesitaba espacio

Bella se vino sobre mi y sin decir nada me rodeo el cuello con sus brazos y me pego a su cuerpo, por instinto le devolví el abrazo. Estaba rota y en aquel momento, ella se ofrecía de soporte. 

¡Me alegro que estés bien!  Flynn se puso de pie y también se vino hacía nosotras, abrió sus brazos musculosos y nos envolvió. Aquella mañana supe por primera vez en mi vida, que aunque me sintiera sola, no lo estaba. Los tenía a ambos para lo que fuera que necesitara, así como ellos me tendrían a mi. 

Los días se evaporaron a una velocidad que me quedaba pasmada. Entre el trabajo que veníamos haciendo, aquellas salidas en los huecos libres que teníamos Flynn y yo, hizo que mi mente dejará de pensar cada segundo en ella. A Jazmín desde aquel encuentro no volví a verle. No sé si para suerte o desgracia, pero si que entendí que de ese amor loco que le tuve, nada quedó.   

Aquella última mañana programada de ese viaje, había tenido una reunión con una mujer llamada Catherine Saint, pertenecía al New York times, tal como me había insinuado Flynn, estaban interesados en mi trabajo como fotógrafa. Aunque no fue nada concluyente, al menos había una pequeña ventana abriéndose ante mis ojos. Eso y mi plan iban acoplándose perfectamente. 

Esa era la última tarde para nosotros antes de volver a Estocolmo, Bella se quedaba, encontró una oportunidad en una revista de moda, y la aprovecharía mientras se hacía de un renombre. Así que esto era como una especie de despedida entre todos.

¡Te echaré de menos! Le digo con una gran sonrisa y mi corazón encogido de tristeza.

Siempre que quieras podrás venir, mi pequeño piso estará siempre a tu disposición Anna

Lo sé

Acuna mis mejillas entre sus delicadas manos, veo sus ojos ambar un poco más oscurecidos y de pronto un cosquilleo extraño me atraviesa el estómago. No sé bien que significa, siento sus labios delicado posarse muy cerca de las comisuras de los míos y mis piernas de pronto parecen ser de gelatina, una tos fingida hace que se aparte rápidamente, atrás de nosotros está Flynn viéndonos con dos jarras de cerveza fría y una sonrisa que en mi percepción índica algo más. 

Nieve y FuegoWhere stories live. Discover now