Capítulo 14

751 65 7
                                    


Camino a la velocidad máxima que me permiten mis piernas, he dejado el hotel varias manzanas atrás y sin embargo, ella continúa siguiendo mis pasos, no corre, no se apresura, mantiene su andar pausado y de vez en vez vocifera palabras en sueco que no captó con claridad.
¿Buscaste consuelo en los brazos de otra rubia?

Mi cerebro hizo cortocircuito, aquellas palabras si las oí nítidamente, detuve abruptamente mi andar y me gire; cómo un remolino en su dirección la enfrente y la absorbí.
¿Quién te crees que eres Elsa Colder? ¿Crees que puedes aparecer así en mi vida y volverla de cabeza? Me has seducido desde el mismo momento que me crucé en tu vida, tú- le colocó mi índice derecho en su hombro- sabías que te ibas a casar, y aún así no te importo que me fijara en ti, y en tu perfecta belleza, te colaste en mi maltrecho corazón... y luego me lo rompiste en mil pedazos
Mi voz quebrada y la visión borrosa me alertaron que había flaqueado, estaba partiéndome frente a ella y dejándo la poca dignidad que me quedaba.
Ella estaba paralizada, su rostro mantenía una expresión neutral, sus ojos azules estaban tan oscuros como el océano en plena tormenta, y justo en ese instante sentí algo dentro de mi terminar de quebrarse, la poca esperanza de que éste absurdo amor fuera mínimamente correspondido.
¡Anna! ¡Anna!
Apenas vi a Flynn venir hacia mi, no se molesto en saludarla, sólo me tomó del brazo y me hizo entrar en un auto que para ser honesta, no tengo idea de donde salió, y ella sólo se quedó allí plantada como si de una estatua se tratara.

**

¡Lo siento Flynn!
Estaba verificando el equipo para hacer el trabajo que me correspondía a mi, estuve llorando como una pequeña que pierde lo más importante de su vida, sin tener consuelo alguno, mis ojos estaban hinchados y mi aspecto aquélla tarde era terrible.
¡No pasa nada Anna! Ahora te advierto que yo soy... yo- sonríe a más no poder- y en vez de resaltar la ropa que llevan puesta esos bombones... resaltare otra cosa
Kristoff me echará si haces eso
¡Bah! Kristoff es hombre, lo más que notará es lo gay que te has vuelto
Ambos reímos ante su ocurrencia, se despide y me deja descansar, aunque cada neurona de mi cerebro este en plena actividad y haciéndome rememorar aquel nefasto encuentro.

**

He decidido saltarme el after party del cierre de la semana de la moda, Flynn irá acompañado de una modelo poco conocida hasta ahora que encontró hace un par de días.
Dejé todo en orden para evitar otro llamado de atención por parte del editor quien notó la diferencia en las fotos del desfile de Mcqueen con respecto a los demás. Al final tuvimos que confesar que esas fueron tomadas por Flynn porque yo me había enfermado.
El altavoz anuncia mi vuelo y yo emprendo el recorrido en dirección a la puerta que me conduce al avión con destino a Lisboa.
Un escape de tres días me darían algo de tregua, un poco de sosiego para volver finalmente a Estocolmo.
Tomo asiento y tras esperar el despegue me quedo absorta observando cómo desde el cielo ves todo tan pequeño, me concentro en mis debates internos hasta que siento perder la conciencia.

**
El hotel es bastante sencillo, no he querido buscar lujos sino un sitio que me brinde tranquilidad y paz.
He tomado una tranvía que me lleva al siglo pasado, en su recorrido por aquellas antiguas pero conservadas calles empedradas voy embelesada, es como si fuera entrado a un portal que me hizo aterrizar en otro siglo, en otra época.
Mi mente me traiciona y pienso en ella, como se vería en el siglo XV, metida en uno de esos vestidos típicos de la realeza en aquella época, sonrío ante la ocurrencia.
Luego pienso en lo que he vivido en tan pocos días junto a Tony y algo dentro convulsiona.
El recorrido ha terminado y bajo en una de las siete colinas de aquella ciudad, camino despacio, el día está nublado y algo frío, pero aún así las vista son espectaculares.
Puedo divisar la cantidad de techos rojos que recubren gran parte de la zona céntrica, aquella área que sobrevivió al desvastador terremoto de mil setecientos cincuenta y cinco.
Si yo viviese aquí tal vez nunca me hubiese cruzado con ella, o si hubiera girado mi destino de otra manera, estaría en España, lejos de su presencia y su arrogancia. Sacudo mi cabeza y me reprendo internamente, me escape para olvidarle y a cada instante hago exactamente lo contrario.
Decido caminar un poco por las calles empedradas, mis ojos divagan entre una cosa y otra, todo está en portugues y poco comprendo, pero un olor que sale de un pequeño restaurante a mi izquierda ha logrado que me detenga.
Entro y observo el lugar, es alargado con cuatro o cinco mesas dispuesta contra la pared, hay una barra y tras ella tres chicos no mayores de treinta tal vez, uno me habla en su idioma natal, sonrío y enseguida capta que no entiendo lo que me ha dicho, se gira y le dice algo a su otro compañero que está sirviendo un café, él me ve y asiente con una tímida sonrisa.
Hola. ¿Deseas algo para tomar?
Un café estaría bien
Asiente y se da vuelta para preparar mi pedido.
¿Con crema o puro?
Con crema
¿De paseo por nuestra ciudad?
Si, algo así
Acomoda un pequeño plato y luego coloca la taza humeante de un apetecible café.
Hay pasteles y están deliciosos
Probaré uno
Me sirve un pequeño pastelito, lo tomo con cuidado y lo detallo antes de llevarlo a mi boca, a simple vista no resulta nada especial pero al dar el primer bocado una rica crema sale de su interior y deleita cada papila gustativa de mi paladar.
Me doy cuenta que he emitido algún sonido de asombro porque cuando alzó mi vista él chico me observa con una gran sonrisa en la boca.
Veo que te ha gustado
¡Están geniales!
Son un platillo típico de Lisboa
¿En serio?
Si, se llaman pasteles de Belén. Alguien inventó una crema y los relleno con la intención de que los marineros de aquélla época les encantará
Hace una pausa y me quedo expectante del final de la historia, pero se calla y sonríe mirando por encima de mi hombro, la curiosidad me puede más y sin pensar giro hacia atrás un poco para ver que es lo que causo que guardara silencio de pronto.
Bon día
Un joven peli rojo como yo los saluda a cada uno, sus facciones son infantiles a pesar que su vestimenta delata que es mayor de edad, él se acomoda al lado mío y me estira la mano a modo de saludo.
¡Hola! Me llamó Olaf Fast
Soy Anna Summers
¿De paseo o estás aquí por razones de trabajo?

Dudo en responder y él lo nota.
Me disculpo por la intromisión, es que...
Es un guía turístico
El chico que me estaba atendiendo responde por él, parecen tener confianza entre ellos, los otros dos hacen algún comentario que no captó por la barrera lingüística y al final terminan riendo.
No te dejes convencer, es un fanfarrón
No sé en que momento pase de escuchar una historia del pastel a ver las bromas entre éste desconocido y los mozos del lugar.
Verás... soy un experto en turismo, como habrás notado está ciudad se ha vuelto un boom en Europa
No tenía idea -soy sincera y sigo tomando aquel delicioso café-
¿Lo dices en serio? ¿De donde vienes? Norteamericana seguro
Colocó la taza en la barra y sé que una ceja se ha elevado por su sonrisa y la mirada clavada en mi rostro.
Lo soy
¡Bingo!
Pero no vivo allá desde que tengo uso de razón
Guarda silencio y queda atento a mis palabras, pero en vez de dar una explicación sólo sacó un billete y lo dejó para levantarme rápidamente.
Conserva el cambio
Se hace un silencio y no vuelvo mi mirada, lo menos que quiero para éste inesperado viaje es tener que dar explicaciones a cada momento.
Hey... ¡Espera!
Por la voz deduzco que es el mismo hombre que me ha seguido desde el restaurante.
Lamento si te he ofendido de alguna manera, créeme no era mi intención
Detengo mis pasos y me vuelvo para verle a la cara, se nota apenado, su pálido rostro está tan rojo como un camarón fresco, tomo una bocanada de aire y le contesto finalmente.
No me has ofendido, pero no vine a hacer amigos, de hecho no quiero hablar más que lo necesario y eso sólo incluye los saludos de cortesía y las órdenes de comida
El mira a todos lados como cerciorándose de que nadie nos ve.
¡Entiendo! Me gustaría compensarte por mi mala actitud
Saca de su bolsillo la billetera y busca algo dentro de ella, es una tarjeta que me extiende.
Si necesitas algo, lo que sea... sólo llámame. Estoy en deuda contigo por haberte incómodado

**

Estoy frente al río Tajo admirando las vistas desde éste monasterio, el viento sopla con fuerza y la paz que me brinda el ambiente hace que me desconecte por largos minutos de mi novela personal.
A mi mente viene el recuerdo de Mary cuando apenas tenía siete años y me trajo de paseo justo al mismo lugar en donde estoy ahora.
Aquel viaje donde sólo fuimos madre e hija, donde la memoria guardó con recelo tantos momentos alegres, que ahora me resultan tan pocos a lo largo de mi vida.
Dicen que esté lugar fue por mucho tiempo la entrada de la ciudad, y que era el sitio de resguardo del río Tajo

Mi pulso se agita como un vendaval y mi cuello se queda rígido.
Esté Monasterio de los Geronimos fue construido con el beneplácito de la catedral, es uno de los lugares más emblemáticos
No resisto y con todas mis fuerzas giro mi cuerpo hasta observar a la dueña de aquella voz.
¿Qué haces aquí? ¿Cómo... Cómo es posible?
Su perfil es lo que detallo, ya que su mirada está enfocada en el paisaje, lleva un abrigo negro que le cubre hasta más abajo de las rodillas y unas botas de talle alto.
Cuando tienes poder adquisitivo tienes contactos Anna, basta con hacer una llamada y sabrás lo que deseas
¿Me estás siguiendo?
Se gira y avanza un par de pasos en mi dirección, recuerdo entonces la diferencia de estatura porque automáticamente tengo que elevar mi mirada, su serenidad me da escalofríos y sus ojos me envuelven de una forma inexplicable.
No importa cuántos aviones tomes, ni si decides subirte a un barco o tren... siempre te voy a encontrar si es mi deseo Anna
No soy de tu propiedad Elsa Colder, soy una mujer libre que puede hacer lo que se le venga en ganas y

Sólo me doy cuenta de lo que ha pasado cuando me aferro a sus brazos para no caerme, su boca me ha tomado desprevenida, su agarre es fuerte y violento.

Ella me besa o me devora con fiereza, quiero soltarme y correr, pero esa llama encendida en mi interior se niega a obedecer.
La razón me juzga y el corazón celebra, todo es tan contradictorio que termino llorando y en segundos ella está viéndome de una forma diferente.
Anna yo... no quise
No la dejo terminar, corro a través de aquellas paredes empedradas, corro con el viento chocando en mi cara, corro dejando atrás al río y a ella. A la mujer que se me metió en medio del corazón y se ha enraizado en mi alma.

Nieve y FuegoWhere stories live. Discover now