Capítulo 42 🐺

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Arianne

Puedo sentirlo en cada parte de mi ser. El calor de su odio, la negrura de su alma. Sus ojos son vacíos y veo las profundidades del dolor y veneno. ¿Cómo impediré que suceda una tragedia? Todo es confuso y gris alrededor de los bordes, como un sueño o quizás una aterradora pesadilla. Quiero despertar y que alguien me jure que nada ha sido real. Necesito que me sacudan.

Voy a vomitar.

Mis oídos escuchan el zumbido de mi sangre, el dolor me apuñala y la gravedad está empujándome hacia abajo. Mis piernas apenas me sostienen y soy incapaz de ver. El mareo es cada vez más fuerte, desorientándome.

—¿Arianne?

Tomo una respiración profunda e ignoro la voz en mi cabeza que me suplica correr. No permitiré que Claudius entre a la Fortaleza y lastime a las personas que me importan. No romperá la barrera de protección.

—Saquen al perro de aquí —Miro a Mila —. No quiero que salga herido.

Su hermana Keira recoge a Anubis en sus brazos antes de irse corriendo de regreso a la Fortaleza. El fuego alcanza las palmas de mis manos y las llamas avivan la furia dentro de mí. Mataré a este hijo de puta.

—¿Arianne? —insiste Asher —. ¿Qué estás haciendo? No te veo bien.

Mi cabeza se dirige de golpe hacia él con los ojos entrecerrados. Los demás permanecen lejos viéndose asustados. Reynard frunce el ceño, Ashton la abraza y la señora Karlsson no habla. ¿Dónde están Axel y Melody? Sería de gran ayuda si mi primera estuviera aquí.

—Soy la única que puede detenerlo.

Asiente, pero no parece muy convencido. El miedo en sus ojos hace que mi pánico tintinee.

—Confío en ti —susurra.

Josh se acerca con la mandíbula apretada, Mila lo sigue de cerca.

—Se necesita de mucha magia derribar la barrera y él podría lograrlo con ayuda de Theo —dice la bruja —. Tiene una probabilidad de 90%.

El miedo vuelve a surgir.

—¿Y cuál es mi oportunidad de detenerlo?

Mila sonríe.

—El mismo porcentaje, pero no te preocupes. Mis hermanas y yo reforzaremos la protección.

—Bien.

—No te dejaremos hacer esto sola —masculla Josh —. Estaremos listos para pelear si él logra entrar.

Me trago el pánico y recuerdo que he entrenado durante meses. No huiré como una cobarde. Enfrentaré a este maldito lunático.

—No me rendiré —susurro, dándoles la espalda para caminar hasta mi enemigo.

Furia, pena, dolor y cada emoción que he estado reprimiendo estos días salen a la superficie. La única cosa que calmará esta cólera será arrancar su cabeza. Ansío venganza y deleitarme con su sufrimiento.

—Tú, maldito bastardo...

Inhala el aire con regocijo.

—El olor de la muerte —Se burla Claudius —. Puedo saborearla.

Mis manos se aprietan en puños, y me quedo quieta, con la respiración agitada.

—Puedes considerarte muerto.

—Primero tendrás que pasar por encima de alguien si quieres lograrlo. ¿Matarás a tu propio hermano?

El dolor en mi pecho aumenta cuando me encuentro con los ojos de Theo. Cada nervio de mi cuerpo está recrudeciéndose, disparando ruidosas explosiones que pulsan en mi visión. Mis extremidades tiemblan con restricciones.

Dulce Perdición [En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora