Capítulo 37

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ALEJANDRA

Comenzó a sonar mi móvil, quitando cada uno de mis pensamientos de mi cabeza, únicamente centrándome en que alguien me llamaba, y no parecía rendirse: quería que cogiera.

Miré la pantalla del móvil: Número desconocido. Leí y releí el número varias veces, pero nada, no me sonaba de nada. Cogí el móvil entre mis manos y descolgué

—¿Si? —pregunté sin saber bien quién iba a hablar.

—Señorita... ¿Alejandra Stones? ¿Es usted? —dijo una masculina al otro lado del teléfono.

—Sí, soy yo. ¿Ocurre algo? —respondí intentando parecer lo más calmada posible mientras miraba a Jesús a los ojos.

La mirada y sonrisa dulces que Jesús me dedicaba constantemente me calmaba increíblemente.

—Vera, su padre nos ha dado su número para informarle que ha sido admitida en la Universidad privada de Valencia. Nos encantaría tenerla aquí el próximo quince de Septiembre para finalizar su matrícula. —explicó el hombre sin ningún tipo de paro para respirar o dejarme analizar las palabras que soltaba sin descanso.

—Sí, claro, allí estaré. —asegure.

El hombre colgó, dejándome a mi en silencio, apartando mi móvil de mi oreja lentamente.

—¿Qué pasa, nena? —comentó Jesús mirándome a los ojos, notablemente preocupado.

—Tranquilo bebe. —murmuré incapaz de decir nada más, no por otra cosa, si no por estropearlo todo.

—Dime que es una buena noticia para ti, en ese caso, estaré contento. —aseguró.

Estaba claro que estaba nervioso, y además, preocupado, lo notaba en sus ojos, que normalmente brillaban de felicidad, pero en ese momento su brillo se había apagado aunque no al completo, me partía el corazón verlo así.

—Me han aceptado en la Universidad de Valencia... Empiezo el quince de Septiembre. —expliqué tratando de ser lo las cuidadosa posible, no sabía como iba a reaccionar.

—Al final no hay vuelta a atrás... —murmuró.

Lo miré a los ojos, estaba triste, estaba clarísimo, en ese mismo instante el mundo se me cayó a los pies, no podía verlo así, no lo soportaba.

—Aprovecharemos al máximo el tiempo que nos queda juntos. ¿Vale? —susurré dulce.

Me levanté y me senté en su regazo con cuidado, rodeando su cuello con mis brazos. Asintió levemente y una sonrisa de emoción apareció en su rostro.

—¿Qué estudiarás? —preguntó mirándome a los ojos, con ese brillito propio de los suyos.

—Medicina. Siempre he querido ser médico. —asegure ilusionada.

Comencé a decir todas y cada una de las razones por las que quería estudiar medicina, entre ellas: mi interés por como funciona el cuerpo, el poder curar enfermedades etc. Estaba completamente segura que oírme hablar de ello sería como escuchar a una niña pequeña hablar de su nuevo juguete favorito, ese que le regalaron para su cumpleaños.

—Enana. —susurró Jesús cortando mi larguísima explicación.

—Lo siento, no te dejo hablar. —me disculpé arrepentida y bajé mi mirada hacia el suelo.

—No es eso, es que estaría más cómodo en el sofá. —explicó soltando una breve risa.

Asentí y me levanté de un salto, agarré su mano con algo de fuera y tiré de el hasta el salón.

No podía creer aún que Jesús se interesara por lo que me gustaba, el único que lo había hecho había sido Lucas, y normalmente no debatía conmigo, si no que dejaba que hablara horas y horas al teléfono y el, en muchas de las veces, se había quedado completamente dormido.

Estaba claro, iba a ser una aventura estar con él y, desde luego, sería complicada.

Dos bestias en casa. [GEMELIERS] #GBA18kDonde viven las historias. Descúbrelo ahora