FINAL

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Lucia Cooper

Llevé mi mano hacia el interruptor y encendí la luz.

—Joder, Axel me asustaste —llevé una de mis manos a mi pecho intentando tranquilizarme —¿tú no estabas en la tierra?

—No me cambies de tema ¿qué hacías con Snaiderx? —preguntó una vez más.

—Estaba descubriendo la verdad —me adentré en la habitación por completo después de cerrar la puerta.

—¿Verdad? ¿de qué hablas? —se cruzó de brazos.

Él estaba sentado en los tres escalones que llevan hacia la cama esperando una respuesta de mi parte.

—No te hagas, Axel. Él me lo dijo todo, me has estado usando todo este tiempo —él rio.

—¿Yo te he estado usando? ¿segura? Lo único que he hecho es protegerte —yo caminé un poco dentro de la habitación.

—Ya me enteré, Axel, soy la... —no pude terminar de decir lo que iba a decir porque Axel ya estaba frente a mi tapando mi boca.

—Lucía, él no sabe que lo eres, solo lo sospechaba y quité toda sospecha asegurándole que en realidad no lo eras, no lo arruines —me susurró despacito en mi oído.

—¿De qué hablas? —dije cuando quitó su mano de mi boca.

—Lucifer quiere usarla para ganar la guerra —empezó a hablar en tercera persona como si no estuviese hablando de mí.

—Tu eres su hijo, sería lo más lógico que también quisieras usarla —él negó y se sentó en el sofá, yo me senté frente a él.

—Yo no soy su hijo, Lucette —fruncí el ceño —mientras mi mama estaba con Lucifer, estaba también con un arcángel, mi mama le era infiel a Lucifer y terminó embarazándose. Ella pensaba que era de Lucifer, pero al nacer mis alas eran blancas —vi cómo se tensaba lentamente —pasé la mayor parte de mi niñez encerrado en un cuarto totalmente oscuro, él solo estaba esperando que yo tuviera la edad suficiente para poder extirparme mis alas. Ese día fue el más doloroso de mi vida, me arrancó mis alas de cuajo a sangre fría, pero yo seguía siendo un ángel, solo sin mis alas estaba perdido, entonces él me propuso un trato, me devolvería mis alas si me convertía en un ángel caído, yo acepté, rompí los lazos con Dios y me entregué en cuerpo y alma, le pertenecía a Lucifer. Mis alas volvieron, pero no eran lo que yo esperaba, solo eran dos alas negras como la noche. Desde entonces he fingido ser el hijo de Lucifer para que sus súbditos no se den cuenta del engaño de Lilith.

—Yo... —él no me dejó hablar.

—Entonces apareciste tú, él pensaba que tú eras la elegida, por eso me mando a investigarte, aunque tenía que hacerlo de lejos, pero cuando hiciste el llamado fue más fácil entrar en tu vida, pues ya tenía el permiso. Hice hasta lo imposible para lograr que dejaras de hacer esas cosas extrañas que a veces hacías —yo fruncí el ceño, pero luego recordé lo que Snaiderx me había dicho.

Él suspiró, se puso de pie, me tomó del brazo y me llevo al cuarto de los espejos, de ahí se dirigió hacia la esquina, le dio un golpe al espejo y este se abrió dejando un pequeño espacio para pasar, él cruzó primero para luego dejarme pasar a mí. Del otro lado solo había una escalera angosta en forma de caracol con una pared de ladrillos oscuros que la cubría

Ya habíamos subido unos cuatrocientos escalones y mis pies no daban más, estaba cansada y Axel no me decía a donde íbamos, luego de lo que parecieron horas llegó a una puerta y la abrió, entró primero y luego me dejó pasar a mí. En cuanto crucé mis ojos se deleitaron con el hermoso lugar, había muchas plantas hermosas por todos lados y la mayoría tenía pequeños cristales en sus flores u hojas.

Mi Demonio PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora