Capítulo 8

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Lucia Cooper

Cuando llegué a la casa de Dylan, bajé del auto y me acerqué hasta su puerta para tocarla con desesperación. Podía ver una luz encendida en la sala, por lo que supuse que estaba despierto. Cuando no me abrió, jalé el pomo de la puerta y me di cuenta de que estaba abierta. Sin importarme su privacidad me adentré en la casa y lo primero que vi fue a Dylan tirado en el sofá durmiendo.

¿Duerme con la puerta abierta y en el sofá?

Sin importarme los detalles me acerqué a él para empezar a moverlo de un lado a otro con la intención de despertarlo, pero no funcionaba. Intenté por todos los medios despertarlo, pero no servía, por lo que opté por otra solución. Subí las escaleras hasta la única habitación de la casa y que debía ser de él, allané la habitación en busca de una mochila, al encontrarla vacié su contenido y metí en ella un par de prendas de vestir. También busque su móvil y su cargador para luego bajar corriendo a la sala otra vez. La casa de Axel me daba mucho pavor por la pintura tan oscura y los cuadros tan malignos que hacían ver todo más tétrico.

Una vez estuve frente a él me colgué la mochila y lo tomé a él por los hombros para levantarlo... en realidad se cayó de cara al piso, pero era el primer intento, generalmente esos nunca funcionaban. Me agaché para levantarlo una vez más, pero esta vez decidí arrastrarlo hasta la puerta, una vez ahí la abrí y lo arrastré hacia afuera. Volví adentro y busqué las llaves que estaban en una repisa al lado de la puerta, las tomé y luego cerré con llave para después colocarlas en la mochila.

Mire a Dylan en el piso y una incógnita nació en mi mente ¿Por qué no se despertaba? ¿Estaba muerto? ¿A caso así dormían los demonios?

Con un suspiro lo tomé de los hombros para intentar levantarlo con ayuda de la pared. No podía arrastrarlo por la acera, al menos el piso de la casa era de madera y se podía deslizar con facilidad, pero en la acera no sería igual, pues este era de cemento.

Cuando pude levantarlo por completo comencé a caminar hacia el auto, pero a mitad de la entrada se cayó al piso de espalda provocando un golpe seco y haciendo que soltara una enorme carcajada, la situación era demasiada extraña, a decir verdad. Lo levanté una vez más con un poco más de esfuerzo y pude llegar hasta el auto, pero intentando abrir la puerta se cayó de lado golpeando su rostro. Un grito salió de mis labios al pensar en que esta vez se pudo haber hecho daño. Al agacharme y revisarlo me di cuenta de que no había sido así, así que abrí la puerta del auto y luego lo levanté para entrarlo. Ya cuando lo tuve dentro suspiré aliviada. Al menos no salió tan herido

Una vez entré al auto en el asiento del piloto lancé su mochila hacia los asientos de atrás, luego le puse el cinturón y luego coloqué mi dedo índice debajo de su nariz para ver si estaba respirando. En efecto; lo estaba haciendo, pero aún no despertaba. Miré la hora en el auto y era apenas las 4:48. Encendí el auto y comencé a conducir hacia la carretera.

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Salí del auto una vez llegué a la cima de la montaña, para suerte mía habían hecho un camino y pude subir con el auto, de lo contrario Axel se hubiese tenido que quedar en él. Minutos después pude ver los primeros rayos del sol salir y una sonrisa brotó de mis labios. En ese momento escuché como la puerta se abría y Axel salía de el con un rostro lleno de confusión.

— ¿Me puedes explicar dónde estamos? —se restregó los ojos — ¿cómo diablos llegué aquí? —rectificó la pregunta.

—Yo te traje, fui a tu casa a despertarte, pero no lo hacías, así que te metí al auto por mis propios medios y aquí estas —expliqué de forma rápida y obviando muchos detalles.

Mi Demonio PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora