Capítulo 28

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Lucia Cooper

Respiré profundo y solté el aire lentamente para luego empezar a caminar hacia el asiento en el que Lucifer me había indicado que debía sentarme; justamente al lado de Axel. Un sirviente acomodó la silla para mi mientras me sentaba, acción que me puso más nerviosa de lo que estaba.

Lucifer tomó asiento en la punta de la mesa y rápidamente aparecieron en el lugar varias chicas que fungían como sirvientas. La mesa era muy espaciosa con veinticuatro lugares de los cuales solo diez eran ocupados, su madera era robusta y oscura con muchos detalles extraños tallados a mano.

Colocaron delante de mí un plato con una comida muy extraña, tenía palitos rojos y amarillos, algo parecido a una papa que no era papa, una salsa azul y lo que supuse era carne, lo cual era lo más normal en la mesa.

Mi cara se descompuso un poco ante la extrañeza de lo desconocido

¿Y si esto sabía horrible y terminaba escupiéndolo todo?

—Son verduras iguales a las de la tierra, solo que de colores diferentes —escuché que dijo Axel cerca de mí.

—No te lo pregunté —dije con voz neutra.

Lo escuché suspirar.

Tomé la servilleta y la abrí para colocármela en las piernas, luego tomé un cubierto, pinché el palito rojo y después lo estrujé en la salsa azul para luego acercarlo a mi boca lentamente.

Le estaba rogando al purgatorio que eso no supiera horrible, de lo contrario lo escupiría sin ningún remordimiento.

Cuando entró en mi boca supe inmediatamente que no era ninguna verdura de la tierra ¡esto sabía mucho mejor! era como... no sabría explicarlo, solo sabía que me hacía tocar el cielo aun estando en el infierno.

Empecé a comer todo lo que había en el plato y terminé estrujando la carne en la deliciosa salsa, me importaba una mierda tener poca delicadeza en este momento, mi comida y estómago eran primero.

Cuando terminé pude ver como Axel me miraba con una sonrisa, rodé los ojos y miré la copa que estaba frente a mí con un líquido rojo espeso, lo primero que pensé fue: Eso es sangre, Lucette. Pero Axel se escabulló en mis pensamientos metiéndose en lo que no le importa.

—No es sangre, es para el postre —en ese momento estuve a punto de soltar un bufido.

—No te pregunté —y después de eso no lo volví a escuchar en mi cabeza.

—No me bloquees —refunfuñó como niño pequeño, pero lo ignoré olímpicamente —hablo contigo, Lucette.

—No he hecho nada —respondí sin mirarlo y tomé un poco de agua, una muchacha de cabello castaño se llevó mi plato y los demás utensilios.

—Lo hiciste —concluyó.

—Noté que te gustó la comida, Lucette, espero que también te guste el postre —de nuevo apareció la castaña dejando otro plato frente a mi mientras Lucifer terminaba de decir las últimas palabras.

A simple vista parecía un pequeño pastel de chocolate con glaseado de chocolate.

Tomé la cuchara y la adentré en el pequeño pastel con la intención de tomar un bocado pero lo que pasó me dejo alucinando; chocolate derretido salió del centro del pastel esparciéndose por todo el plato. Lo abrí por completo y trozos de color rojo de algo que no sabía decir que era salieron junto al liquido espeso y oscuro. Di la primera cucharada y si había dicho que lo anterior me había llevado a tocar el cielo esto me hizo caer de cabeza en el infierno.

Mi Demonio PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora