Capítulo 21

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Lucia Cooper

—Lucía, por favor, demuestra la persona madura que eres y no hagas un escándalo —miré a Hanna sobre mi hombro y luego hacia el frente en donde estaba Axel.

Opté por salir del gimnasio por una de las demás puertas, no eran principales, si no que solo daban a pasillos del instituto. No sabía cómo reaccionar, si correr a abrazarlo o gritarle hasta hartarme.

No sé si alguien me seguía o si seguía teniendo la atención de los cotilla de este instituto, solo quería respirar un poco y al menos pensar en la forma correcta de reaccionar. Además, no me explico que rayos hacía el con los chicos, específicamente me preocupaba que hacía con James.

Justamente un día después de que intento olvidarme de él aparece para destruir lo poco que había construido.

Los pasillos estaban casi a oscuras y se veían algo tétricos, pero no me importaba, solo quería alejarme, pero eso sería imposible pues podía escuchar pasos de alguien detrás de mí, sabía que era él, pero no me atrevía a mirar a atrás para confirmarlo.

Sus pasos poco a poco fueron tomando más rapidez al igual que los míos. Sé que era un acto cobarde de mi parte no afrontar las cosas de una vez por todas, pero ¿cómo podía pararme frente a él para gritarle todo lo que llevaba dentro, soltarle en la cara mis palabras más venenosas o peor aún decirle que lo extrañé?

De pronto dejé de escuchar sus pasos y luego un empujón en mi costado izquierdo que me lanzó hacia la pared para después verlo frente a mí. El pasillo tenía muy poca luz, las bombillas eran algo así como humeantes, no iluminadoras, pero aun así podía ver su rostro, sus enormes alas y sus labios sonrosados, esos que alguna vez me besaron.

Me moví para salir de la prisión que él intentaba crear entre su cuerpo y la pared, pero fue más rápido y pegó su cuerpo al mío eliminando en su mayoría el espacio que quedaba entre ambos.

Lo empujé para que se apartara, pero solo conseguí que me tomara ambas manos y las colocara por encima de mi cabeza.

Nada más esto me faltabapensé.

— ¿Te he dicho que puedo leer tus pensamientos? —clavé mis ojos en sus orbes sin iris y sentí que me perdía, que cambiaba la realidad y entraba en una especie de trance absurdo en el que Axel me besaba y yo le correspondía.

Pestañeé un par de veces y salí de ese trance ¿Qué fue eso? Ha de ser uno de sus estúpidos poderes demoníacos.

—Me importa mierda lo que puedas hacer o no, ahora suéltame y déjame en paz de una maldita vez —todas y cada una de las palabras que le dije llevaban consigo una dosis de veneno incluida.

—Me importas demasiado como para dejarte en paz —yo reí sin gracia.

—Ya lo hiciste una vez, no creo que sea tan difícil volver a hacerlo.

—Sabes porque me fui —colocó su mano libre en mi cadera.

—No, no se las verdaderas razones, pues las que me diste solo eran excusas baratas, excusas estúpidas para despistarme de las verdaderas razones.

—No, no es así, me fui por eso y sabes que es verdad.

—Está bien, sé las razones por las que te fuiste, ahora ¿por qué diablos volviste? —mi pregunta pareció sacarlo de su zona de confort, pues desvió la mirada de mis ojos y cuando volvió a mirarme ya sus ojos tenían iris, pero no el verde grisáceo que esperaba ver, sino un rojo carmesí que me caló los huesos.

Mi Demonio PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora