Capítulo 25

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Lucia Cooper

—Hemos llegado a la entrada del infierno —podía ver por las ventanas como los demás autobuses que iban delante de nosotros iban reduciendo la velocidad hasta detenerse por completo, en pocos segundos en el que yo iba también se detuvo logrando que mi corazón acelerara su ritmo debido al miedo y nerviosismo que invadió mi sistema.

Suspiré un par de veces y traté de tranquilizarme, ya estaba muerta ¿qué sería lo peor que podría pasarme? ¿Qué me lanzarán a lava ardiendo por el resto de la eternidad? Eso sería lo peor, pero no creo que pasara, aunque era imposible saberlo.

Luego de unos minutos las personas que estaban en la parte delantera del autobús comenzaron a bajarse, yo hice lo mismo y cuando bajé observé que solo éramos mujeres las que estábamos ahí. Me formé en la fila que se había creado y avancé cada vez que esta lo hacía.

—Mirada en los pies y solo siga a la de adelante —escuché que alguien dijo, pero la voz la escuché en mi cabeza.

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Llevaba más de media hora caminando y nada de llegar a ningún lugar, solo veía tierra negra y no me atrevía a levantar la cabeza para saber dónde estaba, pues escuché como golpeaban a alguien que lo hacía, pero después mis pies dejaron de pisar tierra a pisar asfalto. Como no tenía nada que hacer en aquella media hora, me fije en el atuendo que tenía encima, ya no veía ni sentía las heridas, tenía puesto un leggins negro, zapatos de piso y una remera negros ¿de dónde apareció la ropa? no lo sabía, creo que cuando pasé la puerta de la entrada esta cambió casi en automático.

La persona que iba delante de mí se detuvo y la curiosidad por ver que me rodeaba me invadió, por lo que levanté lentamente mi vista y solo pude ver un hermoso y gigante castillo ¡Negro! O sea, mátenme otra vez, era precioso.

Un fuerte dolor llegó a mi espalda, se sentía como un latigazo, luego dos más haciéndome gemir de dolor. Pequeñas lagrimas se escaparon por mis ojos y recorrieron mi mejilla sin permiso alguno, dolía muchísimo y no sabía que era lo que me hacían.

—Aprende a acatar ordenes de ahora en adelante, te dije: mira tus pies ¡Hazlo y no desobedezcas! —asentí lentamente a la voz que hablaba en mi cabeza.

Sentí como alguien me tomaba del brazo y segundos después fui ingresada en un lugar oscuro y con olor horrible, me pusieron unas cadenas en las muñecas y luego procedieron a lanzarme hacia dentro de lo que supuse era una celda.

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No sabía cuanto tiempo llevaba en este asqueroso lugar, no había ventana, ni asiento y para el colmo estaba llena de moho. En ese momento escuché como unos pasos lentos y pausados se acercaban, un guardia de cabello gris se había detenido delante de mí celda y procedió a quitar el candado, para después entrar y tomar mi antebrazo y sacarme a rastras de ahí.

Su cara de pocos amigos hizo que evitara preguntar cualquier cosa. Al terminar de recorrer el largo pasillo lleno de celdas de un solo lado, salimos por una puerta de metal negra, me arrastró por la izquierda y luego salimos de lo que supuse era el calabozo. Afuera lo que parecía ser el cielo estaba nublado, parecía que iba a llover y me extrañé más aún ¿aquí llovía?

El lugar por el que caminaba estaba asfaltado, era algo así como una calle, con muros a ambos lados y solo se veía el cielo arriba, cuando salí de entre los muros pude observar un edificio, era extraño y no sabría cómo explicar su estructura ¡Todo lo que había visto hasta ahora era extraño! pero era de suponerse, estaba en el infierno.

El guardia abrió la puerta y me hizo entrar al lugar, eran muchas personas, y estaban organizados de manera que parecía un juicio, en el estrado estaban al menos cinco personas y frente a estos más de veinte personas, el guardia me arrastró hasta el centro del lugar, frente a las cinco personas. Mis nervios aumentaron cuando todos esos ojos se clavaron en mi ¿qué me harían?

—La señorita Lucia Lucette Cooper Mckall es acusada de ser un mal ejemplo para la humanidad, vandalismo, asesinato, ateísmo, entre otras cosas más. Castigo; ser esclava sexual por el resto de esta eternidad.

—Bien, yo la estreno —vi que uno de los hombres que estaba en el estrado habló. Viejo, con canas y regordete.

Estaba asustada en sobre manera, no era un secreto que era virgen y no quería pasar por eso. empecé a hiperventilar cuando vi que el hombre se levantaba de su lugar y bajaba las escaleras.

Quería correr, pero algo evitaba que eso pasara.

Cuando llegó hasta a mí se relamió los labios y con su asquerosa voz dijo.

—Eres virgen, lo voy a disfrutar —él sonrió mientras que yo estaba llorando desconsoladamente y mi corazón intentaba salirse de mi pecho.

El viejo tomó mi antebrazo y empezó a jalarme hacia algún lugar, todos miraban divertidos mi angustia hasta que alguien habló.

—Quita tus asquerosas manos de ella —miré hacia la entrada y era ¡Axel!

Él me salvaría, lo sabía, pero ¿él no era un guerrero? el congreso se encontraba por encima de él.

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Capitulo corto, lo sé, pero me di cuenta cuando vine a editarlo.

Espero que lo hayan disfrutado y si es así déjenme su voto.

Comenten, hermosuras.

Besitos

Darkness fuera

Mi Demonio PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora