Mi Demonio Personal

Capítulo 14

Capítulo dedicado a Motitass_Rc.
Gracias por hacer de esta historia tu favorita, hermosa.

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Lucia Cooper

—Tu estado es deplorable —comentó Hanna mientras yo solo jugaba con mi comida.

—No te pedí tu opinión —mis palabras no fueron bruscas, pero tampoco amables.

—Lo sé, pero tengo el deber de decirte tus verdades a la cara —rodé los ojos y la miré a los ojos.

— ¿Por qué razón tienes el "deber" de hacerlo? —ella dejó su malteada de lado.

—Durante este mes he estado a tu lado, secando tus lágrimas, curando tus heridas tanto físicas como emocionales, he estado haciendo que comas para que no decaigas por anemia, he presenciado la depresión en la que te has metido y creo que tengo el deber de decirte que el estado en el que estás es deplorable porque me importas y ya eres parte esencial de mi vida —suspiré.

—Si, lo sé, pero ¿para qué me dices lo que ya sé? Sé que estoy delgada, distraída, depresiva, suicida y un montón de cosas más, pero no puedo evitarlo —mientras hablaba moví un poco la mano que sostenía el tenedor.

—Solo estuviste al lado de él un mes y ya te enamoraste —la miré mal.

—Fue el mejor mes de mi vida, además, uno no elige de quién enamorarse ni mucho menos el tiempo en el que lo hace —me puse de pie y procedí a salir de la cafetería apresurando el paso al escuchar como ella corría para alcanzarme.

Al llegar al jardín trasero ella logró tomarme del brazo derecho y me jaló hacia su cuerpo chocando con ella de forma violenta, pero eso no evitó que sus brazos me envolvieron en un cálido abrazo.

—Lo siento, yo más que nadie sé lo que es enamorarse en poco tiempo y de quién menos lo esperaba, pero solo quiero verte bien. Te has vuelto muy especial para mí en este mes y no me gusta que estés siempre triste, quiero verte feliz.

No dije nada, solo la abracé fuerte y dejé escapar unas cuantas lágrimas que estaba reteniendo.

— ¿Te he dicho que lo siento? —prácticamente susurré.

—Si y yo te he dicho que la que debe disculparse soy yo. Si bien me diste el susto de mi vida y me acuchillaste fue porque me lo merecía por todo lo que te había hecho.

—No te acuchillé —deshice el abrazo.

—Bueno yo solo decía —rodé los ojos y me senté con ella en uno de los bancos.

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— ¿Ana, estás ahí? —eran las tres de la madrugada y me encontraba sola en mi habitación llamando la niña que me daba los sustos de mi vida hace un mes.

—Si ¿jugaremos hoy? —escuché que decía desde la oscuridad.

—Si, pero primero me tienes que decir como esta Dylan —ella salió de la oscuridad y se dejó iluminar por la tenue luz de la lámpara y pude ver que fruncia el ceño.

—¿Hablas de Axel? —yo asentí —no me acostumbro a que le llames así —refunfuño.

—Lo siento, es que se me olvida ¿cómo esta Axel? —repetí la pregunta ansiosa por saber de su paradero.

—Bien, pues no tiene nada malo, pero a la vez mal porque está pasando por mal de amores —explicó mientras se acercaba.

— ¿Por qué se fue? —al estar frente a mí se sentó a mi lado.