Capítulo 23

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Lucia Cooper

—Lucía, te diré esto una sola vez y espero que captes y acates todo bien —asentí lentamente mirando a la pequeña niña directo a los ojos.

—Te escucho.

—No salgas de aquí después de las doce, a esa hora empieza el día en que los demonios de todo tipo salen a divertirse, no hay reglas, no hay nada, solo almas humanas a las cuales poseer —explicó seria.

—Pero pueden entrar aquí —ella negó.

—No, no pueden, aléjate de cualquier humano y no salgas de esta casa por nada del mundo, tampoco le abras a nadie, es como único pueden entrar, además al ser la chica de Axel serás muy codiciada y como no hay reglas todo puede pasar—se encogió de hombros —nos vemos mañana, si es que sobrevivo la noche.

— ¿Cómo así?

—Lo ángeles también salen a divertirse y su pasatiempo favorito es matar demonios, nos vemos —me dio un beso en la mejilla y desapareció ante mis ojos.

Ya había pasado casi una semana después de Halloween, Ana había estado muy al pendiente de mí, me volví la comidilla de la escuela todo este tiempo y era algo irritante. James, Mike, Ethan y Carter no volvieron a hablarme y lo peor Troy también dejó de hacerlo y Hanna poco a poco se alejó hasta terminar sentándose con ellos en el almuerzo, solo hablábamos cuando nos tocaba juntas en alguna clase, después del sábado nunca volvió a mi casa ni yo a la de ella.

Decidí darme una ducha y pedí pizza, faltaban veinte minutos para las doce, daría tiempo, pedí dos, pues si no saldría en el día completo, debía tener reservas.

Subí a ducharme y luego de eso me coloqué mi piyama gris con figuras asimétricas negras, amarré mi cabello en una cola y justo ahí sonó el timbre. Bajé las escaleras de dos en dos y miré el reloj del recibidor confirmando que eran las 11:58 tomé la pizza deprisa y le pasé el dinero sin ganas de que me devolviera el cambio.

Doce en punto marcó el reloj, un escalofrío me recorrió la espina dorsal completa, por lo que cerré la puerta con seguro, las ventanas y la puerta trasera que daba hacia el jardín, subí a las habitaciones de arriba y cerré puertas de balcones y ventanas, luego, cuando estuve realmente segura de que todo estaba cerrado, bajé las escaleras directo hacia la cocina en donde se encontraba mi pizza, me senté en la mesa de la cocina y antes de poder empezar a comer escuché gritos.

Eran desgarradores y me calaban los huesos de tal forma que hasta escalofríos tuve. Corrí hasta la sala y me senté en el mueble, ya no tenía hambre, así que tomé la manta que se encontraba en él y me envolví con ella, debía admitirlo, estaba nerviosa por lo que pasaría en el resto de la noche y madrugada.

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Ya habían pasado al menos dos horas y seguía escuchando algunos gritos a lo lejos, ya no estaba tan nerviosa, pero si impaciente, quería que amaneciera pues en ese momento acabaría todo esto, pero para eso faltaban muchas horas.

De un momento a otro comencé a escuchar gritos muy fuertes que se escuchaban muy cerca y de cierta forma conocidos. Golpes en la puerta se escucharon y yo di un salto en mi lugar por el susto. Siguieron tocando una y otra vez y de vez en cuando escuchaban sollozos y quejas.

—Lucía, por favor abre, necesito ayuda —era la voz de Hanna la cual se encontraba ahogada por llantos contenidos.

— ¿Hanna? —dije después de haberme acercado a la puerta

Mi Demonio PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora