Capítulo 2.

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Donghae se levantó más animado esa mañana. ¿La razón? Es que su padre le había llamado la noche anterior. Éste se había disculpado con él y, cuando Donghae le perdonó, le había cantado el feliz cumpleaños por teléfono. Después le preguntó si le había gustado la colección de autitos eléctricos, si la fiesta había sido de su agrado y cómo andaba todo por casa.

Donghae no perdió la oportunidad para contarle lo que había sucedido ayer con la llegada del niño llorón a su casa. Y es que cuando Donghae le gritó y le gritó para que ése se fuera, su mamá regresó y le castigó por ser tan escandaloso. Donghae estaba muy disgustado con el giro de las cosas. El niño llorón había sido más escandaloso que él, pero se zafó del castigo sólo porque se mantuvo callado mientras a Donghae lo regañaban.

-Mamá me gritó feo, papá -le había comentado, indignado-, pero yo no estaba haciendo nada malo. Es que un niño mendigo se metió a la casa y yo quería que se fuera. Él estaba haciendo mucho ruido también.
-¿Niño mendigo?
-Sí, creo que es el hijo de la nueva mucama, papá.
-¿Y por qué le dices mendigo, Donghae?
-Porque su ropa está vieja y tiene agujeros. Sus zapatillas están rotas y él igual las usa.  Además tenía un muñeco feo en las manos, seguro que lo sacó de la basura.
-Donghae... Donghae... -le había llamado su padre con un tono decepcionado.

Después de eso, su papá le había comentado que en el mundo no todos los niños tenían las mismas cosas que Donghae tenía, y que eso no era motivo para tratarlo mal.

-¡Pero estaba llorando muy fuerte, papá! -se había defendido ofendido-. ¡Gritaba! Me hacía doler la cabeza.
-Y tú le gritaste de vuelta, ¿verdad? -adivinó su papá risueño-. Tú también gritas muy fuerte, Donghae, y haces que la cabeza de mamá duela. Por eso te castigó.

Donghae había hecho un mohín molesto porque su papá no salió a su favor, pero después se alegró cuando dijo que regresaría a casa para el lunes de la semana próxima.

Pensando en todo lo que jugaría con su papá, Donghae se levantó sin la necesidad de que su mamá lo despertara. Para las ocho de la mañana, Donghae estaba bañado, vestido, peinado y perfumado en la mesa, esperando su desayuno con la familia.

-¿Alguien se despertó de buen humor? -preguntó la cocinera entrando al comedor.

Donghae sonrió enseñando todos los dientes y le hizo ojitos lindos, asintió varias veces después. Cuando Donghae era lindo con la cocinera, ésta le servía cosas muy ricas.

-¿El señorito quiere pastel de chocolate con su leche?

-¡Sí!

Donghae saltó feliz de su asiento y la abrazó.

Más tarde, su mamá, su abuela, su abuelo y él estaban finalizando el desayuno.

-¿Puedo comer más pastel? -preguntó a su madre, agitando sus pestañas.

Cuando Donghae agitaba sus pestañas, solía conseguir lo que quería de cualquier persona. Él tenía varios trucos bajo la manga.

-Buen intento, pequeño manipulador, pero esta vez no va a funcionar -le respondió ella seria-. Ni siquiera deberías haber comido pastel. Estás castigado, ¿recuerdas?

-¡Pero, mami linda! -refutó él poniendo ojitos tristes.

-Deja que coma pastel, hija -pidió su abuela enternecida.

-No mamá. Donghae tiene que aprender que no siempre se puede salir con la suya.

-Vaya ejemplo tiene... -susurró la abuela.

Donghae frunció el ceño y se cruzó de brazos, enfurruñado.

Al poco tiempo, su mamá y sus abuelos partieron de casa. Apenas se cerró la puerta, Donghae ya estaba yendo a la cocina a pedir más pastel de chocolate. Una vez allí, los sirvientes que desayunaban terminaron de inmediato y fueron desalojando la cocina para hacer sus quehaceres.

-¿Habrá más pastel de chocolate para mí? -le preguntó a la cocinera agitando sus pestañas.

-Oh, lo siento, señorito. Sólo quedaba una porción y se la serví al niño Hyukjae.

-¿Quién es Hyukjae?

-Soy yo -contestó una vocecita tímida.

Donghae se giró rápidamente y vio al niño del día anterior sentado solo en la mesa de la cocina. Cuando distinguió una porción de pastel de chocolate junto a su taza de plástico, Donghae se indignó.

-¡No! ¡Eso es mío! -gritó, quitándole el pastel.

El tal Hyukjae lo observó con los ojos redondos de la sorpresa, después su labio inferior comenzó a temblar mientras su mirada se volvía vidriosa.

-Señorito, no tiene que ser así -le regaño suavemente la cocinera.

-Es mi pastel favorito, para mí. Él que coma pan.

Y acto seguido, Donghae enterró el tenedor tomando una buena porción de pastel, entonces se lo comió de un bocado enfrente del niño mendigo. Hyukjae sorbió su nariz dejando escapar una lágrima.

-No llores, Hyukjae - le dijo la cocinera acariciándole los cabellos-. Quedó un poco de pastel de fresas en el refrigerador. Te daré una rebanada.

Con la boca llena a más no poder, Donghae observó cómo su otro pastel favorito era servido frente a sus ojos.

-Ete tamben e mío -dijo con la boca llena y jalando del platillo donde el pastel de fresas estaba.

Entonces clavó el tenedor y le dio un buen mordisco frente a los rostros sorprendidos de Hyukjae y la cocinera. Y se habría salido con la suya si alguien no hubiera regresado a casa inesperadamente...

-¡Ay, Ara! -se lamentó la señora Lee ingresando a la cocina-. Olvidé avisarte que hoy vendrán a cenar los socios de... ¡¿Qué está pasando aquí?! -exclamó esto último al percatarse a Donghae deborando dos trozos de pastel sin ningún decoro.

-Mami linda~ -dijo Donghae en tono meloso, con los labios manchados de chocolate y crema de fresas.

Pero ningún truco sirvió para evitar que su madre se enoje.

-¡Lee Donghae, a tu habitación!

El hijo de la criada [FINALIZADO]Where stories live. Discover now