Capítulo 1.

1.8K 225 126
                                    


Era alrededor de las once de la mañana. Donghae jugaba en el piso de la sala con sus juguetes nuevos. Estaba un poco molesto porque había sido su cumpleaños número cinco el día anterior y su padre no estuvo presente. Sin embargo, su malhumor había mermado un poco cuando al amanecer le llegó un paquete desde Japón. Su padre, que estaba en un viaje de negocios, le había enviado de regalo una colección de autitos eléctricos. ¡Y a Donghae le encantaban los autitos! Pero a pesar de estar contento con su regalo, todavía quería ver a su padre. Hacía casi un mes que éste se había ido y lo extrañaba mucho. Si él no estaba, entonces nadie jugaba con Donghae. Y a Donghae no le gustaba jugar solito.

Con el autito azul que se había convertido en su favorito, Donghae se levantó del suelo y caminó hacia donde su mamá tomaba el té con sus amigas. A Donghae no le gustaba cuando esas señoras venían de visita a su casa porque su mamá dejaba de prestarle atención y se la pasaba hablando y hablando.


—Mamá —la llamó cuando llegó hasta ella. Donghae tiró suavemente de la manga de su camisa y ella y sus amigas dejaron de reír—. ¿Cuándo regresa papá?

—En unas semanas, hijo —contestó ella, empujándole levemente hacia donde sus juguetes estaban—. Vuelve a jugar, ¿sí?

—Quiero jugar con papá —Donghae se plantó en su lugar, cruzándose de brazos—. ¿Puedo hablarle por teléfono? ¿Le marcas, mamá?

—Ahora no —contestó ella esbozando una sonrisa de disculpas a sus invitadas—. Después, hijo. En este momento estoy muy ocupada.


Su mamá dejó de prestarle atención y reanudó su conversación con las señoras. Donghae hizo un puchero y dio una pisotada molesto.


—Pero sólo estás parloteando con las viejas. Eso no es nada importante.


En aquel instante, las señoras que tomaban el té jadearon indignadas. Su mamá frunció el ceño profundamente y se puso de pie enojada.


—¡Donghae! —exclamó severa—. ¡¿Qué modales son esos?! ¿Dónde aprendiste a hablar así? Ve a tu habitación de inmediato.


Donghae frunció el ceño también, más enojado que su mamá. Entonces tiró su autito al piso con fuerza y comenzó a gritar fuerte mientras daba pisotadas.


—¡No! ¡Quiero a papá! ¡Quiero a papá! ¡Quiero a papá!


Las amigas de su mamá susurraron entre ellas ante sus gritos. Sin embargo, a Donghae no le importó. Él siguió gritando mientras su mamá no sabía cómo calmarlo.


—¡Basta de berrinches! ¡A tu habitación!


Pero Donghae no le hizo caso. Él siguió gritando y pataleando, hasta que los gritos de otra persona captaron su atención. Desconcertado, dejó de gritar al percibir a lo lejos el llanto fuerte de un niño, y eso lo confundió porque hasta donde él sabía, no habían más niños en la casa además de él.


—Disculpe, señora Lee —dijo la jefa del personal, ingresando de repente a la sala de estar—. Lamento interrumpir, pero me pidió que le avise cuando haya llegado la nueva mucama. Ella está aquí, señora.

El hijo de la criada [FINALIZADO]Where stories live. Discover now