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TaeIl se había encargado, con mucha gracia, de mantener una imagen impoluta ante Johnny. Yuta se carcajeaba y se preguntaba hasta cuanto le duraría, pero DongYoung siempre respondía: Ya sabes como es hyung cuando está obstinado con algo

Claro, habían dicho muchas cosas pero TaeIl seguía encontrado ciertamente vergonzoso con todo el aspecto sexual de sí mismo. Incluso si Johnny siempre parecía la persona más comprensiva del universo y aunque había escuchado las graciosas historias de YoungHo irrumpiendo en el baño en plena madrugada y topándose con Chittaphon o YoonOh en situaciones privadas.

Él simplemente se reía de las caras que habían puesto los dos y los dejaba ser, pero por los golpes que recibía cuando contaba esas situaciones; sus amigos no parecían tan felices del poco tacto que tenía Johnny con esas situaciones. Claro, él nunca había tenido de pronto ganas de masturbarse y encontrarse en la incómoda situación de no poder hacer ni mucho ruido, ni mucho desastre por tener que convivir con otras tres personas. 

Y aunque a él también le parecían graciosas sus historias, como esa vez en la que estaba lavando el abrigo de YoonOh y oh, surprise, se encontró con condones. Tan graciosas como a DongYoung que se revolcaba de la risa, que le pasara a él, era una situación totalmente distinta y para nada graciosa. 

Pero no era su culpa. 

Era de Johnny. 

Por verse así, por hablarle así y por mirarlo así. 

Despertó dolorosamente envuelto en demasiado calor para ser una mañana de primavera  y qué suerte que despertó primero y una suerte más grande aún que YoungHo hubiera decidido desparramarse para el lado contrario de la cama. Así que, avergonzado tan solo por esa situación, se deslizó tan silenciosamente como pudo al baño. 

Un par de minutos más tarde estaba con su labio inferior atrapado entre sus dientes y sus dedos aferrados a la tapa del retrete, concentrándose en hacerlo rápido y silencioso

Pero, claro, que la puerta (a la que se había olvidado de echarle seguro) se abriera de la nada y mostrara aun somnoliento YoungHo, no era lo que más deseaba en ese momento. Una expresión de sorpresa se vislumbró en su rostro antes de que diera dos pasos hacia atrás y cerrara la puerta.

El rostro de Johnny se había puesto increíblemente rojo, se apoyó contra la pared mientras intentaba pensar algo coherente. No podía simplemente burlarse como lo hacía con YoonOh, prefirió no darle mayor importancia y fue a hacer lo que estaba por hacer en el baño, cepillarse los dientes, a la cocina. 

Pero los minutos pasaban y TaeIl no daba señales de vida. Supuso que debía estar avergonzado, así que decidió hacer café para él y chocolate con leche para el mayor. Pero incluso así, prestaba atención y realmente no parecía que hubiera alguien vivo dentro del baño. 

Así que cuando pasaron unos minutos más, se acercó a la puerta del baño y golpeó suavemente. 

— ¿TaeIl?—preguntó, con su voz suave. 

— Vete—murmuró al otro, lleno de vergüenza. 

Johnny se preguntó como podía lidiar con un novio apenado. Aunque tenía que admitir que quizá le enternecía un poco su actitud. 

— Vamos, sal de ahí, te hice chocolatada— habló, pensando si eso lo convencería. 

— No voy a salir nunca más en mi vida—lloriqueó. 

— ¿Entonces me dejas entrar?

— Menos que menos—masculló.

— Amor, me quedaré aquí parado hasta que dejes que entre o salgas— sentenció, a medida que hacía mucho ruido al sentarse para que supiera que estaría allí. 

— No me digas "amor" en una situación como esta, tonto— espetó. 

— Amor, amor, amor—canturreó, divertido. 

— ¡Basta!—exclamó, agradeciendo que estuviera la puerta en medio de los dos para que no lo vea el triple de avergonzado. 

— Está bien, no te llamaré así. 

— Muchas gracias. 

— Honey, sweetheart, cutie pie, bab... 

— Maldita sea, entra ya. 

— Uy, Moon TaeIl usó una maldición— abrió la puerta, sentándose en el suelo frente al muchacho quien abrazaba sus rodillas sentado también ahí entre el retrete y el lavamanos. 

— ¿Ya estás feliz con verme todo lamentable?— hundió su cara entre sus rodillas. 

— No estoy feliz por verte lamentable, estoy feliz por verte—le corrigió, atrayéndolo y sujetándolo cuidadosamente entre sus brazos. 

— Pero es tan vergonzoso, moriré de pena—murmuró, escondido entre sus brazos. 

— Es natural, además, creo que olvidaste lo que te dije—hablaba muy tranquilo, mientras acariciaba su cabello. 

— ¿Qué cosa?—alzó su cabeza para poder mirarlo, curioso por las orejas rojas del menor y la forma en que evitaba su mirada. 

— Que te ayudaría. 

aWhere stories live. Discover now