16

3.4K 707 243
                                    

Una llamada a su teléfono lo desconcertó, dejó de lado la bebida que estaba tomando para ver que un número no agendado lo estaba llamando. La característica de Estados Unidos y la serie de números que le seguían que ya se sabía de memoria, le indicaron que se debía a su madre. Así que cortó la llamada. 

  — Oh, vaya. ¿Por qué cortar tan secamente una llamada?— preguntó un hombre a su lado. 

La conversación inició así, muy casualmente y estuvieron hablando por al menos dos horas. Aunque no estuvo controlando el horario en su teléfono. Había pasado tiempo desde la última vez que tuvo una conversación tan agradable con un desconocido. Vio pasar un par de veces a YoonOh, quien le hacía ojitos con los pulgares hacia arriba. 

A Johnny le gustaba considerarse una persona con la que se podía conversar con facilidad. Debido a sus gustos, también le resultaba más cómodo hablar con gente más grande. Un poco sobre música, otro poco sobre cine y otro tanto sobre el arte en general. Quizá porque su madre le había enseñado bien y siempre decía que tenía los gustos de un sujeto de al menos cuarenta. Así que fue fácil conversar con aquel hombre mientras los tragos iban y venían. 

— Creo que podríamos seguir esta conversación en un sitio más privado— comentó el hombre, señalando con un gesto de la cabeza hacia el edificio del hotel. La sonrisa en el rostro de John se borró al instante, no era estúpido, sabía lo que significaban esas palabras. 

— Mejor no, lo dejamos aquí— compuso una sonrisa que intentó ser sincera y se paró, sintiendo como todo el alcohol se había desvanecido de su sistema, se fue con la idea de buscar a sus  amigos. 

Encontró rápidamente a YoonOh, con cara de aburrido, rodeado de sus abuelos. Le hizo una seña y casi salió corriendo hacia él, pero claro, de forma muy educada se despidió. Ambos empezaron a buscar a los otros dos. 

— ¿Qué pasó?

— No quiero terminar ésta noche en otra habitación que no sea la mía— respondió. 

Al final, las personas maduras también quieren exactamente lo mismo. 

Cuando bajaron hacia la playa, pudieron notar en uno de los bancos a los dos muchachos. Así como la última vez que estuvieron ebrios, estaban besándose tan intensamente que se sintieron perturbados, saliendo de allí rápidamente. Al menos estaban bien. Como la fiesta no estaba siendo divertida para ninguna de los dos, regresaron a su habitación. 

Johnny se puso su pijama y se quedó dormido muy rápido, al igual que YoonOh. Evidentemente, ambos estaban cansados y ya habían pasado un par de horas de la madrugada. Sin embargo, un tiempo más tarde, un golpe en la puerta hizo que YoungHo se despertara. Abrió la puerta con cierta pereza y se encontró a Chittaphon envuelto en una sábana. 

La luz tenue que provenía del pasillo le hizo darse cuenta que su cuello estaba inundado de marcas rojizas, pero sus ojos estaban al borde del llanto. Así que en cuanto terminó de abrir la puerta, el tailandés se tiró sobre él, abrazándolo fuertemente. 

— John...— musitó, aunque su voz sonó ahogada por sus lagrimas y por tener su rostro escondido en su ropa.— No pude hacerlo. 

— ¿Qué? Espera, Ten, no entiendo nada— el americano lo tomó por los hombros y lo separó un poco, tan solo para que pudiera hablar más claro. 

— No pude tener sexo con TaeYong— dijo, sorbiendo un poco y secándose las lágrimas.— No pude porque... porque sigo enamorado de aquel imbécil. 

YoungHo abrió los ojos con sorpresa. 

— ¡Tantos años han pasado y... y...! ¿¡Por qué tengo que acordarme de su rostro cuando otro hombre me está tocando!?— Chittaphon se hizo bolita, aún envuelto en la sábana, contra la pared de la habitación. Johnny se sentó frente a él.— En todo lo que podía pensar era que si me acostaba con TaeYong, sería la clase de chico con la que ese imbécil prefirió quedarse.

— Ten, tú no eres alguien así. Todos los que te queremos lo sabemos, así que aún si los demás dicen lo contrario...

— ¿Ah, no? ¡Estaba por hacerlo con alguien que ni siquiera sé si le gusto o si me gusta! ¡Estábamos ebrios! Evidentemente si me estaba comportando como esa clase de persona— hundió su rostro entre sus rodillas, volviendo a llorar desconsoladamente. 

John lo cargó entre sus brazos y lo puso en su cama, lo tapó con sus sábanas y se quedó a su lado, acariciando su cabello negro hasta conseguir que se durmiera. Odiaba ver a Chittaphon llorar y que se hiciera daño a sí mismo con esos pensamientos. Suspiró pesadamente y decidió buscar algo para tomar. Aprovechando que la puerta de al lado estaba únicamente arrimada, metió su cabeza para asegurarse que TaeYong estuviera bien. El chico dormía plácidamente. Así que también lo tapó y apagó la luz para que no le molestara. Luego, cerró la puerta. 

Luego de buscar una gaseosa en el bar del hotel, subió nuevamente y se sentó en el pasillo. Pronto, sintió una presencia. Miró a su lado, vio unas ojotas y tres kilómetros de piernas más arriba, el resto de DongHyuck. 

— ¿Tampoco puedes dormir, uh?— preguntó el chico y el mayor le ofreció su gaseosa.

—  No, tengo demasiados pensamientos rondando por mi mente— se encogió de hombros.

—  Oye. Sé que puede parecer muy nada que ver, pero qué bueno que no te fuiste con el Señor Song— comentó el chico, Johnny recordó vagamente que el apellido del hombre con el que habló era ese. 

— ¿Por qué lo dices?

— No lo sé, ese señor no me gusta. Tiene pinta de esos asesinos que parecen perfectos por fuera y luego secuestran mujeres por la noche— añadió entre risas.—Sobre todo por su sonrisa. Es demasiado grande.

— Ahora que lo dices tienes razón. Tal vez me secuestraba y me mataba— continuó Johnny riendo.—¿No eres muy joven para estar despierto tan tarde mirando a los adultos tomar alcohol?—preguntó divertido. 

— Oh, vamos. Dime si a mi edad no hacías lo mismo.  

— No, de hecho no. Era un adolescente muy tonto, lo sigo siendo, pero ya no tanto. Únicamente flotaba como una pelusa y miraba el techo— contó, aún sonriendo.

— Qué aburrido, yo quiero ser grande ya—  respondió DongHyuck, haciendo un puchero. Hubo un silencio hasta que él volvió a hablar.— Aunque me da miedo ser grande.

Bastante curioso, Johnny lo miró:— ¿Por qué lo dices? 

DongHyuck movió sus pies de un lado a otro, como ordenando los pensamientos en su mente. Preguntándose si estaba bien hablar de eso con un desconocido. Aunque luego se acordó que eran amigos desde esa mañana.

— Cuando eres un adulto debes conseguir un trabajo y una esposa— comentó, sin querer decirlo realmente.— Eso es lo que siempre me dice mi papá. Pero... No sé si quiero un trabajo aburrido y una esposa. 

—   Entonces, cuando seas grande, trabaja de lo que ames, entonces será divertido y no tengas una esposa—dijo Johnny con simpleza, pero sonriéndole al muchacho.

DongHyuck lo miró, entre fascinado y sorprendido. Pero asintió, repentinamente motivado. 

aWhere stories live. Discover now